Ni blanca ni negra, mejor morena, por Ramón Echeverría

4/10/2022 | Bitácora africana

maquillaje_mujer_cosmetica_cc0.jpgEl de agosto fue un mes complicado para el Ministro de la Sanidad camerunés, Manaouda Malachie. Su ministerio prohibió la importación, fabricación y distribución de productos para blanquear la piel porque contienen sustancias como la hidroquinona (prohibida en la UE desde 2002 por su potencial carcinogénico y mutágeno), el mercurio o los corticosteroides, que en ciertos casos pueden resultar nocivos. Ocurre que una de las cinco empresas que los comercializan es la de la diputada de la oposición Nourane Fotsing, que se apresuró a defender sus “productos de belleza” en la televisión privada “Naja TV”, con el beneplácito de la mayoría de las camerunesas, acostumbradas a utilizar «White now», «Super white», «Rapid’clair», entre otros. Según la Asociación Camerunesa de Dermatología (Socaderm) los productos blanqueadores los utilizaban en 2019 cerca del 30 % de los habitantes de Douala, la capital económica, y un 25 % de las jóvenes escolarizadas de Yaoundé. Según las estadísticas nacionales, el mercado de cosméticos e higiene personal en Camerún está creciendo un 7 % anual y habría alcanzado los 380.000 millones de francos CFA en 2020 (unos 580 millones de euros). Ese aumento, general en toda el África subsahariana especialmente durante la última década, refleja un fenómeno mundial. Un estudio de 2018 en Mumbai, India, encontró que el 54 % de los encuestados había usado productos para blanquear la piel en algún momento. Están también los tratamientos con láser, ya utilizados para tratar pieles hiperpigmentadas, tonos de piel desiguales y cicatrices. El láser de CO2 y los láseres de erbio son los tratamientos con láser más populares para aclarar el tono de la piel. “El sector de productos para blanquear la piel está experimentando uno de los crecimientos más rápidos del mundo en la industria cosmética y se espera que tenga un valor de casi $ 31.2 mil millones para 2024”, publicó la OMS en noviembre de 2019. Así que, aunque el ministro camerunés de la Sanidad los prohíba, es muy probable que no consiga controlar su venta en línea o en el mercado negro.

Un estudio de 2006 (puesto al día en 2020) de Cynthia Frisby, investigadora de la Escuela de Periodismo de Missouri, encontró que las personas perciben que un tono de piel marrón claro es más atractivo físicamente que un tono de piel pálido u oscuro. La opinión del sociólogo Achille Pinghane Yonta, de la Universidad de Yaundé, es más explícita: “Hay una tendencia arraigada en nuestras conciencias a querer parecerse a las poblaciones occidentales. Es algo muy antiguo. Incluso en algunas partes de nuestro país se dice que la dote de una mujer de piel clara es mayor que la de la mujer de piel más oscura”. “Había notado que los hombres se sentían más atraídos por las mujeres con piel clara y tuve la confirmación cuando me blanqueé la piel: nunca había sido tan solicitada”, confesó Pascaline Mbida a un periodista de Le Monde (29 septiembre 2022). Al final Pascaline abandonó el blanqueo porque estaba gastando 30.000 francos CFA (45 euros) cada mes en diferentes productos (el salario mínimo mensual legal en Camerún es de 36.270 francos CFA (55 euros). Si hubiera utilizado el láser habría podido costarle, dependiendo de la dosis y la ubicación, entre $ 150 y $ 400 (son cifras de 2017) por cada sesión, 10 en algunos spas, 30 según otros si se quiere llegar a un buen resultado. En la decisión de Pascaline también influyó el que el elevado uso la estaba haciendo más sensible a los riesgos para la salud que conlleva el blanqueo de la piel.

En “Grace Aesthetics”, en un artículo del pasado 16 de agosto titulado, “How To Become Fair: Myths And Facts About Skin Fairness”, la doctora Sheetal Londhe Monteiro afirmaba que “Dermatólogos y cirujanos plásticos de todo el mundo advierten que no hay que creer que un determinado tratamiento pueda conseguir un cambio drástico en el tono de la piel. Médicamente, es imposible lograrlo”. Además, los efectos secundarios de las cremas para aclarar la piel pueden incluir a corto plazo irritación e inflamación de la piel y una sensación de ardor o escozor. A largo plazo, el blanqueamiento adelgaza la piel y causa moretones, estrías y otros problemas cutáneos. Hace también que sea más difícil para la piel sanar los cortes y abrasiones. Por todo ello, unido a motivos ideológicos como la creciente insistencia en que “black is beautiful”, varios países africanos están prohibiendo la utilización de cremas y métodos varios de blanqueamiento de la piel.

En 1990, Sudáfrica se convirtió en el primer país del mundo en restringir la venta de cremas para aclarar la piel que contuvieran ingredientes dañinos. Kenia le siguió en 2001, Costa de Marfil en 2015, Uganda en 2016 y Ghana en 2017. Lo que no impide que sigan vendiéndose, a veces abiertamente. En 2018, el gobierno de Ruanda comenzó a aplicar una prohibición nacional de cosméticos y tintes nocivos. En la página web de la policía nacional, en una nota aparecida el 28 del pasado mes de marzo, se cita un párrafo del artículo 266 de la ley que determina los delitos y sanciones en general: “Toda persona que produzca, venda o prescriba productos nocivos; los cosméticos o sustancias de higiene corporal o cualquier otro producto derivado de plantas, comete un delito. En caso de condena, puede ser condenado a una pena de prisión no inferior a un año ni superior a dos años y a una multa de no menos de 3 millones RWF ni a más de 5 millones de RWF o a una de esas penas”. En esa misma nota, John Bosco Kabera, Jefe de la Policía, anunciaba la detención en Nyarugenge de un traficante, cuyos productos para blanquear la piel se habían encontrado en un almacén de Mujawimana, en Kiyovu. Pero para un artículo para la CNN del pasado 13 de julio, Umuhoza Rahmat consiguió entrevistar a “Sierra” (pseudónimo por miedo a las autoridades) que le explicó lo fácil que era encontrar un tendero de confianza donde comprar el preciado “mukorogo” (productos para blanquear la piel). Con lo fácil que todo parece cuando le pedimos a Google (naturalmente, también yo lo consulto) “How can I lighten my African skin?” (¿Cómo puedo aclarar mi piel africana?):

Aquí hay algunas cosas que puede hacer para aclarar naturalmente la piel negra muy rápido: Aplique protector solar diariamente. El sol es un elemento crucial en nuestra propia existencia. Mantenga la piel limpia y bien hidratada. Realice una exfoliación regular de la piel. Beba más agua y siga una dieta saludable”.

Ramón Echeverría

[CIDAF-UCM]

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

Más artículos de Echeverría Mancho, José Ramón