Ngugi wa Thiong’o: «Escribo porque tengo que hacerlo»

4/11/2016 | Entrevistas

El jueves, 13 de octubre, Bob Dylan fue seleccionado como el ganador del Premio Nobel de Literatura. La Academia premió al músico por «haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de las canciones americanas». El escritor keniata Ngugi wa Thiong’o, era uno de los nombres más aclamados para llevarse a casa el Premio de este año, pero perdió de nuevo. Sin embargo, sigue siendo una de las voces más grandes de África.

Recuperamos una entrevista de 2013 con el célebre escritor, donde habló con Stephen Williams de newafricanmagazine.com, sobre su proceso de escritura, sus inspiraciones, la necesidad de una política lingüística en África y mucho más.

Ngugi wa Thiong’o estaba en Londres para presentar la tercera John La Rose Memorial Lecture como parte del foro de cuatro días sobre Afroeurope@ns IV, que conmemora las culturas e identidades negras en Europa. Ngugi aceptó generosamente ser entrevistado por New African a pesar del jet lag de un largo vuelo de Los Ángeles a Londres.

Pero el jet lag no era la única razón de mi temor al visitar a Ngugi. Me preocupaba que pudiera estar haciéndole las mismas preguntas que todo periodista le pregunta. Pero cuando le mencioné mis dudas, pensó durante un minuto o así y me dijo que simplemente pensaría en algunas nuevas respuestas, antes de reírse de todo el asunto.

Se alojaba en el Goodenough Club, en una elegante plaza georgiana que rodea un parque con unos gigantescos sicómoros y que, por coincidencia, era el mismo lugar donde se hospedó cuando llegó a Londres por primera vez en 1982 y fue consciente de que tenía que ir al exilio. Tomó esa decisión después de enterarse de que el gobierno del presidente Daniel arap Moi planeaba asesinarlo (o darle «el tratamiento de la alfombra roja» en la propia terminología del gobierno) a su regreso a Kenia. Unos años antes, a finales de 1977, Ngugi había sido arrestado sin cargos y encarcelado en la Prisión de Máxima Seguridad de Kamiti.
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Pero incluso la prisión no le impidió escribir. Usando papel higiénico, escribió Caitaani Mutharabaini (más tarde traducido al inglés como «Devil on the Cross»). Amnistía Internacional lo designó como preso de conciencia y puso en marcha una campaña internacional para su liberación, Ngugi fue liberado un año después. Pero siguió siendo perseguido por las autoridades, se le prohibió volver a su labor de docente de literatura en la Universidad de Nairobi.

Comencé nuestra conversación preguntándole por los detalles de cómo escribe. «¿Cómo lo hace?», pregunté. «¿Trabaja todos los días? ¿Se reserva un tiempo para escribir?

«No, no tengo un horario», explicó. «Trabajo dentro de lo que yo llamo el tiempo de los eventos. Es decir, los acontecimientos dictan cuánto tiempo puedo dedicarle a la escritura y cuándo. Por supuesto, es irritante porque la realidad es que sólo tienes tiempo cuando no estás llevando a cabo el trabajo que te da tu pan de cada día”.

No es que se arrepienta del tiempo que tiene que dedicar a su trabajo como académico. «Porque quiero enseñar. Necesito estar en contacto con los estudiantes. También tengo que asistir a reuniones de la facultad. Y estos son compromisos que no puedo cambiar. Pero las cosas que puedo cambiar las cambio para tener tiempo para escribir”.

Le comenté que eso sonaba como un enfoque muy disciplinado e inmediatamente repuso: “no, no soy disciplinado en el sentido de que no tengo un tiempo regular, como cuando te levantas por la mañana, y estableces un tiempo para escribir. Pero cuando tengo una idea, sí, entonces soy disciplinado alrededor de esa idea. La persigo, la mantengo, no me distraigo.

La siguiente pregunta era si el proceso de escritura era o no un proceso fácil para él. ¿Alguna vez tiene problemas con la musa?, le pregunté.

«Sí, eso es importante, creo. Permítame decirle que cada vez que termino una novela, me cuesta trabajo que la siguiente idea se forme en mi mente, pero lo que es más importante, es que sea una idea que me emocione, que me inspire y que me haga querer escribirla. Eso lleva algún tiempo. Cuando esto sucede, puedo escribir en cualquier lugar, en cualquier momento.

«Es importante que los escritores más jóvenes lo sepan. No importa cuántos libros uno haya escrito, todos los escritores tendrán un bloqueo en un momento dado. Un bloqueo es inevitable. Lo más importante es mantenerse en la idea. Incluso si se tarda un día o dos, o una semana, hay que volver a ella, no hay que darse por vencido, hay que ser resuelto. La verdad es que es un trabajo duro».

Mientras que estaba en prisión tomó la decisión de dejar el inglés como su lengua para escribir y adoptar su lengua materna, el Gikuyu. «Sí, escribo en un formato que funciona para mí. Todas mis novelas, toda mi ficción, todo mi drama y toda mi poesía, lo que se podría describir como obras de «imaginación ficticia», las escribo en Gikuyu. Las obras de teoría, memorandos, ensayos, etc., los escribo en inglés. También podría practicar la escritura en kiswahili, pero de momento no es muy probable. En el momento en que obtenga un público estable para mis obras en Gikuyu y un interés de publicación fiable, voy a hacerlo todo en Gikuyu o Kiswahili. Las traducciones hechas por mí o por otros ayudarán a difundir las obras en otros idiomas, africanos, europeos, asiáticos».devil_on_the_cross.jpg

De hecho, los libros de Ngugi han sido traducidos a más de 30 idiomas, lo que le ha valido el reconocimiento mundial y su obra es el tema de innumerables libros, monografías, críticas y disertaciones. ¿Tuvo algún mentor o influencia particular cuando empezó a escribir?

«No un mentor en particular», respondió, «pero me impresionaron mucho las obras de George Lamming, escritor caribeño de principios de los años 60. “In The Castle of My Skin” fue una novela maravillosa, fue una novela muy hermosa.

«También me gustaron las obras de Peter Abrahams, el escritor sudafricano. Sabes, mucha gente se ha olvidado de su nombre. Él es de la generación de Jomo Kenyatta y Kwame Nkrumah y los conocí muy bien cuando vivían en Londres. Siempre tuvo muy claro que quería convertirse en un escritor profesional. «Era un activista político, en la medida en que estaba en contacto con Nkrumah, Kenyatta y otros, pero su compromiso fue siempre para con la pluma y con su imaginación».

«Y también tengo que mencionar a Es’kia Mphahlele. Escribió una autobiografía muy famosa llamada “Down Second Avenue”, y en esa autobiografía o memorándum, escribió sobre sí mismo y sobre Peter Abrahams que estaba en la misma escuela, la St. Peters, pero Peter Abrahams era superior a él. Abrahams siempre hablaba de cómo iba a ser un escritor profesional, como Shakespeare u otros escritores. Sí, estaba bastante seguro, tenía claro lo que quería hacer.

Podría parecer una pregunta muy obvia, e imaginé que muchos otros la habrían planteado antes, pero cuando le pregunté por qué escribe, Ngugi se quedó pensando unos segundos antes de decir: «escribo porque tengo que hacerlo», antes de echarse a reír.

«Creo que la vida es un poco caótica, francamente, pero tengo un sentido de la vida y un sentido del orden cuando escribo. Empiezo a entender mejor las cosas. Cuando estoy en el proceso de escribir ficción, tengo una claridad que no soy capaz de obtener de otra manera. Escribir obras de ficción me funciona. Es mi primer amor, aunque el drama y el teatro han tenido más impacto en mi vida, incluyendo mi vida como escritor de ficción que cualquier otro género».

¿Y su infancia? ¿Está dispuesto a hablar sobre esto? «He terminado unas memorias sobre mi infancia llamadas “Dreams in A Time Of War”. Y las segundas se llaman “In The House Of The Interpreter”.

«Nací en 1938 en Kiambu, al principio de la Segunda Guerra Mundial, así que el punto principal de mi memoria fue que yo nací literalmente en tiempo de guerra y después, mi niñez fue durante el Mau Mau, el movimiento nacionalista anticolonial».

Queda claro con la lectura de “Dreams in A Time Of War” que la madre de Ngugi fue una fuerte influencia en el muchacho y él la quería mucho. «Mi madre, que no sabía leer ni escribir, es la que me envió a la escuela». Como narra en sus memorias: «una noche mi madre me preguntó: ¿te gustaría ir a la escuela? Fue en 1947. No puedo recordar el día o el mes. Recuerdo que no tenía palabras al principio. Pero la cuestión y la escena están grabadas para siempre en mi mente. Su madre, le hizo jurar que lo haría lo mejor posible. «Sí, sí», le dije rápidamente, por si cambiaba de opinión», recuerda.

Así es como Ngugi fue a la escuela y aprendió a leer y escribir. Fue una experiencia profunda para el joven que también daría forma a su vida. Pero también eran tiempos de guerra y, como él recuerda, eso impactó a todo el mundo en su pequeña comunidad. Ngugi tenía, no sólo parientes que fueron a luchar con los británicos en la Segunda Guerra Mundial, sino también antepasados que lucharon con los británicos en la Primera Guerra Mundial y más tarde también tuvo un hermano mayor, Good Wallace, en las montañas, luchando con el Mau Mau en su guerra de guerrilla contra los colonialistas británicos. «La vida de todos nosotros se vio afectada. Cuando no puedes ir a la escuela porque las balas están volando a tu alrededor, te afecta. Describo este drama en “Dreams in A Time Of War”.

Y moviéndome al presente, le pregunté si disfrutaba de vivir en los Estados Unidos, donde ocupaba el puesto de Profesor de Literatura Inglesa y Comparada en la Universidad de California en Irvine, o si alguna vez tuvo nostalgia de Kenia.

«Sí. Disfruto con mi trabajo en la Universidad de California. Pero no importa dónde estoy, pienso en Kenia todo el tiempo. Me aferro a mi pasaporte keniata como si fuera un talismán».
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Hablando sobre lo que debía haber pensado sobre los recientes acontecimientos en Nairobi, dijo: «¿quieres decir la masacre? ¡Fue horrible! Todos los keniatas sintieron dolor, ya sea en Kenia o fuera de Kenia. Cientos de personas inocentes, desarmadas, personas desarmadas matadas como ganado, ¡horrible! «No sé qué causa, qué agravio puede hacer que una persona, en cualquier parte del mundo, reciba un arma y dispare a personas inocentes. «Entonces, perdí a un buen amigo, el escritor ghanés, Kofi Awoonor, al que conocía desde 1962, y por supuesto, su muerte, o su asesinato en realidad, fue un golpe para la literatura africana. Pertenecía a la misma generación que Chinua Achebe y Wole Soyinka».

Era obvio que la tragedia de Westgate en Nairobi, la capital de Kenia, estaba demasiado fresca en la mente de Ngugi y era demasiado dolorosa como para llevar la conversación por ahí mucho más lejos, así que volvimos nuestra atención a los jóvenes.

«Estoy muy emocionado por los jóvenes escritores que llegan, jóvenes escritores como Chimamanda Adiche, Helon Habila y otros, son tan brillantes», me dijo. «Son realmente geniales, ¿sabe? También estoy muy impresionado con esa joven de Zimbabue, NoViolet Bulawayo.

«Nosotros, de una generación más mayor, estamos tan ligados por nuestro nacionalismo anticolonial, que es muy importante para nosotros, pero la generación más joven, son libres. Ustedes piensan que no centran sus caracteres necesariamente en África. Son muy felices de utilizar personajes de otras razas … eso es bueno, porque están creciendo en un mundo multicultural.

«Y luego están mis hijos también, Mukoma wa Ngugi ha escrito “Nairobi Heat” y “Black Star Nairobi” y mi hija Wanjiku, cuya primera novela, “The Fall of Saints”, se publicará en febrero del próximo año. Mi otro hijo, Nducu, ha escrito un libro llamado “City Murders”, publicado este noviembre. Y mi hijo mayor, Tee Ngugi con sus historias cortas, así que tengo una familia de escritores jóvenes. Me gustaría verlos a todos tanto a mis propios hijos como a otros ser un poco más conscientes de los idiomas africanos. El problema es que no tenemos editores. Escribes en una lengua africana, pero las editoriales para publicar son realmente muy limitadas.

«Debemos encontrar la manera de avanzar en ese sentido de alguna manera. Me gustaría que más gobiernos africanos apoyaran políticas más efectivas sobre las lenguas africanas. Si se pudiera establecer una oficina central de idiomas, como Nkrumah solía tener, cada idioma con un comité o algo que ayude a cuidarlos, por poco que sea, todo se podría coordinar a través de esta Oficina Central de Idiomas. Así, las lenguas contribuirían unas a otras. Entonces tendríamos una política lingüística interesante en África.

«Sabe… Creo que lo que está mal con idiomas como el inglés y el francés es que en realidad no hay nada malo con ellos como lenguas, pero es la jerarquía del poder. Cada lenguaje quiere afirmar que es inherentemente mejor que otros idiomas, ¡y eso es absurdo! No hay un lenguaje inherentemente mejor que cualquier otro idioma».

Escuchándolo, se hace evidente por qué eligió como título para su conferencia de John La Rose Memorial “Resistiendo el Imperio Metafísico: el Lenguaje como Zona de Guerra”. Pero mientras que el lenguaje está constantemente en el pensamiento de Ngugi, no limita sus ideas sobre la lucha continua de África simplemente a esto.

«Para África, lo más importante es asegurar nuestros recursos naturales, nuestro entorno económico, nuestra política, nuestra cultura. Si se puede asegurar esa base, cada país y el continente de África en general, se puede comprometer con otros continentes, sobre la base de dar y recibir. Pero ahora mismo, el problema es que en África, ni siquiera hacemos uso de nuestros propios recursos, negociamos un precio para ellos”.

«Pero no fabricamos con nuestros recursos. Me gustaría ver a Zambia haciendo cosas con su cobre, a Sudáfrica teniendo compañías haciendo uso de su oro, y a Nigeria con refinerías de petróleo haciendo productos con su petróleo. Quiero ver que se fabrica en toda África usando nuestros recursos, en lugar de simplemente negociando su precio. Me gustaría ver fábricas propiedad de empresarios africanos haciendo cosas con ese material, con los recursos, en lugar de simplemente negociar un precio. Tenemos que convertirnos en un continente de fabricantes, no sólo en un continente que fija el precio de sus materias primas. África siempre ha dado a Occidente; África debe aprender a darse a sí misma. Eso será lo que hará de África una integrante de la globalidad.

«Otra cosa sería que nuestros políticos debatan sobre política y no sobre de qué grupo étnico es su oponente. Lo que la gente quiere saber de los políticos es cuál es su política para los pobres en el país. Debemos erradicar la pobreza, la ignorancia y las enfermedades. Una Unión Africana basada en la gente ayudaría a realizar esto a nivel continental».

(Publicado por primera vez en New African en diciembre de 2013).

newafricanmagazine.com

Fundación Sur

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