Hoy y mañana se celebra la 17 cumbre de la Unión Africana en Guinea Ecuatorial, un país que sufre una de las peores dictaduras del planeta. Cuando los jefes de Estado del continente pisen la moqueta del fastuoso palacio de congresos de Sipopo, construido para la ocasión con un gasto de millones de euros, decenas de miles de ecuatoguineanos seguirán mascando en silencio su frustración y su ira contra un régimen que les asfixia.
Ejecuciones sumarias, detenciones arbitrarias, falta de libertades; pobreza, infraviviendas, falta de agua o de luz. Este es el paisaje cotidiano de un país que nada en la abundancia de su oro negro, cuyos beneficios se quedan en las estancias del poder absoluto del dictador Obiang y su familia, uno de los sátrapas más crueles al sur del Sahara.
El padecer de los ecuatoguineanos, solos, olvidados e invisibles, apenas merecerá un párrafo final, con suerte, en las informaciones que nos lleguen de esta cumbre. Pero existen. Su miseria es negra sobre un fondo de negro petróleo que nos impide verlo. Negro sobre negro.
Original en Guinguinbali