La Convención Internacional sobre el comercio de especies silvestres en peligro de extinción (CITES) prohibió el lunes a Namibia y a Zimbabue vender sus existencias de marfil en el extranjero, para satisfacción de las ONG de defensa de la vida salvaje.
Ambos países habían solicitado luz verde a la CITES para vender sus existencias de marfil confiscadas o procedentes de los elefantes muerto por causas naturales, con el objetivo de financiar sus programas de protección. Después de intensos debates, los delegados de 182 países (además de los de la UE) miembros de la CITES, reunidos en Johannesburgo votaron en contra de esta polémica petición. El rechazo de por parte de CITES fue acogido con alegría por las ONG, que temían que esto pudiera suponer un incentivo a la caza furtiva.
El mantenimiento de «la prohibición existente sobre el comercio internacional de marfil es la decisión correcta para los elefantes», aseguró Ginette Hemley, director de la delegación del Fondo Mundial para la Protección de la Naturaleza (WWF). «La población de elefantes africanos está disminuyendo rápidamente debido a la caza furtiva», añadió y «abrir el mercado del marfil complicaría los esfuerzos para su conservación».
Proteger a los elefantes al igual que a los rinocerontes fue uno de los temas principales de los debates en la Cites en Johannesburgo.
El comercio internacional de marfil está oficialmente prohibido desde 1989. Pero en 1997 y 2000, el nivel de protección conferido a las poblaciones de elefantes de Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue descendió. Estas poblaciones de elefantes fueron incluidas en el Anexo II que bajo autorización especial, permitía la venta de las existencias de marfil de estos países, como fue el caso en 1999 y 2008.
Sin embargo, muchos estados y las ONG de defensa de la fauna exigen el regreso de todas las especies de elefantes al anexo I de la Convención que prohíbe completamente la posibilidad de comercio.
En el seno de la CITES, la batalla entre partidarios y detractores de un comercio controlado de marfil ha dado un giro político.
Namibia y Zimbabue, por supuesto, pero también Sudáfrica, han denunciado abiertamente a las ONG occidentales, acusándolas de «dictar» a los africanos cómo deben manejar sus recursos. «La CITES debería ayudarnos con nuestros programas de conservación en lugar de promover estas políticas y decisiones imperialistas», declaró el Ministro de Medio Ambiente de Zimbabue, Oppah Muchinguri. «Tenemos derechos soberanos y sabemos mejor que otros lo que debemos hacer con nuestros recursos naturales y la manera de utilizarlos», agregó. «Por favor, déjennos tranquilos y no vengan a decirnos lo que debemos hacer», replicó Stephen Mwansa, el número 2 del Ministerio de Turismo de Zambia.
CITES regula la protección de 5.600 especies animales y 30.000 especies de plantas.
forbesafrique.com
Fundación Sur
Artículos relacionados:
– El Comercio de marfil pone en peligro al elefante africano
– La quema de 100 toneladas de marfil en Kenia consigue repercusión mediática a nivel mundial
– Líderes africanos reunidos en Nairobi para poner fin a la caza furtiva de elefantes en África