Si pensamos que el grueso de las independencias africanas tuvo lugar en la década de 1960, hay un trecho de 30 años respecto de una emancipación muy tardía, la de Namibia. Y un único responsable de su ocupación: la Sudáfrica del apartheid. El régimen racista de Pretoria, pretendiendo imponer su hegemonía en el sur africano, prolongó en forma indebida una ocupación en un espacio vasto, muy poco poblado pero estratégico y rico en recursos pesqueros y mineros, dando lugar al inicio de una larga guerra de liberación.
A las garras sudafricanas
El dominio colonial alemán de la actual Namibia, resultado del reparto de África a finales del siglo XIX, marcó la forma de explotación subsiguiente y dejó sus huellas en el territorio. Tras la Primera Guerra Mundial se incubaba un nuevo capítulo, el del dominio sudafricano. Entre otras posesiones coloniales germanas, tras la pérdida de la guerra, la Sociedad de Naciones entregó el entonces llamado África del Sudoeste Alemán, en calidad de mandato, a la entonces Unión Sudafricana, pasando a denominarse África del Sudoeste. La Unión Sudafricana tuvo la misión de prepararlo, sin plazos, para la vida independiente. Así, Sudáfrica fue premiada por su participación en la Gran Guerra.
Los primeros pasos de la organización local del pueblo de la actual Namibia, se dieron durante la década de 1950, impulsadas como protesta por las condiciones económicas de los trabajadores por contrato, pero luego se asistió a la radicalización del movimiento. La incipiente protesta contra el apartheid sudafricano también tuvo su eco en la vecina Namibia, más que nada por la masacre de Sharpeville (21 de marzo de 1960), que incidió en la prohibición de los partidos sudafricanos y el ingreso a la clandestinidad de varias agrupaciones políticas. En 1960 en Namibia fue fundado el SWAPO (South West Africa People´s Organisation), desde una agrupación preexistente, que se convertirá en un actor fundamental para el devenir de la liberación del país.
1966 marcó un parteaguas. La Asamblea de las Naciones Unidas decidió poner fin al mandato sudafricano sobre Namibia y el territorio pasó a estar bajo su control directo. Sin embargo, Sudáfrica no obedeció la Resolución 2145 (XXI) manteniendo la ocupación que pasó a convertirse en violenta e ilegal, opuesta al derecho internacional. Para tratar el tema, la ONU creó un Consejo Nacional para Namibia. A todo lo anterior, Sudáfrica respondió reforzando el apartheid y la ocupación del territorio vecino, relegando a las homelands (reservas) a los pueblos autóctonos.
La repercusión continuó. En 1971 la Corte Internacional de Justicia consideró ilegal la ocupación sudafricana del territorio y en 1973 la Asamblea General de la ONU tildó al apartheid de “crimen contra la humanidad”. En 1978 la última lanzó un programa para la liberación namibia, que incluyó la Resolución 435 del Consejo de Seguridad.
Tres décadas de lucha y resistencia.
Frente a la nueva situación surgida desde 1966, el SWAPO decidió iniciar la lucha creando su propia ala armada (PLAN, por su sigla en inglés). Desde entonces, la agrupación fue el principal actor en la lucha por la liberación nacional. La propuesta del PLAN, ante el poderío sudafricano, fue llevar a cabo una “guerra popular”.
Los primeros grupos movilizados para denunciar las condiciones impuestas desde la Sudáfrica racista eran de la etnia ovambo, movilizados por las ofertas laborales disponibles pero sobreexplotados y con salarios de hambre. Pronto el SWAPO fue más allá de la variable étnica y se propuso accionar como un movimiento representativo de todos los pueblos namibios, aunque las divisiones no desaparecieron.
Trama regional
El conflicto namibio se inscribe en la dinámica conflictiva del África Austral, en particular por la resistencia a Sudáfrica, el surgimiento de los Estados de la Línea del Frente en 1974 y el involucramiento sudafricano en las guerras civiles de las dos ex colonias portuguesas independizadas del área, Angola y Mozambique, en 1975. Frente al conflicto angolano, Namibia fue la pieza estratégica para la invasión sudafricana de Angola. El SWAPO tuvo su cuartel general en Angola y desde allí planificó ataques a la ex colonia alemana, pues su alianza con el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) fue férrea.
Mientras el nacionalismo africano transformaba la región, Sudáfrica siguió ocupando Namibia en desafío a las Naciones Unidas. A finales de 1970, junto a Namibia (todavía bajo el nombre de África del Sudoeste) y Rhodesia (la actual Zimbabwe), la República Sudafricana era el único bastión blanco rodeado (y, desde la perspectiva bóer, amenazado) por antiguas colonias devenidas Estados africanos. Más tarde, en 1980 tras la pérdida de la guerra del régimen rhodesiano contra las guerrillas de liberación, Rodhesia obtenía la independencia transformándose en Zimbabwe . En este contexto, el régimen del apartheid solo podía preservarse gracias a la superioridad sudafricana económica y bélica sobre sus vecinos.
El objetivo del SWAPO, convencido que la única forma de hacer frente al enemigo era mediante el enfrentamiento, consistió en apoderarse por la fuerza del territorio y obtuvo ayuda financiera de la URSS, Argelia, Ghana, Corea del Norte, Cuba y Tanzania. El futuro primer presidente namibio, Sam Nujoma, en 1977 declaró: “Nosotros pensamos que sólo por la vía de una revolución violenta se puede crear un estado verdaderamente socialista en Namibia”.
Sudáfrica no cedió en su intención de seguir ocupando Namibia. En 1980 un dirigente de la SWAPO calculó más de 80.000 soldados sudafricanos en suelo namibio. Pese a la intensificación de la guerra, el proceso que condujo a la Constitución de Turnhalle (1975-1978), con la conformación de la primera Asamblea Nacional, en realidad consistió en un intento de legalizar la ocupación sudafricana pero con el retiro en 1976 de la SWAPO, a la que siguieron otros grupos. Ese año se produjo la masacre en el suburbio sudafricano de Soweto (1976) cuya repercusión afeó la imagen internacional del apartheid, a lo que se añadió la masacre de Cassinga (1978), en la cual la aviación sudafricana bombardeó un campamento de refugiados del SWAPO en el sur angolano, asesinando a 600 civiles, alegando que se trataba de una base del PLAN.
Hacia la liberación
Con la violencia en ascenso en los townships y la presión creciente internacional contra el apartheid sudafricano, en particular desde la segunda mitad de los años 80, Pretoria comenzó a sufrir algunos traspiés en su política regional. El coste de la intervención angolana y la ocupación de Namibia se percibieron muy altos. En Angola, devastada desde 1975 por la guerra civil, una condición para el retiro de las tropas cubanas había sido la implementación del plan de Naciones Unidas para la liberación de Namibia. Frente a promesas incumplidas de reforma e intentos de negociación truncos en 1986, Sudáfrica continuó invadiendo países vecinos, apoyando al bando aliado en la guerra civil de Mozambique y manteniendo su ocupación sobre tierras namibias.
Sin embargo, el cambio de panorama llegó a finales de los 80. La ayuda cubana al MPLA fue decisiva para enfrentar la superioridad militar sudafricana y operó hasta 1988, cuando comenzaron las negociaciones que finalizaron la intervención extranjera en Angola. Pretoria, tras la derrota infringida a las fuerzas sudafricanas en la prolongada batalla de Cuito Cuanavale, acordó la retirada militar de Namibia y Cuba de Angola, en total 52.000 tropas.
Se programó una hoja de ruta hacia la liberación namibia. Una misión de sostenimiento de la paz de Naciones Unidas fiscalizaría elecciones para la formación de una Asamblea Nacional y, conforme la Resolución 435, Namibia accedería a la independencia en 1990. Sudáfrica también aceptó dejar de prestar apoyo a la agrupación angolana União Nacional para a Independência Total de Angola (UNITA). A cambio, el sudafricano Congreso Nacional Africano debía cerrar todas sus bases en Angola y Sudáfrica podía ejercer su soberanía durante la transición en WalvisBay, el único puerto namibio efectivo.
Con un escenario internacional cambiante, entre 1989 y 1994 Sudáfrica, bajo importantes presiones internas y externas, se vio obligada a desmantelar el apartheid. Para fines de los años 80, varios gobiernos, sin importar la ideología, cooperaron en la liberación namibia. En noviembre de 1989 el SWAPO ganó cómodamente las elecciones, auspiciadas por la ONU, y el 21 de marzo de 1990, Nujoma se convirtió en el primer presidente namibio de la mano del SWAPO, partido aun en el poder en la joven democracia que detenta uno de los mejores índices de desarrollo humano continental y estabilidad social y política.
Original en : omerfreixa.com.ar