De todos es sabido que no existe en el Islam la variante femenina del imam (cuya función es presidir la oración y predicar). Sin embargo desde hace poco se extiende la figura de las “murchidaat” que son, traduciendo literalmente del árabe, “guías (en femenino plural) u orientadoras en asuntos religiosos”. Aunque siempre ha habido mujeres versadas en ciencias islámicas que “catequizaban” en las reuniones femeninas, el papel de la “murchida” (fem. sing.) se ha revalorizado institucionalmente para frenar y contrarrestar la predicación radical y excluyente que se difundía entre la mujeres, madres de familias, maestras, enfermeras, etc. con la consiguiente influencia en la sociedad.

Aunque en algunos países, al principio, la idea no gustó, poco a poco ha ido consolidándose como una parte esencial de la estrategia oficial contra la radicalización de las sociedades musulmanas. En Rabat (Marruecos) el Instituto Mohamed VI de formación de imames, predicadores et predicadoras quiere convertirse en la referencia para la formación de líderes de un islam tolerante en todo el continente y con ese fin acoge (becad@s) a números@s estudiantes de toda África. Pero en el continente esta “misión de formador de élites islámicas” también desean acapararla países más dudosos como es Sudán que en su International University of Africa, a las afueras de Jartum, ofrece numerosas becas de estudio en un ambiente 100% islámico.

Las “murchidaat” trabajan discretamente para “islamizar sin radicalizar” o bien según el punto de vista para “desradicalizar mediante un islam tolerante”, ya sea en la parte de las mezquitas reservada a las mujeres, en las cárceles, las casas de cultura o de la juventud, los hospitales, los programas de radio, en las clases de educación islámica en las escuelas, a través de asociaciones caritativas, en la prensa, en los velatorios, fiestas de imposición del nombre o circuncisión, etc.

Aunque no hay que atribuirles ingenuamente el adjetivo de “progresistas o feministas” si es cierto que el simple hecho de darles la palabra a la hora de formular una alternativa espiritual y educativa en el campo religioso, produce automáticamente una mejoría de la visión de la mujer en la sociedad. Y ya sabemos que educar a la mujer es educar a la sociedad.

José María Cantal Rivas, editor de AfroIslam

Fuentes:

– Quand Khartoum « éduque » et islamise l’Afrique

[Fundación Sur]