El 24 de noviembre, “Miércoles Rojo”, la Catedral Católica de Westminster (Londres), la Catedral Copta Ortodoxa de Stevenage (Hertfordshire, Inglaterra), el Palacio de Lambeth, residencia oficial en Londres del arzobispo anglicano de Canterbury, y el Ministerio británico de Relaciones Exteriores aparecieron iluminadas de rojo para recordar la injusticia, discriminación y persecución de los cristianos en el mundo. Estos no son los únicos perseguidos. El Pew Research Center, que analiza problemáticas, actitudes y tendencias en el mundo, ha llegado a la conclusión de que entre 2007 y 2017 los cristianos sufrieron acoso y persecución en 144 países y los musulmanes en 142. Pero no todos sufren el acoso de la misma manera. Mujeres y cristianos son los que sufren mayor grado de violencia. En el informe de 2020 de la Comisión Estadounidense sobre la Libertad de Religión, la mayor persecución anticristiana se daba en China, Eritrea, India, Irán, Nigeria, Corea del Norte, Pakistán, Rusia, Arabia Saudita, Siria y Vietnam. Según Portes Ouvertes (ONG internacional con sede en Harderwikj, Países Bajos), a partir de 1997 han aumentado en un 10 % las violencias de las que son víctimas unos 340 millones de cristianos. Los datos de los 50 países donde mayor es la persecución muestran que la sufren 1 de cada 6 cristianos africanos y 2 de cada 5 cristianos asiáticos, con una media diaria de 13 cristianos asesinados. Nigeria encabeza con los 3.529 asesinatos cometidos por Boko Haram.
En cuanto a las mujeres, la última noticia proviene de Human Rights Watch y es del 7 de diciembre: en los últimos tres años, un grupo yihadista conectado con el Estado Islámico y activo en el Norte de Mozambique ha secuestrado a unas 600 mujeres y niñas para convertirlas en esposas y esclavas sexuales. Precisamente, entre las intervenciones que tuvieron lugar en la ceremonia del 24 de noviembre, llamaron la atención las del pakistaní Nazir-Ali, antiguo obispo anglicano de Rochester, la de la abogada de derechos humanos Michele Clark y la del encargado de información de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en ingés), John Pontifex. Los tres se refirieron al sufrimiento de las jóvenes cristianas, especialmente en dos países musulmanes, Egipto y Pakistán. “Se debiera presionar a la ONU para que agregue la conversión y el matrimonio forzados a la lista de crímenes de violencia contra las mujeres”, declaró Nazir-Ali, refiriéndose a uno de los mayores problemas de los cristianos de su país. Michele Clark, que ha investigado la situación de las cristianas coptas en Egipto, describió las conversiones forzadas como «una guerra de desgaste contra los cristianos, en la que se sirven de las mujeres«. “A diario, niñas y mujeres viven bajo la amenaza de ser secuestradas, violadas, obligadas a convertirse y casarse con su secuestrador«, explicó John Pontifex.
No se trata de un fenómeno reciente. Lo denunció en 1976 Shenuda III, jefe de la Iglesia Copta Ortodoxa, y en 1999 la ONG americana Freedom House. Fue mencionado en los informes de Christian Solidarity International (CSI) de 2009 y 2012 y de United States Commission on International Religious Freedom (USCIRF). Un estudio especial, Les enlèvements, conversions et mariages forcés concernant des jeunes filles coptes (Los secuestros, conversiones y matrimonios forzados de jóvenes coptas) fue publicado en 2015 por Oficina francesa de protección a las personas refugiadas y apátridas (OPFRA). El informe más reciente, del 24 de noviembre pasado, Hear our cries (Escuchad nuestros lamentos), es el de ACN, que califica el fenómeno de “complejo, violento y oculto”. “La presión social, el miedo a avergonzar a la familia [a veces por la posible publicación de la violación de la joven], y las amenazas de los secuestradores hacen difícil cualquier investigación”. A lo que hay que añadir, especialmente en Egipto, el que en ciertos casos la conversión puede no ser forzosa, ya que permite a las jóvenes mejorar económicamente, o separarse de un marido copto del que no podían divorciarse. No obstante, parece creíble la afirmación de Michelle Clark: “Secuestrar a mujeres coptas es una manera de ir eliminando a la población copta”. Lo confirma la entrevista de un ex secuestrador mencionada por Presence Magazine el pasado mes de marzo, según el cual existen en Egipto redes especializadas en el secuestro de jóvenes coptas “para afianzar el Islam y debilitar el Cristianismo”.
Más difícil todavía es la situación de las jóvenes no musulmanas en Pakistán. Según el “Mouvement pour la Solidarité et la Paix”, citado por Vatican News el 10 de noviembre de 2020, unas 1.000 mujeres son obligadas cada año a convertirse en ese país asiático de más de 200 millones de habitantes, en el que es musulmana el 96 % de la población y son numerosos los musulmanes extremistas. En julio de 2020 Le Figaro publicó la historia de Maira Shahbaz, joven cristiana de 14 años, secuestrada el 28 de abril por Mohammed Nakash y dos cómplices, todos armados. La familia de Maira denunció el secuestro. Pero el 5 de mayo, día del juicio, 150 hombres se presentaron para defender la versión de Nakash de que Maira tenía 19 años y se había convertido al Islam. Según la legislación pakistaní, ni el matrimonio ni la conversión son válidos en menores de 18 años (hasta esa edad el hijo sigue por ley la religión de sus padres). Los padres de Maira presentaron ante los jueces el certificado oficial de nacimiento de la niña, los de la escuela y los de la Iglesia católica que probaban la minoría de edad. Pero los jueces decidieron que Maira tenía 19 años y que la conversión y el matrimonio eran válidos. Más flagrante había sido el caso de otra joven de 14 años, Huma Yunus, secuestrada el 10 de octubre de 2019 por Abdul Jabar, que pretendía que la joven se había convertido y casado libremente. Los jueces decidieron que primaba la Sharia sobre la legislación pakistaní, y que aquella permitía el matrimonio desde el momento en el que la joven había tenido sus primeras reglas.
Como queriendo que la injusticia de los jueces fuera legalmente menos evidente, el 23 de julio de este año, el Ministro de Asuntos Religiosos, Noorul Haq Qadri, ha declarado ante una comisión parlamentaria que estudiaba los derechos de las minorías, que él no se opondría a que se rebajara el requisito de los 18 años para validar la conversión religiosa (al Islam, naturalmente).
Ramón Echeverría