Los trabajos en África están bien definidos, según géneros; no es fácil superar esos estereotipos que fija la tradición.
¿Contra qué rasgos culturales luchan las mujeres somalíes?
Tradicionalmente la mujer africana, en zonas rurales, permanece en casa, se ocupa de los niños pequeños y produce los alimentos de consumo en la parcela familiar. En la ciudad suelen ganase la vida cocinando en el mercado y vendiendo platos de comida ya preparada, a personas empleadas.
En el caso de Somalia, al parecer, las mujeres suelen vender tazas de leche o de té a los viandantes. Pero algunas han descubierto que ciertos trabajos reservados a los hombres son más lucrativos
¿A qué trabajo nos referimos en este caso?
Somalia tiene 3025 kilómetros de línea de costa; esto conlleva que la pesca sea una de las actividades privilegiadas en el país. Pero la pesca y la venta del pescado es cosa de hombres. Algunas mujeres han descubierto que mientras que vendiendo leche y té ganan lo suficiente para sobrevivir un día, vendiendo pescado en el mercado les da para alimentar y vestir a la familia y pagar los gastos de escuela de sus hijos. Para muchas de estas mujeres somalíes este descubrimiento ha sido como una puerta abierta a la esperanza.
¿Pero los hombres protestan?
Efectivamente ya que las mujeres se están entrometiendo en lo que tradicionalmente es trabajo exclusivo de los hombres. Fardowa Hadmed es una mujer de 32 años, que vive en la ciudad de Kismaayo, de unos 160.000habitantes, eminentemente pesquera. Como otras muchas mujeres ha decidido irrumpir en el terreno de los hombres. Nos dice: “Los hombres no creen que seamos lo suficientemente fuertes para este tipo de trabajo… ellos se aprovechan de normas culturales y bloquean a las mujeres que intentan unirse a un negocio que han dominado hasta ahora”.
¿Cuál es la mayor dificultad que las mujeres tienen que superar?
Son los hombres los que salen a pescar con sus barcas, por lo tanto, controlan la pesca que llega a puerto. Con todo, mujeres como Fardowa están decididas a forzar su entrada en el negocio, porque vendiendo pescado ganan cuatro veces más que vendiendo tazas de té. Cada mañana, de madrugada, se dirige al puerto pesquero y logra comprar el pescado que luego venderá en el mercado de la ciudad. Algunas amistades la han ayudado a introducirse en esta industria. El siguiente paso será que las mujeres somalíes posean también los barcos de pesca.
Bartolomé Burgos
[Fundación Sur]