Cuando se celebran 125 años de la campaña contra la esclavitud del Cardenal Lavigerie, me parece interesante ver cómo el espíritu que lo animó continua hoy en mujeres que tienen su misma pasión: luchar de un modo o de otro contra distintas formas de esclavitud: pobreza, ignorancia, abusos, tráfico de personas, la trata con fines de explotación sexual, exclusión… Muchas de ellas lo hacen con un trabajo silencioso y humilde. Circunstancias especiales han hecho que algunas puedan dar visibilidad al trabajo silencioso y humilde de la mayoría. Entre ellas hay dos que se han distinguido en la lucha contra las nuevas esclavitudes, concretamente contra la trata de mujeres. Se llaman Connie Gemme y Lea Ackermann. La primera nació en Estados Unidos, la segunda en Alemania. Las dos pertenecen a la congregación de Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África y han trabajado durante muchos años en este continente. La primera en África del Oeste, la segunda en África del Este. Ambas se sienten inspiradas en su labor por la acción iniciada hace 125 años por el fundador de su congregación, para luchar contra la esclavitud:
«El Cardenal Lavigerie se ha convertido para mi en guía y fuente de inspiración, estimulándome a entrar en el combate contra la trata humana», dice Connie y Lea añade: «Nuestro carisma fue desde el principio la promoción de la mujer africana. Nuestro fundador, en 1888, lanzó una gran campaña europea de lucha contra la esclavitud. Por estas dos razones veo que mi trabajo se encuentra en plena comunión con el carisma de mi congregación pues estoy salvando de la esclavitud de la trata a mujeres africanas».
Mujeres víctimas de una nueva esclavitud
A finales del siglo XX proliferan nuevas esclavitudes, mujeres y niñas son víctimas del tráfico de personas y condenadas a la prostitución. Hoy, la trata de mujeres con fines de explotación sexual se ha convertido en un gran negocio tan opaco como jugoso. Se ha dicho en más de una ocasión, que la trata de mujeres, sería en el siglo XXI el tercer negocio en importancia después de los de tráfico de drogas y de armas. Hace unos años el Consejo de Europa alertaba sobre este problema diciendo que en Europa eran vendidas cada año 4 millones de mujeres. Obligadas a trabajar durante jornadas de más de quince horas, son sometidas a toda clase de vejaciones y violencias físicas y sociológicas para hacerlas más vulnerables. Viven amenazadas con represalias sobre ellas o sus familias y muy pocas se atreven a denunciar la situación.
Es muy difícil encontrar estadísticas que no sean aproximativas. Por ejemplo, cuando se habla del porcentaje de mujeres africanas explotadas sexualmente en Europa se habla de cifras que oscilan entre el 5 y 7%. Lo cierto es que la tendencia va en alza y que detrás de cada cifra, más o menos exacta, hay personas cuya dignidad y derechos estás pisoteados.
Sin contar a las mujeres explotadas por el turismo sexual, en países como Kenya o Senegal, o a las que lo son en África del Sur, procedentes de Angola. Mozambique, Etiopia, Kenia y Malaui, se calcula que de África parten cada año unas 35.000 mujeres para la industria del sexo. Industria controlada en un 84 % por mafias que trafican con personas. En España la mayoría de las mujeres africanas explotadas sexualmente serían nigerianas, seguidas de las ghanesas y ecuatoguineanas.
Connie Gemme, llevaba ya muchos años trabajando en Ghana cuando entra en el combate contra la trata humana
En 1995, compañera representante de una fundación holandesa contra la trata SRTV visita Ghana. Esta fundación está formada religiosas de trece congregaciones de religiosas y seglares católicos y protestantes, muchos de ellos con experiencia multicultural y contactos en países en desarrollo donde han trabajado. Uno de sus objetivos es informar y hacer tomar conciencia del problema de esta esclavitud de tiempos modernos que va en aumento. En efecto, a Europa y a Estados Unidos llegan, engañadas con falsas promesas, mujeres con pasaporte de este país, aunque, como se descubrirá más tarde, algunas provienen de Nigeria. Además de informar para prevenir, la delegada también quería encontrar a alguien que hiciera de puente entre la SRTV y Ghana, para facilitar la reinserción de mujeres que quisieran volver. En Tamalé (Ghana) encuentra a la persona idónea: Connie. La misionera, recientemente jubilada, es la iniciadora del proyecto COLWOL (Colaboración con Mujeres en Dificultad) para ayudar a mujeres a adquirir las competencias necesarias para poder ganarse la vida con su trabajo sin tener que prostituirse. Conoce bien el país y se encuentra a gusto en su nueva actividad…
Connie acepta ser esa persona «puente» y durante años se implicará a fondo para informar y concienciar a las potenciales víctimas de la trata, explicando los peligros de la emigración con falsas promesas de un buen trabajo, de estudios y hasta de matrimonio. Utiliza todos los medios que tiene a su alcance para hacerlo: Charlas en iglesias y escuelas a grupos de mujeres de la ciudad o del campo, entrevistas en la radio, la televisión y en los periódicos… Algunos voluntarios se unen a ella y se pueden organizar algunas ONG en tres regiones del país, para impedir que muchas jóvenes fuesen engañadas. Entre los muchos casos referidos por Connie, sobre chicas libradas de la trata, retengo uno significativo de cómo funcionan las mafias: «Ocho jóvenes entre 15 y 19 años habían sido enviadas de Nigeria a Ghana clandestinamente en espera de obtener pasaportes ghaneses con la complicidad de funcionarios y ser enviadas a ultramar. Ellas no se habían dado cuenta de que serían enviadas como prostitutas, traficantes de droga o los dos al mismo tiempo».
En 2004, Connie vuelve a USA, allí continúa su compromiso contra el tráfico de personas, y desde allí sigue apoyando, para ayudar a las Victimas del Trafico Humano en Ghana, el “Hogar de Socorro Constance Gemme”.
Lea Ackermann, descubre la terrible realidad del turismo sexual en Kenia. Misiosionera de Nuestra Señora de África desde 1960, Lea había trabajado durante varios años como profesora en Uganda y Kenya. En Mombasa fue testigo del turismo sexual que trataba a mujeres y niñas como objetos de comercio. Se interesó por lo que vivían y fue descubriendo una terrible realidad que se convirtió en su terreno de acción. Poco a poco pudo establecer una relación de confianza con algunas prostitutas que le hablaron de sus problemas: las enfermedades, los ingresos irregulares, los gastos excesivos, las necesidades de salud de los hijos, el desprecio de la gente, el miedo a la policía… De las confidencias se pasó a la reflexión. ¿Qué hacer para cambiar la situación?
El Obispo de Mombasa puso a su disposición una casa para que las mujeres que lo deseasen pudieran reunirse para reflexionar y encontrar ideas que les permitiesen ganar dinero y recibir la formación adecuada para conseguirlo. En 1980, nace la asociación SOLWODI (Solidaridad con las Mujeres en Situación de Desamparo) para acompañar, dar una formación y nuevas oportunidades. A las prostitutas más jóvenes (12-17 años), cuando es posible, se les ayuda a volver a la escuela.
En 1988, Lea vuelve a Alemania. SOLWODI continúa el trabajo iniciado por ella. Gracias a esta asociación, miles de mujeres y niñas han abandonado la industria del sexo en Kenia.
En Alemania, Lea se centra en la información y la denuncia. Se integra en un proyecto de apoyo a las mujeres extranjeras victimas de la trata, que desean volver a su país de origen, pero no lo hacen por carecer de dinero para ello. Tampoco tienen perspectivas laborales una vez de regreso si no tienen el apoyo necesario para integrarse. El gobierno federal alemán apoya la iniciativa SOLWODI que ayuda a las mujeres extranjeras víctimas de las redes de prostitución, de varios modos: pagando un año de formación, financiando mini-proyectos gestionados por ellas y con subvenciones. El trabajo empieza con el contacto directo con las mujeres en situación de desamparo. Algunas mujeres acuden a los centros o llaman por teléfono. A veces, después de una redada son llevadas allí por la policía. En los centros se les proporciona una asistencia jurídica para ayudarlas a declarar correctamente ante el juez y evitar que, las víctimas, muchas veces en situación irregular, “se conviertan en culpables”, sean expulsadas inmediatamente y los explotadores no sean condenados porque el juicio no pudo realizarse. Conseguir el cambio de la ley de extranjería ha sido un triunfo. Las mujeres pueden quedarse y ayudar a la justicia contra las mafias de la trata.
Otro aspecto de la ayuda a las mujeres explotadas es facilitar medios para regresar a su país de origen si lo desean, gracias a los corresponsales y socios en toda Alemania y en muchos de los países de origen de las víctimas. Gracias a las congregaciones religiosas asociadas a su trabajo SOLWODI, dispone en Alemania y fuera de ella de una red de más de 20.000 casas dispuestas a alojar a esas mujeres (a veces con hijos), acompañarlas a hacer trámites, apoyarlas, ayudar a gestionar el dinero, etc. Un magnífico trabajo en red que está dando muchos frutos.
Tanto el trabajo de Connie como el de Lea, se inspiran en la pasión de Lavigerie de romper cadenas que esclavizan. Informar, denunciar y actuar son las tres armas empleadas. Como él, ellas pueden decir, con cada una y cada uno de sus misioneros y misioneras “la injusticia me subleva”. Optar por la justicia supone cultivar ciertas actitudes; abrir los ojos a la realidad, leer los signos de los tiempos, desarrollar la conciencia critica para descubrir las causas de las injusticias y comprometerse concretamente en la lucha contra ellas. Este 125 aniversario es la ocasión para nosotros de implicarnos más y mejor en la lucha contra las nuevas esclavitudes.