Mujeres fuertes, por Chema Caballero

15/09/2010 | Bitácora africana

Mr. Mohamed Lamin Samura es un maestro que enseña en la escuela primaria de Kathantineh. Vive en Yebaya y todas las mañanas sale de su aldea, cruza Kakola y llega a su escuela a enseñar. Lleva así años.

El pasado veintiséis de septiembre recibí una carta suya en la que me pedía que le diese la baja como maestro en nuestra misión porque quería ir a enseñar con otra agencia o misión. Quedé muy sorprendido porque no esperaba nada parecido de él, nunca había venido a la oficina con ninguna queja. Lo que más me fastidiaba era que si se iba perdía uno de los pocos maestros que están en las nóminas del Ministerio de Educación. Por eso le contesté con otra carta en la que le indicaba que según la ley tenía que informarme con seis meses de antelación a dejar el puesto y que por tanto no podía darle de baja hasta el próximo mes de marzo. Hice copia de la carta a Mr. Kamara, el director de la escuela de Kathantineh, y le pedí que me informase si por alguna razón Mr. Samura no acudía a su puesto de trabajo.

La semana pasada Mr. Sam Bangura fue a Freetown a recoger los sueldos de los maestros en nómina del Ministerio. A los pocos días de volver, Mr. Kamara me trajo el sueldo de Mr. Samura en una bolsa de plástico y me lo entregó diciendo que Mr. Samura no había acudido a la escuela en todo el mes de septiembre y que por lo tanto no deberíamos pagarle. Al día siguiente vino Mr Samura a pedir su sueldo. Le expliqué lo que Mr. Kamara había comentado y él negó que fuera verdad. Le pedí que viniese junto con Mr Kamara para aclarar el asunto.

Esta tarde, después de clase ha venido Mr. Samura pero no con Mr Kamara sino con su madre. Los dos se han sentado en la oficina y la madre ha comenzó a hablar pidiendo disculpas por no hablar bien el idioma de los blancos, refiriéndose al krio. Así, chapurreando, la señora me contó como quedó viuda cuando su hijo, Mr Samura, era muy pequeño y como nunca volvió a casarse. Ella quería que su hijo estudiase y para poder pagarle los estudios trabajo la tierra, sembró y vendió las cosechas. Así consiguió que su hijo fuera a la escuela secundaria y luego a la Escuela de Magisterio. Y concluía con una gran sonrisa:

He sufrido toda mi vida para sacar adelante a mi hijo. Ahora no puedo trabajar. Cada vez que mi hijo recibe su salario me da dinero para que yo pueda comer y vivir. No necesito mucho, pero si lo suficiente para comer. Si tú no le pagas ¿cómo voy a comer yo este mes?

Y se me quedó mirando con unos ojos sinceros, claros y profundos. Cuando conseguí apartar los míos de ellos me dirigí a Mr Samura y le dije:

Mr Samura esto es un golpe bajo, así no vamos a solucionar el asunto.

Fue entonces cuando él comenzó a hablar por primera vez en todos estos años y sacó a flote todas sus quejas contra Mr Kamara que según él le hace la vida imposible. También habló del miedo que le produce cruzar Kakola cada día y como más de una vez los habitantes de esta aldea le han amenazado con dispararle con una fusil de bruja.

Kakola y Yebaya son dos aldeas rivales. Llevan años disputando tierras limítrofes. Durante la guerra, la gente de Yebaya se levantó una noche guiada por Atila, un soldado de la aldea que se unió a los rebeldes y que ahora vuelve a ser parte del ejército, y entraron en Kakola, mataron a doce jóvenes a machetazos e hirieron a otros tantos. Todos los demás se salvaron porque pudieron huir a la selva. El rencor y la rivalidad siguen.

La madre miró a Mr. Samura y le dijo que porqué no le había contado esas cosas antes y que porqué no había venido a decírmelas a mí. Mr Samura se me antojó un niño pequeño que ha cometido una travesura y ha sido descubierto por su madre. No sabía que contestar. Sólo dijo:

Mamá te juro por la leche que me distes que todo lo que he contado es verdad.

Entonces yo aproveché para proponerle un trato. Le dije que le cambiaba de escuela, el próximo lunes mismo, a cualquiera que él eligiese, con la condición de que se quedase a trabajar con nosotros. Y él me contestó:

La verdad es que no quiero dejar la misión, llevó trabajando con vosotros toda mi vida y siempre me habéis ayudado, sólo que no sabía como enfrentarme a Mr Kamara y a la gente de Kakola, si tu me das la oportunidad de salir de allí yo no me voy.

Te lo he dicho, dime a que escuela quieres ir y te mandó allí el lunes mismo.

Luego saqué su sueldo del cajón y se lo entregué. Quedamos en que vuelve el lunes para decirme a que escuela quiere ir. Cuando se levantaban para irse la madre le dijo:

Aprende para la próxima vez que tengas problemas, es mejor hablarlos cuanto antes y no guardártelos para ti.

Mujeres fuertes como la madre de Mr Samura me desarman y me dejan sin argumentos.

Hablando de mujeres y de otro Mr Samura, el cocinero francés que tenemos en la misión. Esta mañana pasé por la cocina y me lo encontré llorando. Como estaba pelando cebollas imaginé que era por eso y quise gastarle una broma, pero me contestó, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano:

Mi mujer acaba de irse, me ha abandonado, y lo que es peor se ha llevado todas mis posesiones.

¿Cuándo ha sido?

Hace poco, cuando he ido al mercado a comprar me han dicho que la han visto subir a un coche con muchas bolsas y cajas y que se ha ido a Freetown.

¿Y qué vas a hacer? ¿Quieres el día libre para ir a buscarla?

De nada servirá ya habrá vendido todas mis cosas.

Pero podrás hablar con ella y ver que es lo que pasa.

No quiero hablar con ella, quiero mis cosas. Si quiere irse que se vaya, ya encontraré otra mujer, pero no tiene derecho a limpiarme así.

Los viernes es el día tradicional de fuga de las mujeres. Cuando una mujer quiere dejar a su marido aprovecha el jaleo del lumah y el hecho de que haya vehículos que salen a todas horas para irse sin que el marido se enteré. Quizás es la única salida que le queda a muchas de ellas.

Se notaba que Mr Samura estaba muy afectado, por su propiedad que no por su mujer, porque el plassas, la salsa para el arroz, que ha hecho hoy no había quién se la comiera.

Y ya que hablamos de cocineros, la semana pasada tuvimos que despedir a Samuel, el cocinero suplente y limpiador de la casa. Bruno lo pilló in fraganti en su habitación robando dinero. Era la tercera vez que lo pillábamos robando en el último año así que decidimos despedirle por no podernos fiar de él.

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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