Mujeres de Mali “Llegó el tiempo de andar erguidas”, por Paquita Reche, mnsa

9/10/2009 | Bitácora africana

“Nosotras las mujeres, ya no caminamos con la espalda curvada, los ojos bajos. Llegó el tiempo de andar erguidas, de levantar la mirada”

Así cantaba, no hace mucho, la trovadora del poblado de Montón. Emplea imágenes fuertes para evocar lo que fue ayer la condición humillante de muchas mujeres: “espalda curvada”, “ojos bajos”, y las contrapone con el “andar erguidas” y “levantar la mirada”, signos de una dignidad y un orgullo conquistados. Con ellas se celebran la lucha y los logros en estos últimos años de las mujeres de una de las regiones más pobres de República de Mali. Las comprenderemos mejor situándolas en un país y entorno social.

Mali, país rico en contrastes

Mali, situado en África Occidental, fue cuna de una antigua e importante civilización negro africana. Colonizado por Francia, se independizó en 1959. Tiene una extensión de 1.220.190 kilómetros cuadrados y es un país rico en contrastes: desierto al norte, al sur sabana seca y sabana húmeda, bañadas por los ríos Senegal y el Níger, que fertilizan los campos. La economía se basa esencialmente en la agricultura, la pesca, el artesanado y el comercio. A pesar de ser un gran productor y exportador de algodón, la pobreza alcanza a casi dos tercios de la población y las mujeres son las más afectadas por ella. Fatimata Dembelé, en un artículo sobre la mujer rural en Mali, publicado en 2005, decía que el 88% de la población pobre, estaba en el medio rural y la mayoría de ellos eran las mujeres.

Aunque el francés es la lengua oficial, el bámbara, lengua materna del 80% de los malienses, es la más hablada. El 90 % de los habitantes de Mali son musulmanes. Hay una minoría animista de 9% y una pequeña minoría cristiana de poco más de 1%.

Las mujeres constituyen más del 51 % de la población. Menos alfabetizadas, 12 %, frente al 27 % de hombres. Ellas representan casi el 33% de la población activa y juegan un papel socio-económico y cultural importante, sobre todo en la agricultura, tanto a nivel familiar, como en el de grupos de edad o asociaciones femeninas. Pero, aunque la legislación moderna les reconozca el mismo derecho que a los hombres al acceso a títulos de propiedad y a créditos hipotecarios, las mujeres tienen muchas dificultades para acceder a ellos, ya que según la costumbre, las mujeres sólo pueden ocupar tierras marginales.

Una élite que tuvo la suerte de ir a la escuela

En Malí hay mujeres que forman parte de una élite que tuvo la suerte de ir a la escuela, tener una buena formación académica y profesional, que les permitió desde hace tiempo, “andar erguidas y levantar la mirada”. Están presentes en la sanidad, la educación, los medios de comunicación, la política, los negocios, el arte. Algunas emprendieron la lucha por la promoción de la mujer hace más de cincuenta años, como Jacqueline Ki-Zerbo, nacida en el seño de la primera familia cristiana de Malí fue una de las primeras universitarias del país. Casada con el conocido historiador burkinabé, J. Ki-Zerbo, ejerció la mayor parte de su vida profesional en Burkina Faso en donde la conocí y pude colaborar con ella, durante mi primera estancia en ese país.

Poco después de la independencia, no pocas mujeres empezaron a luchar en asociaciones para mejorar su situación jurídica y social, así como por la supresión de ciertas costumbres como la ablación, de la que el 90% de las mujeres son víctimas. Aminata Coulibaly ha jugado un gran papel en la radio y en el cine protagonizando la película Moodaale, para luchar contra esta costumbre tan extendida y arraigada…

No podemos olvidar a la maliense más conocida al exterior, Aminata Traore, su voz se alzar en muchos foros sociales y otros encuentros internacionales para denunciar los aspectos negativos de la globalización y las políticas del Banco Mundial, también contra la sociedad cuyo valor principal y vara de medir son el tener y el consumir.

Muchas de las reivindicaciones femeninas, aunque no todas, se han visto reflejadas en el Código de la Familia, que la Asamblea aprobó casi por unanimidad en agosto de 2009. A pesar de sus límites, no prohíbe la ablación y prevé la revocación de la monogamia con el consentimiento de la mujer, tiene aspectos que la favorecen: fija la edad mínima del matrimonio en 18 años, suprime el deber de obediencia y establece la igualdad entre hombre y la mujer a la hora de heredar, cuando el derecho musulmán sólo le reconoce el derecho a la mitad. Por eso el Alto Consejo Islámico se opone y lo rechaza. Las presiones son tan fuertes que muchos se preguntan si podrá promulgarse en la fecha prevista.

La lucha de las mujeres rurales por conseguir la soberanía alimentaria

La gran mayoría de las mujeres malienses no han tenido la suerte de ir a la escuela y forman parte del grupo más afectado por la pobreza, especialmente en las zonas rurales. Las mujeres se unen para luchar contra ella. Gracias a Grupos y Asociaciones, la precaria situación de las mujeres rurales está cambiando. Un ejemplo significativo lo encontramos en una de las zonas más secas y áridas, la región de Kayes. Allí nació un proyecto para mejorar las condiciones de vida de las mujeres y de sus familias, aumentar el poder económico y la toma de decisión de las mujeres. En el Informe de la FAO “Caminamos con las mujeres” se evalúa el proyecto y el impacto que ha tenido sobre la seguridad alimentaria, la salud, la calidad de vida. La introducción del cultivo de hortalizas, actividad que era desconocida en la zona, ha contribuido a mejorar la alimentación. El resultado de los huertos colectivos, donde se han podido cultivar hortalizas y legumbres, ha motivado a las mujeres a cultivar también huertos personales. El empleo de semillas seleccionadas, la introducción de nuevas especies, la mejora de técnicas para proteger los cultivos ha permitido producir más y mejor, aumentando la seguridad alimentaria y ha teniendo un impacto importante sobre la economía de las mujeres.

El proyecto también ha apoyado especialmente a llamados GIE, grupos de interés económico con asistencia técnica y créditos para la crianza de animales, como los borregos destinados a las grandes fiestas musulmanas. La construcción de pequeños embalses ha hecho posible la piscicultura. Pero hacer plantaciones de árboles frutales (mangos, cítricos, papayas…) en sitios favorables, ha sido más difícil para las mujeres a causa del derecho tradicional sobre la tierra. Éste reserva a los hombres la tierra cultivable y el poder plantar árboles. Las mujeres sólo podían hacerlo en el patio de la casa. Fueron necesarias largas y perseverantes “negociaciones” para llegar a un acuerdo con las autoridades tradicionales. “Al sostener esta actividad con las mujeres, dice el informe, el proyecto ha empezado a introducir cambios en el derecho tradicional para conseguir una distribución más equitativa de las tierras y los medios de producción”. Estos cambios son muy importantes, teniendo en cuenta el peso de la tradición, en esta sociedad.

La apertura de 15 mercados rurales, para comercializar lo que no consumen las familias, ha contribuido al desarrollo económico de la región. Las mujeres pueden vender sus productos y pueden comprar en ellos productos de primera necesidad, como cereales, pescado seco, vestidos y otros, traídos por los comerciantes de Kayes y hasta de Mauritania.

Las mujeres pueden estar orgullosas del trabajo realizado. “Llegó el tiempo para ellas de andar erguidas y con de levantar la mirada”.

Autor

  • Reche, Paquita

    Nació en Chirivel (Almería). Estudió Magisterio en Almería, Licenciaturas de Pedagogía y de Filosofía, en la Complutense de Madrid.

    Llegó por primera vez a Africa en 1958 (a Argelia): después estuvo en Ruanda, Guinea Ecuatorial y desde el 1975 en Burkina Faso.

    En África trabajó como profesora en el Instituto Catequético Lumen Vitae de Butare, Profesora de enseñanza secundaria de español y filosofía; Universidad Popular (filosofia). También ha colaborado con Asociaciones de mujeres y con niños de la calle en Burkina Faso.

    Está en España desde 2004, actualmente, en Logroño. Colabora con la revista de los misioneros de África "Africana", Los Comités de Solidaridad con África Negra y con Rioja Acoge.

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