Mujeres activistas lucha por la paz en la RD del Congo, por Bartolomé Burgos

30/10/2024 | Bitácora africana, Crónicas y reportajes

Las mujeres están acusando ante los tribunales a los agresores, y mediando en los conflictos locales, con la esperanza de poner fin a décadas de violencia.

¿Son mortales los conflictos de la República Democrática del Congo?

Un conflicto de casi veinte años que ha matado a 5 millones de personas y trastornado las vidas de millones más, la República Democrática del Congo vuelve a caer en el caos. Desde 1996, múltiples guerras han sido desencadenadas por una proliferación de grupos armados, instituciones estatales débiles, un ejército disfuncional y luchas locales por el poder y los recursos. Los acuerdos de paz, las elecciones, el despliegue de una misión de mantenimiento de la paz de la ONU y los esfuerzos de cientos de organizaciones humanitarias no han logrado transformar estas dinámicas. En la actualidad el territorio está sufriendo una lucha feroz entre El movimiento M23, apoyados por Ruanda, y una coalición de grupos armados rebeldes armados por el ejército. Como resultado unos 40 000 civiles han abandonado sus hogares. Por su parte, recientemente, los rebeldes del M23 masacraron a 171 civiles y violaron al menos a 66 mujeres

¿Y qué hacen las mujeres activistas?

Curiosamente son muy numerosas las activistas que trabajan para mejorar la situación de la mujer en zonas de conflicto. Cada una trabaja en su zona o en su población. Intentan establecer un diálogo entre los soldados y las comunidades, rastrear las violaciones de derechos humanos y abogar por el fin de la impunidad. Por ejemplo, Bihamba dirige una asociación para sobrevivientes de violencia de género: “Las mujeres ya no podemos quedarnos con los brazos cruzados”.

¿Qué otras actividades llevan a cabo?

Una red de mujeres que trabajan como observadoras de la paz. “Aquí, la inseguridad es un ciclo”, Observando la llegada de nuevos refugiados les hacen preguntas, y las activistas por la paz locales pueden proporcionar información valiosa sobre hacia dónde avanzarán los rebeldes. Después de recopilar información, algunas de las mujeres desplazadas se acercan al comandante del ejército congoleño para compartir su inteligencia. Los rebeldes se visten como civiles cuando vienen a explorar sus ataques. Pero la mujeres saben quiénes son y pueden colaborar para mantener los campos seguros.

¿Se entienden bien las mujeres y las autoridades?

Históricamente, la colaboración entre los grupos de mujeres y las autoridades ha sido difícil, pero gracias al trabajo incansable de las mujeres que siguen abogando ante los comandantes de policía, oficiales del ejército y líderes tradicionales, las cosas están cambiando lentamente. Documentan sobre abusos sexuales y abusos contra los derechos humanos lo que es fundamental para responsabilizar a los actores armados y defender a las víctimas. El ejército congoleño es uno de los principales perpetradores de abusos. Como muchas mujeres no pueden pagar los honorarios legales, organizan colectas para pagar los 20 dólares que cuesta cada caso para llevarlo a un tribunal militar. Desgraciadamente quienes denuncian a sus agresores pueden ser asesinados en represalia para disuadir a otros de presentarse y buscar justicia.

Bartolomé Burgos

CIDAF-UCM

Autor

  • Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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