El pasado domingo seis personas fueron asesinadas en un ataque en una iglesia católica en la localidad de Dablo, en provincia de Sanmatenga, al norte de Burkina Faso.
El alcalde de Dablo, Ousmane Zongo, ha confirmado que “alrededor de las nueve de la mañana, en mitad de la misa, varios individuos armados irrumpieron en la iglesia católica y comenzaron a disparar a los asistentes que intentaban escapar”. Los atacantes «lograron inmovilizar a algunos de los fieles y mataron a cinco. El sacerdote que celebraba la misa también fue asesinado, con lo que el número de muertos ascendió a seis”.
Según las fuerzas de seguridad del país, el ataque fue perpetrado por un número estimado de entre 20 y 30 atacantes.
De acuerdo con Zongo, los atacantes quemaron la iglesia, luego las tiendas y un pequeño restaurante antes de llegar al centro de salud, donde incendiaron el vehículo de la enfermera jefe. El alcalde afirma que “en la ciudad hay un clima de pánico” y que la gente “está encerrada en sus casas sin ningún tipo de actividad funcional”. También ha confirmado que las tiendas y los almacenes están cerrados y que parece “una ciudad muerta”.
El Gobierno ha observado que “después de no haber podido enfrentar a las comunidades mediante asesinatos selectivos de líderes tradicionales y comunitarios, los grupos terroristas están atacando la religión con el objetivo de dividirlos”. Este ataque se produce dos días después de la liberación de cuatro rehenes en el norte del país por las fuerzas especiales francesas.
Burkina Faso se ha enfrentado a ataques cada vez más frecuentes y mortíferos en los últimos cuatro años, atribuidos a grupos yihadistas, entre ellos Ansarul Islam, Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes y el Estado Islámico del Gran Sahara.
Paul Oumarou Koalaga, consultor geopolítico y especialista en el Sahel, ha explicado que “es algo que tiene sentido para los terroristas”. Ha afirmado que es “sólo una extensión de los modos de operación”. Koalaga ha explicado: “Empiezan con una serie de objetivos simbólicos: las fuerzas de defensa, los primeros enemigos, las grandes infraestructuras económicas y financieras. Más adelante atacan al personal del ejército, a profesores etc. Todo esto es una estrategia bien pensada que está creciendo con fuerza”.
Hoy en día, en la zona norte del país hay más de cien escuelas cerradas y la mayoría de los funcionarios públicos, incluidos los maestros, han huido de esas zonas.
Para Corinne Dufka, de Human Rights Watch, los recientes ataques selectivos contra cristianos o determinados grupos étnicos son también «una de las estrategias» de los yihadistas «para aumentar las tensiones étnicas y desestabilizar el país».
Fuente: Slate Afrique
[Edición y traducción, María Murillo Luque]
[Fundación Sur]
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