Muchas noticias y todas malas , por Alberto Eisman

10/07/2014 | Bitácora africana

Hay días en los que la actualidad te sirve ya la entrada y el de hoy no es una excepción. En estos días el Sudán del Sur “celebra” su tercer aniversario como país independiente y la verdad es que no están en absoluto para tirar cohetes. Del entusiasmo exultante de la independencia, ya no queda nada. Las mismas imágenes sangrientas y trágicas que se vieron durante los largos años de guerra civil con los árabes de Jartum han tenido su copia más exacta en los meses de durísimos ataques entre grupos armados ya fueran de la etnia Dinka como de los Nuer. No hay diferencias entre estos dos escenarios: La misma violencia, la misma inhumanidad y la misma sangre derramada que clama silenciosamente hasta el cielo. Los mismos inocentes sufriendo a manos de opresores diferentes, ayer eran los árabes, hoy son los sursudaneses de la otra etnia. Una tristísima historia que contradice la gran esperanza que, contra todo obstáculo y situación adversa, habita en esa tierra.

Para terminar de ensombrecer todo: tal y como varias organizaciones humanitarias se han hartado de anunciar, se prevé en ese país una hambruna de dimensiones bíblicas. Las consecuencias de los enfrentamientos armados ha significado el desplazamiento masivo de personas que por tanto han sido incapaces de plantar sus campos y sus huertos. Los campos de refugiados se han multiplicado por doquier y millones de personas dependen ahora de la ayuda internacional. Ahora sólo queda esperar lo peor.

En la región, parece que en las últimas semanas hay un cúmulo de circunstancias que hacen más sombrío incluso el escenario regional. Hace dos días ha habido una matanza de casi 100 personas en varios ataques coordinados en la zona Occidental de Uganda. Una banda de hombres armados ha atacado puestos de policía y pequeñas poblaciones, causando un terrible daño. Cuáles son los motivos reales, todavía no se sabe, pero el gobierno se ha apresurado a calificarlo de un ataque de etnias rivales. Esto todavía hay que confirmarlo con pruebas, no con opiniones desde posiciones de gobierno.

En Kenia, se suceden los ataques en las regiones costeras llevados a cabo por unidades de Al-Shabaab (aunque el presidente quiera echar balones fuera de la manera más esperpéntica culpando a la oposición de ser los autores intelectuales). El reciente ataque cerca de Lamu que se saldó con casi 50 muertos no ha sido el único, ya que ha habido otros ataques menores que se han repetido en la misma zona y se duda de hasta qué punto la policía y otras fuerzas de seguridad – lastrados por fuertes sospechas de corrupción y servilismo político – pueden garantizar la integridad física de los kenianos. Los ánimos en la zona costera y especialmente en la ciudad de Mombasa, donde la mayoría de la población es musulmana, están encrespados por la presión policial, los arrestos de predicadores yihadistas y los asesinatos de prominentes figuras religiosas en ataques todavía no esclarecidos.

Incluso en la normalmente apacible Tanzania, una bomba de fabricación casera ha sido colocada en un concurrido restaurante indio de la ciudad de Arusha. Ocho personas han resultado heridas según la BBC. Un ataque que se une a la inestable situación de Zanzíbar, también se ve afectada por el florecimiento de células islamistas que quieren dejar su impronta en la región.

Como ven, todo un ramillete de situaciones que, aunque sean en general inconexas, podrían mostrar cómo la región está en plena efervescencia de de brotes de violencia entreverados de conspiraciones terroristas y étnicas, con el preocupante trasfondo de qué puede pasar en zonas ya de por sí inestables como el Kivu congolés, la frontera ruandesa, Somalia y el más lejano pero no por eso menos preocupante conflicto centroafricano. Sin llegar a ser guerras abiertas, estos escenarios son altamente preocupantes porque vemos toda una región sumida en pequeños y desestabilizantes conflictos que, aparte del sufrimiento que suponen por parte de las víctimas, ayudan a que la situación general de la región sea más tensa y más crispada y que puedan aflorar nuevos conflictos provocados por grupos que puedan aprovecharse de la inestabilidad. Una pena, vamos… ojalá que pronto podamos escribir en este blog una entrada algo más optimista y esperanzada.

Original en : En Clave de África

Autor

  • Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

Más artículos de Eisman, Alberto