La mayoría de las mujeres de Mavissanga, en la provincia de Manica, centro de Mozambique, tienen que pedalear hasta 70 kilómetros, entre ida y vuelta, para encontrar agua potable, en un viaje que cuesta una media de nueve horas, y que ha sido causa incluso de algunos divorcios. Por tradición, son las mujeres las encargadas de aprovisionar la familia de agua. Pero las consecuencias de este penoso trabajo ya se han traducido en divorcios.
“La pobreza somos nosotras mismas”, declara Berta Chitango, encinta, mientras sujeta un bebe al cuello y se prepara para iniciar el viaje de regreso a Mavissanga, con dos bidones de 25 litros cada uno, llenos de la preciosa agua, encontrada en un paraje del distrito administrativo de Save, a 30 kilómetros de su casa.
El tipo de terreno del distrito de Machaze, en el sur de la provincia de Manica, impidió que varias empresas, incluyendo dos chinas, consiguiesen realizar las perforaciones necesarias para abastecer de agua potable a la población, matando así el sueño de muchos lugareños de poder beber agua incolora y sin sal. Los pocos pozos que se ha conseguido abrir atraen a millares de personas de varias zonas, lo que hace el viaje de vuelta todavía más prolongado, debido a las largas colas de espera en las fuentes, la mayoría con bombas manuales.
Según la tradición son las mujeres las que tienen que aprovisionar de agua a la familia, transportándola en bicicletas, como la mejor alternativa al agua de las charcas y riachuelos, generalmente no potable y causa múltiples de enfermedades. “Dedicamos la mayor parte del día a ir y a conseguir el agua potable. Con el tiempo que nos queda es casi imposible realizar otros trabajos domésticos, incluyendo cuidar del marido y de los campos”, dice Berta Chithango, recordando que el problema del agua llega hasta ser causa de divorcios.
No existen estadísticas sobre el porcentaje de divorcios directamente relacionados con el problema del agua, pero la realidad sugiere que la situación ha provocado tensiones en decenas de familias en la región de Machaze, con llamamientos de parte de las autoridades para que se aumenten las fuentes de agua, y se reduzcan las distancias para conseguirla. El abastecimiento de agua potable sólo llega a 36,6% de la población del distrito de Machaze (130.528 habitantes), según datos del Programa Nacional de Abastecimiento de Agua y Saneamiento Rural (Pronasar).
En total existen 85 pequeños pozos (fuentes) de agua en la localidad de Mavissanga, que abastecen a 30.444 habitantes, pero no consiguen impedir las largas filas de espera. Varias mujeres, de pueblos distantes, prefieren ahora pedalear en grupos para encontrar el agua, y reducir así las desconfianzas, que los atrasos causan en sus relaciones matrimoniales.
Otros grupos, en los que se encuentran mujeres más jóvenes, van acompañados por una “matrona”, que generalmente pedalea sin ninguna carga en la bicicleta, para asegurar que nadie se desvíe del propósito de la dislocación. “El salir en grupo nos ayuda para que no nos asalten, pero también nuestros maridos están más seguros de que no vamos a ‘jugar’ bajo pretexto de buscar agua”, explica Fina Muchapana, que hace parte de un grupo de unas 30 mujeres pedaleando.
Filomena Maio, cuyo matrimonio se rompió a causa de los retrasos en la busca de agua, cuenta que ahora sobrevive dedicada al pequeño comercio en Chitobe, la sede del distrito, explicando que divide las ganancias para sustentar a los tres hijos de su matrimonio, y pagar los gastos de salud y educación.
En frente de este escenario, el administrador del distrito, Gabriel Machate, dice que el número de personas con acceso a las fuentes y pequeños sistemas de abastecimiento de agua ha ido aumentando. “Hemos reducido mucho las distancias que la población recorría para llegar a una fuente, con la abertura de más pozos y la construcción de pequeños sistemas de abastecimiento de agua”, asegura, dando el ejemplo de Bassene, donde la población ya no se ve obligada a recorrer 30 quilómetros, porque ya tienen su propio pozo, y asegura que el gobierno está trabajando en este sentido. Mientras tanto, para muchas mujeres el día a día todavía transcurre encima de una bicicleta.
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