Todo empezó en 1997, cuando ella cuidaba del negocio de sus padres en la ciudad de Maputo. En aquel entonces, descubrió su pasión por la actividad empresarial. Leticia Klemens fue incluso asistente de ventas en Mobil, cuando tenía apenas 17 años de edad. Hoy, pasados 12 años de actividad, la joven afirma con orgullo que el secreto para alcanzar el éxito, sobretodo en esa área, es la honestidad.
Ella empezó vendiendo extensiones (pelo artificial) traídas de Londres, reivindicando ser la primera mujer en hacer llegar ese tipo de producto al país. Años después, Leticia abrió una empresa de recursos humanos y más tarde creó la Proserv, la primera empresa en vender mosquiteras tratadas con insecticida en Mozambique, y hoy cuenta con 30 trabajadores, de lo cuales 12 están en la sede, en la ciudad de Maputo.
Mujer de nervio, que cree que el día de mañana puede ser siempre mejor, Leticia opina que es posible ser empresaria, mientras la persona sepa dónde quiere llegar y cómo quiere llegar. “Yo inicié mi negocio con apenas mil dólares, fui creciendo y hoy me considero una empresaria, no una emprendedora”, dijo nuestra entrevistada, considerando que antes de despegar con el negocio, el primer paso es el estudio del mercado, sobre todo de las necesidades que tienen el distrito, la provincia y el país.
Por no haber respetado eses presupuestos, ella pasó por una experiencia amarga. “Busqué una marca muy cara para el mercado mozambiqueño y como resultado, un año después, el negocio se fue a la bancarrota porque no tenía otra salida”, recordó.
Para nuestra entrevistada, el concepto de empresario no pasa por el hecho de que el individuo tenga mucho dinero. Ser empresario es estar en el mercado e intentar ganar dinero y, en varios momentos, usar sus propios medios para sostener el negocio. “Ser empresario es ser un profesional, es despertar por la mañana listo para el trabajo, es ser responsable no sólo por uno mismo y por su familia, sino también por los trabajadores que dependen de su negocio”.
La gran preocupación de Leticia es la falta de profesionalismo en los diferentes servicios o actividades que son creados día tras día en el país, buscando como ejemplo los salones de belleza, cuya preocupación es apenas juntar dinero y no la mejora de los servicios a los clientes. “Cuantos salones de belleza se preocupan por encontrar nuevas tecnologías para cuidar desde el pelo, piel y todo lo demás? En el mundo de fuera, las cosas funcionan así”, se lamentó Leticia, afirmando que “el gran mal de la sociedad mozambiqueña es que las personas buscan dinero y no el negocio, buscan el empleo y no el trabajo”.
Falta apoyo para jóvenes principiantes
Leticia dice haber percibido que falta apoyo para los jóvenes que están empezando en el mundo de los negocios, lo que se podría asociar al hecho de que el Consejo Nacional de la Juventud todavía no ha conseguido desempeñar un papel preponderante, sobretodo en la orientación de los jóvenes empresarios.
Nuestra interlocutora no está de acuerdo con que los jóvenes estén esperando los fondos del Gobierno, porque en realidad, el joven debe trabajar y pagar impuestos para que el Estado pueda funcionar.
Lo que debe ocurrir, según Leticia, es la creación de políticas favorables para que los jóvenes puedan iniciar su negocio, políticas que orienten a las instituciones financieras a conceder financiación a ese grupo. “Necesitamos que se fíen de nosotros, las instituciones deben confiar en los jóvenes”, dijo.
Con el objetivo de incrementar la competitividad, así como de facilitar el acceso a las financiaciones y los programas de formación en liderazgo y gestión de empresas, ella está organizando una nueva asociación de mujeres empresarias, agrupación que se presentará en Maputo la primera semana de septiembre.
Bautizada con el nombre de FEMME, la asociación propone facilitar también el acceso a los mercados internacionales, además de crear incubadoras de empresas, proporcionando encuentros entre mujeres del ramo para la discusión de temas específicos con personalidades de relieve.
Publicado en el diario Noticias, de Mozambique, el 28 de agosto de 2009.
Traducido por Laura Toledo Dauden, para Fundación Sur.
