El Presidente de Uganda Yoweri Museveni está sentado en su sillón presidencial y un asesor le pregunta:
– Asesor: Excelencia, todo parece indicar que pronto habrá una hambruna que podría asolar el país. Debería hacer algo.
– Presidente: Firmaré entonces la ley anti-pornografía
– Asesor: Señor, los indicadores alertan de un aumento de la criminalidad.
– Presidente: Me aseguraré entonces de firmar la ley anti-homosexualidad.
– Asesor: Excelencia, debería hacer algo para contrarrestar los altos índices de analfabetismo.
– Presidente: Entonces firmaré la ley anti-minifalda.
– Asesor: Señor presidente, debería hacer algo contra la malaria..
– Presidente: Convocaré a un grupo de científicos que prueben la conexión entre los mosquitos y los homosexuales.
El chiste, publicado en un rotativo de difusión regional, es sintomático de cómo está la situación en Uganda.
Como si el país no tuviera mayores problemas que abordar… En poco menos de 24 horas, el parlamento ugandés pasó hace algunos días dos proyectos de ley para proteger la moral y las buenas costumbres del pueblo. Una es la ley Anti-Pornografía que, aparte de perseguir las actividades relativas a la producción, reproducción y distribución de material sexualmente explícito. En un principio, no está mal el proteger a la infancia y la juventud de hábitos perniciosos, pero lo más complicado viene después, ya que esta ley tiene asociadas penas de cárcel para quien vista indecentemente y es por eso que la gente le ha puesto ya el nombre de “Ley Anti-Minifalda.”
Para reforzar aún más los fundamentos morales del país, los parlamentarios también han aprobado una polémica ley que fue presentada en el parlamento en el año 2009 y que hasta ahora ha hecho correr ríos de tinta: La ley Anti-Homosexualidad. Había una propuesta de “rebajar” las penas impuestas de pena de muerte a cadena perpetua o en su defecto 15 años para los delitos menores y al final los padres de la patria han tenido el detalle de quitarle algo de trabajo a los verdugos en nómina del país. El presidente acaba de firmar esta ley el 24 de Febrero de 2014.
Con medidas judiciales así se intenta poner coto a la “degradación moral” del país. El imaginario, influido y exacerbado en gran medida por las iglesias protestantes ugandesas que siguen las directrices de la corriente de la “Christian Right” norteamericana azuza los sentimientos de los ciudadanos, los cuales después de escuchar un par de exaltadas arengas entreveradas de espiritualidad asimilan inmediatamente al homosexual con el corruptor de menores y el depravador número uno de la sociedad. Si quieren saber más no tienen más que ver el documental «God loves Uganda» (no se pierdan el trailer aquí), que por desgracia todavía no ha sido presentado en este país (y tal como veo el patio dudo que se presente de manera pública)
Según los datos que manejo, en un distrito de Uganda el 31% de las niñas y el 15% de los niños han sido abusados sexualmente, principalmente por profesores y parientes, no por homosexuales depravados. Esta realidad no se quiere ver… Claro, no va uno a meter a la cárcel a tanta gente (sólo el 45% de casos denunciados de abuso sexual en menores llegaron a los tribunales). Mejor es echarles el muerto a los homosexuales que teóricamente son menos, toda una estrategia de chivo expiatorio con funestas consecuencias porque, según la nueva ley, uno puede acabar también con sus huesos en la cárcel por el mero hecho de saber que alguien es homosexual y no denunciarlo a la policía. Una caza de brujas en toda regla y toda una farfolla legalista e inquisitorial para cubrir los verdaderos problemas que afectan el país.
Sé de un profesor que tuvo que salir de una de las grandes universidades de África del Este porque ya corrían listas negras de estudiantes y profesores sospechosos de homosexualidad y se olían las hogueras condenatorias. El tabloide ugandés “Rolling Stone” no tuvo problema alguno en poner fotos de homosexuales en su portada acompañados con un artículo titulado “¡¡Colgadlos!!”. Y vive Dios que le hicieron caso: un mes después era asesinado a sangre fría David Kato, uno de los líderes de la comunidad homosexual, cuyo crimen – huelga decirlo – nunca se esclareció.
La grandeza y la madurez de una sociedad se mide en la manera como trata a sus minorías y a sus grupos más vulnerables. Se pueden imaginar cuántas personas habrá que, a partir de ahora en Uganda, sentirán un miedoso reparo al salir a la calle, al ir a clase o comprar en el mercado, sentirán pánico del posible dedo acusatorio y la delación anónima de “ciudadanos cabales” que cumplen con las leyes.
En una sociedad así de inquisitorial y tan profundamente hipócrita (estas leyes están siendo aprobadas deprisa y corriendo mientras que la necesaria ley anti-corrupción duerme todavía el sueño de los justos en el limbo jurídico), al final la persona adulta que, dentro de su libre albedrío, decida irse a la cama o compartir su vida con alguien de su mismo sexo tendrá infinitamente muchas más probabilidades de terminar a la sombra para el resto de su vida que el maestro que le mete mano a una niña de 15 años atemorizada ante las amenazas de que le bajará las notas si no consiente al toqueteo o incluso al intercambio sexual. El mundo al revés.
P.D. No ha pasado ni un día de la firma de la ley y ya el rotativo sensacionalista «Red Pepper» saca en su edición de hoy una lista con los nombres de 200 homosexuales. La caza de brujas no ha hecho más que comenzar…
Original en : En Clave de África