Mogadiscio está de moda, adivinen quién se está yendo para allá

11/02/2013 | Crónicas y reportajes

Bueno, se han contado historias de Mogadiscio, la capital de Somalia cansada de la guerra, resurgiendo milagrosamente de las cenizas como el proverbial fénix.

No es aire caliente. Después de más de 30 años de locura, y con la fuerza de pacificación de la Unión Africana AMISOM habiendo derrotado a Al Shabaab y abierto paso a una nueva constitución y elecciones, Mogadiscio está de moda.

Nuevos edificios y renovación están por todas partes en la ciudad, pero una interesante pequeña noticia recientemente ha llamado mi atención. Después de años en los que han estado sin trabajar, o pluriempleados como piratas, los pescadores somalíes están trabajando largas jornadas.

Luchan por satisfacer la creciente demanda de pescado por parte de los restaurantes, que surgen de un día para otro como los champiñones, y de la clase media somalí que está regresando al país desde la diáspora.

Sin embargo, otros tres factores sorprendentes están impulsando el boom de Mogadiscio. Uno de ellos es Sudán del Sur. En los últimos seis años muchos africanos del este, especialmente kenianos y ugandeses, iban a Sudán del Sur para trabajar y abrir negocios.

Durante un tiempo les fue muy bien. Después, se instaló un pequeño nacionalismo económico, y en los últimos dos años, Sudán del Sur se ha convertido en un infierno para los comerciantes kenianos y ugandeses, incluso para los trabajadores normales.

Kenia y Uganda tuvieron un papel crítico en la Independencia de Sudán del Sur. A pesar de eso, pruebas anecdóticas sugieren que Sudán del Sur rechaza la mayoría de las solicitudes de visados de kenianos que viajan a Juba, que, por ejemplo, de gente de Etiopía y de Yibuti.

Crisis prolongada

Esta hostilidad ha obligado a los trabajadores aventureros kenianos y ugandeses a mirar hacia Mogadiscio. Hay cientos de ellos empleados allá ahora mismo.

En segundo lugar, varios empresarios y contratistas somalíes me han dicho que los somalíes son muy emprendedores, y son muy buenos comerciantes y transportistas, pero han sido corrompidos por la prolongada crisis de los últimos 20 años, y ahora tienen una “pésima ética del trabajo”.

Me dicen que no pueden emplear a paisanos somalíes para reparar la carretera, o construir un edificio de tres plantas que no se desplome en un mes. Como resultado, tienen que llevar a trabajadores de Etiopía, Kenia y Sudán.

En tercer lugar, hace unos meses el gobierno de Kenia emitió una directiva por la que todos los refugiados somalíes deben regresar a los campos de refugiados de Dadaad [en el norte de Kenia]. A lo largo de los años, algunos somalíes salieron del campo de refugiados, iniciaron un negocio en las ciudades de Kenia, y se hicieron ricos.

Para ello, la mayoría se asociaron con kenianos, ya que no querían exponerse ellos mismos. Con la reciente directiva, el miedo se ha extendido entre estos refugiados sobre que sus socios kenianos podrían aprovecharse de esta situación para robarles su inversión. Así que lo están vendiendo todo y volviendo a Mogadiscio, con las maletas llenas de dinero.

Similares movimientos se han podido ver en Suráfrica, donde los comerciantes somalíes, de forma regular, son objeto de asaltos, robos o palizas, en ataques xenófobos.

Una nueva confianza está empezando a despertar entre los somalíes. El Foro Económico de Somalia, está organizando una conferencia de inversión en Nairobi, que comenzará el 12 de junio. También, el primer ministro británico David Cámeron, recientemente anunció una conferencia económica de Somalia, para el mes de mayo.

En el pasado, todas estas reuniones sobre Somalia eran conferencias o humanitarias o de paz. Hubiera sido una pérdida de tiempo celebrar una conferencia de inversión entonces. Pero sería un error no celebrarla hoy en día.

CHARLES ONYANGO-OBBO

(Africa Review, Kenia, 10-02-13)

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