La Unidad africana permanece en la agenda de la UA a través de sus cumbres regulares y comisión permanente en Addis Abeba, Etiopía. Está la Agenda 2063, que en teoría tiene como objetivo la completa integración de las economías, la cooperación en varios frentes políticos junto con la creación de una Fuerza de Reserva Africana efectiva. Durante 2018-19, se lanzó un Área de Libre Comercio Continental de África, que promueve la agenda de la UA al comprometerse en principio en la eliminación de los aranceles y otras barreras al intercambio económico entre los estados africanos.
A pesar de estos loables esfuerzos, como escribió este autor en otro artículo a principios de este año (2019): “Sin embargo, la presencia de fuerzas militares occidentales dentro de los estados miembros de la UA representa la antítesis de las corrientes progresistas y revolucionarias del panafricanismo que emanan del First All-African Peoples Conference de diciembre de 1958 en Ghana hasta la fase de resistencia armada al colonialismo, la fundación de la Organización de la Unidad Africana, el predecesor de la UA, y la floreciente lucha de clases contra una acaparadora élite apoyada por capital financiero internacional. En las circunstancias actuales, los imperialistas están firmemente posicionados para sofocar cualquier planificación de desarrollo económico que considere el dominio del sistema capitalista mundial como la mayor obstrucción para que África tome un giro decisivo en la dirección de su legítima trayectoria hacia la unificación continental basada en los intereses de la mayoría de su pueblo. [VII]
En lo que se refiere a la difícil situación de los africanos en los Estados Unidos, en los últimos 50 años ha habido una expansión de su representación dentro de las estructuras legislativas municipales, estatales y gubernamentales derivadas directamente de los logros de los movimientos de Derechos Civiles, Poder Negro y Panafricanos. Una persona de ascendencia africana, el expresidente Barack Obama, fue elegido para dos mandatos en 2008 y nuevamente en 2012. A pesar de esta simbólica victoria sobre el racismo institucional, que prevalece aún en el siglo XXI en los Estados Unidos, las condiciones fundamentales de los afroamericanos, latinos, asiáticos, indígenas, del Medio Oriente, mujeres y otras personas oprimidas y de clase trabajadora han empeorado.
La negativa efectividad de la política exterior de la presidencia de Obama resultó desastrosa con respecto a la prosperidad y el bienestar de África. La destrucción de Libia y la concomitante desestabilización de toda la región del norte de África han causado el tráfico humano de millones de personas. Esta marea migratoria africana, árabe y asiática a través del Mediterráneo, agravada por el letargo general del sistema capitalista mundial, ha impulsado el surgimiento de partidos políticos y políticos neofascistas en Europa y en los Estados Unidos.
Obama no tomó especificas iniciativas políticas para mejorar las condiciones sociales de los afroamericanos que, como resultado de la Gran Recesión que comenzó en 2007, perdieron más de la mitad de la riqueza de sus hogares a través de ejecuciones hipotecarias, pérdida de empleos, la disminución de los salarios reales y la rápida gentrificación de las áreas urbanas. Los asesinatos de afroamericanos por policías y vigilantes bajo la administración de Obama provocaron varias rebeliones junto con manifestaciones masivas contra esta violencia genocida, acuñada por los medios corporativos como el movimiento «Black Lives Matter».
Faltando una consolidación de sentimiento antirracista, que surgió durante el período 2013-2016, el carácter de la lucha sigue siendo, en gran medida, espontáneo. Hoy en los Estados Unidos no hay nada que se parezca remotamente al BPP o al SNCC. Los imperativos políticos del pueblo afroamericano son rudimentarios en relación con la construcción de organizaciones de masas y de vanguardia cuyos objetivos son el revolucionario desarraigo de la opresión nacional, la discriminación de género, el capitalismo y el imperialismo.
Estas debilidades subjetivas entre los oprimidos a nivel nacional y el proletariado no garantizan la estabilidad del capitalismo. La imposición de aranceles por parte de Washington contra la República Popular de China y otros estados refleja la incertidumbre del futuro del imperialismo como sistema de explotación. Economistas burgueses predicen otra recesión originada en Wall Street. La pregunta es: ¿qué hará la clase dominante de los Estados Unidos y el estado capitalista en respuesta a esta inevitabilidad?
El masivo rescate del sistema capitalista desde 2008 hasta el presente por una suma de 10 billones de dólares o más en recursos ha drenado la capacidad para la muy necesaria reconstrucción de infraestructura y el aumento de salarios sociales para los oprimidos a nivel nacional, los agricultores y la clase trabajadora en general. Los crecientes déficits federales anuales dejan ver un evidente anticipo del potencial colapso de las agencias gubernamentales que las hacen incapaces de responder a las catástrofes ambientales y un potencial para el rápido aumento de desempleo y pobreza.
Los africanos en los Estados Unidos y en todo el mundo no tienen otras posibles alternativas a una organización revolucionaria y la toma de poder político a escala internacional. Las lecciones del PACF de hace 50 años son un gran presagio para esta crisis contemporánea.
Abayomi Azikiwe
@panafnewswire
Notas finales:
– [vii] https://www.pambazuka.org/pan-africanism/african-free-trade-area-launched-niger
Fuente: Pambazuka News
[Fundación Sur]
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