Mercy Ships o ‘barcos de la esperanza, por Rafael Muñoz Abad

1/08/2012 | Bitácora africana

Los primeros barcos que trajeron al hombre blanco y que arribaron a lo largo de la fachada del África atlántica tenían como objetivo cargar ébano humano con el fin de amortizarlo en las plantaciones de Indias.

Con ello la mayor y más cruel expatriación de la que la humanidad ha sido testigo se vistió de legal bajo el Gran Asiento de 1713. Contrato que se concedió a los ingleses para suministrar esclavos a la obra colonial y que, una vez amortizado, estos mismos lo declararon como un crimen contra la humanidad; armándose de hipocresía y persiguiendo el negocio que los había hecho dueños del mundo.

Varias generaciones después, llegaría la goleta libertad para devolver al hombre negro ya como un ser libre al vientre de la madre África.

Liberia nacía y con ella el espíritu del abolicionismo. Como el tema va de barcos, sería una gran obra armar un buque y recorrer las costas de África operando a la gente de apendicitis, cataratas y, en general, reportando asistencia sanitaria gratuita a todos aquellos que la precisaran.

Mercy Ships o barcos de la esperanza es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro y de manifiesto carácter cristiano que lleva a cabo una encomiable labor humanitaria.

Su buque insignia, el Esperanza de África, estará atracado en el puerto de Santa Cruz de Tenerife hasta el mes de agosto. En su tripulación, de marcado carácter multicultural, no sólo hay personal médico, sino ingenieros, profesores y, en general, todos aquellos que han decidido entregar de manera altruista parte de su tiempo a otros cuya vida no es tan fácil como la nuestra.

Uno de los destinos habituales del barco suele ser Sierra Leona. Sin duda alguna, una de las cicatrices de la conciencia mundial.

Y es que el pequeño país africano presenta una terrible herencia en forma de amputados por años de guerra civil y crímenes cometidos a golpe de machete.

Los fisioterapeutas, médicos y psicólogos de Mercy Ships se encargan de atender a niños, adultos y ancianos de los que nadie se ocuparía; pero esto sólo representa una gota de esperanza en un océano de necesidades.

La entidad también recoge herramientas, material escolar y ropa para redistribuirla. La organización da especial importancia a las campañas sanitarias enfocadas a la higiene dental y ocular; al tratamiento del agua dedicada al consumo, y a la prevención del sida como una de las principales lacras que afecta a la población africana. El espíritu de comunidad y la obra civil son otros campos donde los voluntarios llevan a cabo proyectos, como pueden ser la construcción de escuelas y la formación de un profesorado elemental. ¿Iglesia?, que cada uno lo piense como quiera.

La labor ahí está, y también las sonrisas. En Lobito, Angola, me decía una misionera de La Laguna entregada a un orfanato: ¿Iglesia?, pues no lo sé; aquí hay muchas necesidades básicas por cubrir y todo está por hacer. Estos niños primero tienen que sobrevivir y después ya veremos.

Rafael Muñoz Abad Centro de Estudios Africanos de la ULL
cuadernosdeafrica@gmail.com

Original en : Diario de Avisos

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

Más artículos de Muñoz Abad, Rafael