Mensaje de los Obispos de Bukavu a las autoridades políticas de la RD Congo

21/06/2012 | Opinión

¿Para cuándo la paz al Este de la RD Congo? (¡Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos!, Ps.133, 1)

Introducción. Nosotros, Arzobispo y Obispos de la Provincia eclesiástica de Bukavu, reunidos en sesión ordinaria del 28 de mayo al 2 de junio de 2012, hemos compartido durante cuatro días las alegrías y las penas, las angustias y las esperanzas de los fieles cristianos de nuestras diócesis, de la población de nuestra región en particular y de todo nuestro país en general. Entre los objetivos de nuestras preocupaciones, hemos señalado una convergencia de indicios que evocan el espectro de una guerra, con contenidos y móviles todavía ocultos. En el pasado, estos han sido signos, aparentemente simples al comienzo, que han degenerado en conflictos generalizados.

Es necesario poder anticipar y prevenir. En efecto, conflictos armados estructurados han sido de nuevo observados en el Norte y Sur de Kivu, bajo denominaciones variadas. Estas hostilidades producen desplazamientos masivos de poblaciones hacia el interior y el exterior del país. Estas peripecias han sido acompañadas de una intensificación sin precedentes del bandidaje armado, que se manifiesta por el fenómeno de los cortadores de carretera, de río y de lago, de manera que se instala una miseria sórdida.

1. Hechos recientes. Algunos hechos y acontecimientos significativos de la actualidad muestran en efecto que la situación social, de seguridad y política de nuestro país podría desbordarse de nuevo si las autoridades nacionales e internacionales no otorgan la atención que requieren. La repetición de las violencias de grupos armados en el Norte de Kivu, después de la orden de detención del General Bosco NTAGANDA por la Corte Penal Internacional (CPI); * El recrudecimiento concomitante aquí y allá de crímenes odiosos atribuidos a bandas e individuos armados;

* Masacres de poblaciones, incendios de casas, desplazamientos masivos de poblaciones; * El despertar del movimiento Maï-Maï por razones mal conocidas; * El amotinamiento de soldados en Uvira, la evasión de militares en Bukavu y la deserción de tropas en Eringeti, en el territorio de Beni; * Los recientes acontecimientos de Bunyakiri que han causado la muerte de decenas de civiles congoleses y heridas a los cascos azules; * Los rencores que nacen en las gentes, en varias localidades de la RD Congo, a causa del abandono forzoso del lugar de familias enteras, por orden de los poderes públicos, hacia parcelas de terreno inadecuadas, o por la enajenación del patrimonio inmobiliario público, hecha por los mismos funcionarios del Estado;

* Muchos otros hechos del mismo género hacen pensar a las gentes que el Estado no existe apenas o en todo caso que no cumple como es necesario su misión soberana de proteger a todos los ciudadanos sin discriminación asegurándoles la seguridad, la paz y la prosperidad legítimas. En este clima algunos se improvisan como señores de la guerra. De esta manera, una reaparición tan amplia de grupos armados plantea serias cuestiones de gobernanza local, nacional, regional e internacional. Nos conviene en consecuencia pararnos un instante.

2. Diferentes móviles como causas lejanas de la guerra. Una guerra asoladora se nutre de múltiples violencias tales como las descritas arriba; se enraíza en problemas olvidados, con soluciones sesgadas como la de los refugiados ruandeses. Las guerras beben igualmente en la fuente de disfunciones societarias internas que generan injusticias, iniquidades, rencores y desencadenan el círculo infernal de la venganza. Están sostenidas por toda clase de codicias que, en el interior del país tienen los relevos, y en el exterior los tentáculos.

Tanto dentro como fuera, la depredación pervierte al hombre y modifica profundamente sus relaciones: de hermano que era para el prójimo, el hombre se convierte en un lobo para el hombre, un buitre, un depredador. Las guerras en RD Congo, en efecto, han sido y son frecuentemente guerras de depredación interna y externa cuyos contornos han sido estudiados ampliamente por diferentes paneles que han hecho constar los balances macabros en términos de millones de congoleses sacrificados. Pero ninguna medida de reparación ha sido aplicada. Así, la guerra y la violencia destruyen tantos hermanos y hermanas.

Ellas hunden en la miseria. Se inscriben en la lógica del pecado individual o colectivo que es necesario curar con el círculo virtuoso de la justicia, el amor, la verdad, la equidad, la fraternidad, tantos dones de Dios al hombre. En su misericordia, Él concede estos dones espirituales sin discriminación de nación, de raza, de lengua, de cultura y de religión. Para esta curación, no hemos cesado de invocar la misericordia de Dios sobre nuestro pueblo y sobre los pueblos maltratados de todo el mundo.

3.- Causas inmediatas de la reanudación de las hostilidades: intereses particulares y depredación. Cuando se examina algunos móviles avanzados para reanudar las violencias, se percibe que se asemejan más a pretextos que a los verdaderos motivos que nos parecen ser: * Escapar a la justicia por delitos individuales cometidos en alguna parte, en el pasado; * Evitar la incorporación en el ejército; * Mantener el statu quo favorable a la depredación.

Mientras tanto, el país continúa funcionando en parte como una especie de reserva, una no man´s land, una jungla en la que comarcas enteras son abandonadas a la merced de grupos de interés, en detrimento de poblaciones locales que por otra parte han sufrido demasiado la carencia de Estado o al menos su debilidad manifiesta.

4.- Gestión desastrosa de los refugiados ruandeses por la comunidad internacional. En 1994, después del genocidio ruandés, bajo el mandato de la ONU, Francia, con la operación turca, nos ha introducido millones de refugiados, comprendiendo a militares y a las milicias armadas; el HCR le ha relevado y les ha alimentado durante dos años para abandonarles a continuación en nuestras selvas, sin ninguna identificación administrativa ni de su país de origen, ni del Congo ni de la ONU. Ha habido un tiempo en el que incluso se ha declarado que ya no había un solo refugiado ruandés en la RD Congo.

Pero los hechos son tozudos, ¡los refugiados bien que están ahí! Están sin estatuto administrativo. Ellos no son, desde este punto de vista, ni ciudadanos de su país, ni refugiados de las Naciones Unidas, ni refugiados como tales acogidos por la RD Congo. Ninguna administración oficial sabe poner un nombre a una cara; y se asombra de que sean incontrolables en su obrar que se ha vuelto todavía más inhumano. Incluso los criminales, ante el tribunal, comienzan por nombrar su identidad completa. Cuál sería la suya hoy día, 18 años después de los acontecimiento de 1994.

Por ello, es necesario pensar en clarificar el estatuto administrativo de este grupo humano y en esta materia precisa el Estado congoleño asume sus responsabilidades soberanas y exige una solución en la que ellos estén bajo control como en todos los otros países del mundo. En cuanto al estatuto penal de aquellos que entre ellos sean sospechosos de genocidio, que sea conforme al principio general del derecho, según el cual la infracción es personal e individual, vinculada a una edad legal. Sin embargo, los jóvenes que tienen entre 18 y 25 años no deberían estar afectados por el pecado de sus padres. Como dice Ezequiel: “Los padres han comido uvas verdes y son los hijos los que tienen la dentera” (Ez. 18,2)

La busca y captura de estas gentes debería poder tener en cuenta esta distribución. Por el contrario, si estos jóvenes cometen delitos en territorio congoleño, como es con frecuencia el caso desgraciadamente, las jurisdicciones de la RD Congo tienen el poder y el deber de enjuiciar conforme al código penal congoleño.

5.- Una multitud de grupos armados al Este de la RD Congo. Las violencias de los antiguos señores de la guerra cambian constantemente de denominación, pero los móviles y los actores son los mismos, en lo esencial; ellos han hecho de todo para escapar a los intentos de reestructuración del ejército nacional después de las últimas guerras, de 1996 y de 1998. Estos intentos de reforma se han hecho sobre la base de compromisos políticos mal negociados.

En efecto, cuando en un país multicultural como la RD Congo, la autoridad tolera demasiado largo tiempo que importantes unidades militares se hayan constituido sobre la base de una composición principalmente tribal, se deriva que otros grupos humanos tengan tendencia, ellos también, a constituirse en una multitud de pequeños Estados. Es importante recordar que la RD Congo cuenta con cerca de 400 grupos lingüísticos. Así nuestro país se ve plagado de una multitud de señores de la guerra. De estas milicias activas en 2009, la Conferencia de Goma ha hecho un inventario bastante amplio. Hoy día, muchas otras continúan naciendo…

En todo caso, al final de la presente crisis, es urgente poner fin a esta situación para todos los grupos armados, tanto de origen nacional como extranjero, sin lo cual asistiremos a la instalación de la inestabilidad. La misión de las fuerzas del orden, de la policía o del ejército es proteger a toda la Nación y a todos los ciudadanos y no a un grupo particular.

Las fuerzas del orden son republicanas o no lo son. No hay compromiso que hacer entre mezcla y mezcla cualquiera que sea. Es un error del pasado que hay que corregir tan rápido como sea posible, y parece que el proceso estaba justamente en curso, cuando los grupos armados actuales intentan interrumpirlo por su presente agitación. Para terminar, un ejército republicano unificado es esencial para la vida de una nación.

6.- Credibilidad del Estado. Hay ciertamente avances visibles en diversos sectores de buena gobernanza: la moneda es estable, el pago de los salarios ha comenzado a hacerse, la policía y el ejército están siendo progresivamente equipados, algunas infraestructuras han sido rehabilitadas o incluso construidas con nuevo gasto, la lucha contra la corrupción se ha puesto tímidamente en camino. El punto débil que queda de esta dinámica es, sin embargo, la seguridad de las personas y de sus bienes.

Ante la frecuencia de muertes, asesinatos, violaciones, robos, disfunción del aparato judicial, arrestos y detenciones arbitrarias sostenidas por magistrados deshonestos que llenan nuestras prisiones de personas a menudo inocentes, en disfavor de las cuales las sentencias no se han pronunciado, las gentes están impacientes por ver al Estado retomar en sus manos su misión y sus responsabilidades principales.

Esto hace que muchos congoleños se pregunten sobre la credibilidad de su Estado y sobre su capacidad para cumplir su misión soberana en materia de protección civil. Las vacilaciones y los fallos son todavía demasiado numerosos para que las iniciativas hasta ahora relativamente limitadas sean convincentes: Este es el caso, nos parece, en lo que concierne al abandono forzoso de los usurpadores de inmuebles públicos ilegalmente adquiridos o también de constructores anárquicos.

Así por ejemplo, los ciudadanos están escandalizados de ver al Estado ordenar la demolición de casas que él mismo había autorizado a construir por sus agentes, sus encargados. El fenómeno es interpretado como un uso desproporcionado de la fuerza contra el ciudadano ordinario, por un lado, y de impunidad ante sus propios funcionarios, por el otro. Todas estas situaciones comprometen la credibilidad del Estado y empujan a la gente a hacerse justicia de manera que los casos de linchamientos se hacen frecuentes. Para hacer frente a ello es urgente que los servicios públicos vuelvan a ser eficaces. El uso de la fuerza depende del solo monopolio del Estado, en un Estado normal.

Este es un lenguaje que el poder debería tener claramente con los grupos armados cualquiera que sean y con todo malhechor que hiciese uso de la fuerza. El Estado debe condenar severamente al autor, coautor y cómplice de toda infracción contra la Sociedad. Pero para lograr los mejores resultados, una reforma en profundidad de la administración se impone: que en los textos y en las costumbres administrativas los agentes sean considerados de ahora en adelante responsables de sus actos civil y penalmente cuando lesionen al Estado o al particular. Es necesario igualmente actuar para el cambio de mentalidad por parte de la población en la línea de impregnar, a ella también, el sentido del bien común.

Pues, en el fenómeno de la corrupción, son dos las personas en infracción, el corruptor y el corrompido.

7. Razones para esperar. Acabamos de atravesar un periodo difícil, el de las elecciones de 2011. Muchos observadores preveían el estallido del país; nos hemos mantenido en la unidad. Nosotros felicitamos a nuestro pueblo por este sentido patriótico. Un nuevo Gobierno acaba de ser establecido. Ha sido objeto de un cierto consenso nacional. Podríamos concederle la suerte de tener éxito y hacer avanzar al país.

Es deseable que por su parte, permanezca a la escucha de la población y ponga en camino las enmiendas deseadas en la administración, las reformas del sector de la seguridad, la política exterior y el desarrollo duradero del país.

Las FARDC están actualmente comprometidas en el frente. Saludamos su coraje y su determinación. Esperamos que su contribución volverá a traer la paz tan esperada al Este de la RD Congo.

La Organización de las Naciones Unidas así como los países amigos manifiestan su voluntad de apoyar la reforma y eficacia de nuestras fuerzas de seguridad, de reforzar las capacidades y de acompañar al Gobierno en el curso del nuevo quinquenio. Todas estas sinergias puestas en conjunto producirán buenos frutos, esperémoslo.

Conclusión.- Al final de esta rápida lectura de los acontecimientos actuales, expresamos una vez más nuestra adhesión a la unidad, integridad y soberanía de nuestro país, exhortamos a nuestra clase política y a nuestra población a perseverar en este sentido. Tenemos necesidad de conjugar nuestros esfuerzos para no ver a nuestro país estallar bajo el efecto de fuerzas centrífugas que cuentan con muchos depredadores tanto en el interior como en el exterior. Exhortamos a las autoridades congoleñas a ponerlo todo en práctica para que el 30 de junio de 2012, en el conjunto del territorio nacional, los ciudadanos celebren en dignidad y en paz el 52 aniversario de la independencia.

Saludamos los esfuerzos dados en el sentido de la buena gobernanza, deseamos ver respetado el calendario electoral. Exhortamos a las autoridades políticas de nuestro país a permanecer vigilantes frente a las fuerzas centrífugas, internas o externas, que están dirigidas a balkanizar nuestro país, la RD Congo.

Al final de este mes de mayo, consagrado a la devoción mariana, imploramos a Nuestra Señora de la Paz, para que nos conceda una paz duradera en nuestro país. Con esta intención unimos nuestras plegarias a la de los hermanos y hermanas que, en todo el mundo, sufren los mismos males. Que los esfuerzos emprendidos para volver a traer la paz den frutos abundantes, a fin de que sea siempre más viva y más fecunda la unidad de nuestro país, la RD Congo, la unidad de África y la de todo el género humano.

Entonces podremos cantar conjuntamente con el salmista: “¡Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos!” (Ps.133, 1)

Hecho en Bukavu, el 31 de mayo de 2012.

-Los Obispos de la Asamblea Episcopal Provincial de Bukavu:

+ François Xavier MAROY RUSENGO, obispo de Bukavu, Administrador Apostólico de Uvira y Presidente de la ASSEPB;

+ Théophile KABOY RUBONEKA, obispo de Goma;

+ Melchisédech SIKULI PALUKU, obispo de Butembo Beni y Administrador Apostólico de Kasongo;

+ Willy NGUMBI NGENGELE, obispo de Kindu.

Traducido para Fundación Sur por Asunción Orench.

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