Memorandum del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo al presidente sobre el estado actual de la nación

7/03/2013 | Opinión

El 4 de marzo se hizo público un documento dirigido con fecha 22 de febrero al Presidente Kabila por parte de Comité permanente del episcopado congoleño. Se presenta un resumen de los 33 párrafos de que consta dicho documento.

Los obispos acogen muy favorablemente el anuncio que el 15 de diciembre hizo el Presidente de la República en el sentido de impulsar una iniciativa para reforzar la cohesión nacional y desean aportar su contribución. Consideran que el diálogo, elemento constitutivo de la democracia, aparece como la mejor vía para que el país salga de la crisis generalizada en la que está inmerso desde las elecciones de 2011; crisis agravada trágicamente por la guerra en el este de la RDC y la toma de Goma por parte del M23.

Los signos de esta crisis son múltiples y los obispos ponen de relieve la existencia de un malestar en el terreno político ligado a la falta de consenso nacional con relación a los resultados, muy contestados, de las elecciones de noviembre de 2011 y a la manera como la justicia ha resuelto los contenciosos electorales. El proceso electoral sigue estando incompleto ya que no se celebran las elecciones locales, que ayudarían a construir la democracia desde la base y acercarían los gobernantes al pueblo. Los obispos constatan que numerosos partidos políticos no presentan ningún proyecto creíble de sociedad, interesados como están exclusivamente por la conquista del poder: algunas organizaciones de la sociedad civil, en vez de defender los intereses del pueblo, se dejan también recuperar por los partidos políticos.

En el ámbito socioeconómico, tras reconocer los esfuerzos por controlar la inflación y el marco macroeconómico, echan en falta la creación de industrias de transformación de las materias primas y una atención a la agricultura. Denuncian que el grado de empobrecimiento de la población no hace sino crecer al mismo tiempo que crece una economía depredadora de las riquezas. Los obispos constatan que el país navega sin rumbo, sin criterios, y es frágil frente a las presiones de las multinacionales y de las potencias, ávidas de controlar los recursos mineros, petrolíferos y forestales congoleños. Mientras tanto las necesidades básicas en alimentación, salud y educación de la población no son cubiertas y los ciudadanos se sienten abandonados por el Estado. La frustración de las provincias es notable dado que el Estado no les aporta los fondos que fija la constitución y deberían servir para su desarrollo.

Constatan los obispos que hace ya más de 10 años que se está intentado poner en pie un ejército y una policía republicanos; debe proseguir el esfuerzo para su modernización y eficacia. Solo un ejército fuerte y disuasivo podría neutralizar los grupos armados que siembran la muerte, sobre todo en zonas de explotación de recursos mineros.

Con relación a la justicia, los obispos no dudan en denunciar que el sistema judicial congoleño está dominado por la más desvergonzada corrupción.

Este análisis de la preocupante situación por parte de la permanente del episcopado congoleño termina con la presentación de una serie de propuestas.

Los obispos apuestan por un futuro que sin duda será mejor pero que exige un compromiso de todos. Por eso todas las fuerzas vivas deben llamadas a dialogar y a aportar su concurso.

En primer lugar, en el ámbito político, señalan el compromiso del respeto a la soberanía nacional, a la integridad territorial y al orden constitucional. La cohesión nacional depende de ello. Citan en concreto el artículo 220 de la Constitución que establece: “La forma republicana del Estado, el principio del sufragio universal, la forma representativa del Gobierno, el número y duración de los mandatos del presidente de la República, la independencia del poder judicial, el pluralismo político y sindical no pueden ser objeto de ninguna revisión constitucional”. La cohesión nacional debe fundamentarse en los valores republicanos compartidos por todos y el espíritu de división y etnización de los problemas se oponen a dichos valores. El Estado debe reforzar su autoridad y responsabilidad en todo el territorio como garantía de la protección de la población.

Los obispos alertan sobre la necesidad de que el proceso de descentralización culmine, pero debe ser bien estudiado para que no sirva de pretexto a la balcanización o a veleidades secesionistas.

Por último en este capítulo político, se solicita que la Comisión Electoral, en cuyo seno se detectan gérmenes de conflictividad y politización, sea revisada para garantizar su independencia e imparcialidad.

En el terreno socioeconómico los esfuerzos deberían centrarse en la mejora de las condiciones de vida de las personas y los obispos citan expresamente los sectores de la alimentación, salud, hábitat y educación. Deberían diseñarse planes de industrialización a partir de las riquezas provenientes de los sectores mineros, forestal y de hidrocarburos. Ello exige nombramientos de gestores competentes y honestos que luchen contra la corrupción, el fraude y evasión fiscal. El Gobierno y el Parlamento deben ser los primeros en dar ejemplo de honestidad y transparencia; deben rendir cuentas ante los ciudadanos.

Consideran los obispos indispensable establecer entre todos las orientaciones fundamentales para la puesta en funcionamiento de una ejército republicano y la formación de una policía cuyo objetivo debe ser garantizar la seguridad de las poblaciones civiles.

Concluye la Comisión permanente del episcopado con un llamamiento a todas las fuerzas vivas a que respeten las reglas de la democracia y del orden constitucional. En el difícil y delicado contexto congoleño, reafirma que la Constitución, que fue objeto de un consenso nacional, y votada en referéndum por el pueblo, no debería ser reformada en su artículo 220.

Expresa su deseo de que el diálogo sea capaz de afrontar con valentía y sinceridad las preocupaciones vitales de la nación, en un clima de tolerancia y respeto de todas las opiniones.

Hace un llamamiento a un rearme ético y moral en la actuación política; sin él el Congo no podrá progresar ni desarrollarse.

En Kinshasa, 22 de febrero de 2013

Fuente: Le Potentiel, 5 de marzo de 2013

Resumen y traducción de Ramón Arozarena

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster