“Medios y representaciones. la visualización del genocidio ruandés y el papel de los medios de comunicación”, por Flavia Garrigós

4/04/2014 | Bitácora africana

Ayer, jueves 3 de Abril, tuvo lugar en La Casa Encendida una de las conferencias dentro de las Jornadas “Ruanda, veinte años después”, en el vigésimo aniversario del Genocidio de Ruanda, coordinadas por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF). Esta conferencia, “Medios y representaciones. La visualización del genocidio ruandés y el papel de los medios de comunicación”, la llevó a cabo José Carlos Sendín, Doctor en Comunicación con diversos estudios acerca de la comunicación en diferentes conflictos africanos, pero sobre todo de Ruanda. En el coloquio posterior intervendrían Amaia Esparza –Directora de Comunicación de Médicos Sin Fronteras en España-, Alfonso Armada –periodista de ABC-, y Javier Bauluz –periodista gráfico, Fundador y Director del periódico digital Periodismo Humano-. Como moderador, el periodista Carlos Bajo.
Durante la conferencia, J. C. Sendín ofreció un ejemplo audiovisual sobre el tipo y la forma de retransmisión del genocidio de 1994 en su momento. Este ejemplo en concreto, El infierno está en Ruanda, formaba parte de Informe Semanal de RTVE e incluía un discurso con términos inapropiados e imágenes escabrosas de los sucesos.

Tras el visionado, inició su exposición haciendo referencia a la importancia de los medios de comunicación como creadores de significados y como instrumentos de poder. Formando parte de sus investigaciones, introdujo un análisis de la cobertura mediática realizada en RTVE, que consideró escasa, durante el periodo del genocidio. De esta forma, había llegado a la conclusión de que la prioridad de las noticias ofrecidas no era la situación de Ruanda, centrándose éstas en las consecuencias y no en las causas, además de tener una contextualización pobre o nula, una visión paternalista y unos términos que hacen considerar a los africanos como salvajes y sus conflictos como meras guerras tribales, lo que hace difícil al espectador alejarse del cliché establecido. Añadió que no fueron solamente los medios españoles los que ofrecieron la información de una manera incorrecta, sino que la mayoría de los medios internacionales, habiéndolo afirmado ellos mismos, utilizaron un tratamiento similar de espectacularización. Sumando a ello, durante los acontecimientos, diferentes organizaciones de ayuda avisaron con antelación acerca de lo que podía ocurrir y no se hizo nada por evitarlo, además de la inacción de EEUU, ya que había formado parte de los conflictos de Somalia y las consecuencias mermaron el apoyo a la intervención por parte de la opinión pública.

Como aportación final en su intervención, J.C. Sendín mencionó el efecto que tuvo en la población española este método comunicativo, cuya respuesta fue superficial y emocional, por el hecho de que en ese año España fue líder en donaciones de ayuda humanitaria, no habiendo dedicado antes fondos para Ruanda. Sin embargo, tres años más tarde, España no donaba nada a este país.

Dando paso al coloquio, el primer tema escogido fue la valoración de la cobertura que se hizo de los acontecimientos, ya que J.C. Sendín había hecho referencia a ello.

El primero en intervenir sería J. Bauluz considerando que los métodos de información en nuestros días han empeorado, ya que se cuenta siempre lo mismo y nos mienten constantemente dando lugar a un circo mediático. Relacionando el método de Radio Mil Colinas –emisora ruandesa-, antes y durante el genocidio con la forma de ofrecer la información de los sucesos de Melilla, criminalizando a los inmigrantes y con datos e imágenes erróneas, considera pésima la cobertura mediática desde los acontecimientos ruandeses hasta los actuales.

La segunda intervención fue de A. Armada que destacó la tendencia a generalizar tanto en España como en el resto de Europa, la reproducción del esquema de culpas, habiendo culpables concretos que no se mencionan, la visión paternalista, la falta de contextualización e información en profundidad, método habitual de los medios de comunicación. Habiendo estado en Ruanda una semana después del estallido del genocidio, analizó la cobertura mediática en dos etapas: la del propio estallido y la del brote de cólera, resaltando la laguna informativa durante los acontecimientos intermedios y después de dicho brote. Ya que habitualmente se olvida mencionar, A. Armada también hizo referencia a los sucesos posteriores al genocidio de 1994, lo que algunos se han atrevido a nombrar, aunque las cifras no son exactas, como “Segundo Genocidio”, y a las cruentas acciones llevadas a cabo por el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame.

Como aportación al comentario de J. Bauluz respecto a los sucesos de Melilla, añadió que éstos forman parte, igualmente, de un proceso de espectacularización creado por los medios haciendo pensar al espectador que el mundo es sumamente complejo y, por tanto, incomprensible, pero que esto es culpa tanto de los medios como del espectador.

En la tercera intervención, A. Esparza detallaría que Médicos Sin Fronteras fue creado tanto con médicos como con periodistas. Los periodistas que se encontraban allí durante el genocidio habían pedido una intervención internacional armada, ya que un conflicto no se resolvía sólo con médicos y había que ofrecer protección civil. Los periodistas habían avisado acerca de los posibles sucesos posteriores, dado el extremismo de los medios de comunicación ruandeses, hasta el punto de que los propios periodistas fueron amenazados.

A. Esparza afirmó que analizamos los acontecimientos en perspectiva, ya que en el momento es muy difícil, introduciendo una cuestión importante como es el tipo de cobertura mediática que se está haciendo en estos momentos respecto a los sucesos de Sudán del Sur o República Centroafricana, por ejemplo.

Se suma a estas afirmaciones la opinión de J. Bauluz acerca de la manipulación que sufre la información enviada por los periodistas extranjeros en estos países cuando llega a su correspondiente medio de comunicación, y la opinión de A. Armada sobre la consideración de los medios acerca de la importancia de la información enviada por los corresponsales, pudiendo poner en riesgo sus vidas para ofrecerla. En este último aspecto, A. Armada añade que los medios de comunicación reducen cada vez más la cantidad de corresponsales por los gastos que supone y considerando que esta información no es de relevancia para lectores o telespectadores.
A. Esparza diferenciaría entre información y noticias y haría una observación acerca de la necesidad de recurrir a medios concretos para encontrar determinada información.

El segundo tema sería la banalización del término “genocidio” y la construcción de significados sin contextualización, respecto a lo que J. Bauluz estaba de acuerdo, sumando el hecho de que no se actúe con antelación y ofreciendo la información del conflicto sólo cuando algún país del norte se introduce en él.

A. Armada opinaría que tenemos que ser cautelosos con la verdad, puesto que hacemos una lectura cínica de ella y abusamos de los estereotipos. No se pueden negar las acciones espantosas que existen, pero hay que explicarlas, y que, por ejemplo, no se da información del retroceso democrático de Egipto o no se explica que en realidad en Ruanda existe una dictadura que está robando a RD Congo bienes mineros que son demandados en todo el mundo.

J. Bauluz afirmaría que los medios ruandeses manipulaban a la población para propiciar el genocidio, por lo tanto y de manera general, hace tiempo que los medios de comunicación no están cumpliendo su función social, siendo necesaria una renovación y otras perspectivas, diferenciando, asimismo, el periodismo actual del periodismo social. A. Esparza sumaría que en Ruanda no había en esos momentos pluralidad informativa, pero que el genocidio no lo crean los medios, sino que está organizado con antelación por el estado; los medios son instrumentos. También, denunció la falta de objetividad del periodismo social, a lo que J. Bauluz contestó cuestionando el concepto de periodista y valorando también al periodista que se forma en la calle y que se vale más de la verdad que muchos periodistas establecidos, lo que puede llevar a un nuevo manejo de la información.

Durante la intervención de los asistentes se abordaron temas como la retransmisión eurocéntrica, la imagen romántica del periodista que se va a una guerra y que luego no es valorado, la existencia de buenos periodistas y peores medios, la falta de información acerca de las acciones de Paul Kagame y sus aliados internacionales hasta nuestros días y la duda respecto a la voluntad de la población de pagar por esta información. Como detalle personal resaltaría la involución respecto al conocimiento en la formación de nuevos periodistas y la escasa presencia, sobre todo en las carreras de comunicación, de aspectos acerca de Sudamérica y el Caribe, África y Asia.

Uno de los asistentes nombró que esa misma noche se retransmitía El diablo anduvo suelto en TVE2. La retransmisión de TVE2 de la que hablaba este asistente comenzaba a las 23:50 h., por tanto, nos podemos preguntar, aunque no pueda afirmar nada acerca del contenido, ¿qué audiencia tiene TVE2, sobre todo, a esas horas? Un claro ejemplo de lo que veníamos comentando.

Autor

  • Garrigós Cabañero, Flavia

    "Nacida en Almansa, el 22 de agosto de 1990, Flavia Garrigós es Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos por la Universidad Autónoma de Madrid. Secretaria de la Asociación Española de Africanistas (AEA), ha sido colaboradora de la Cátedra UNESCO de Estudios Afroiberoamericanos y ha realizado numerosos cursos y seminarios sobre África y su diáspora."

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