Medio siglo después, por Paquita Reche, mnsda

9/09/2010 | Bitácora africana

Entre enero y agosto de 2010, diecisiete países africanos han celebrado cincuenta años de independencia nacional. Por orden cronológico son : Camerún, Senegal, Togo, Madagascar, Congo-Léopoldville (RD Congo), Somalia, Dahomey (Benin), Níger, Haute-Volta (Burkina), Costa de Marfil, Chad, Centro África, Congo-Brazzaville, Gabón, Sudán francés (Malí), Nigeria, Mauritania. Quince de ellos son francófonos

“Independencia” fue en los años 60 la palabra mágica. Significaba la luz al final de un largo túnel de luchas. El final de la dominación y explotación extranjera. Dignidad y Libertad recuperadas. Poder ser dueños del propio destino. Con Nkruman, primer presidente de Ghana, muchos soñaron con un África unida y prospera. Para muchos, “independencia” significaba el final de humillaciones sufridas de parte de los colonos. “Se acabó que los belgas nos llamen macacos en el Congo!” Fue la respuesta de un compañero de estudios congoleño a mi saludo y felicitación la mañana que se anunció la independencia de su país en Bruxelas. Ha pasado medio siglo y he olvidado el nombre del compañero, pero aún oigo las palabras, en las que se mezclaban alegría y rabia. La alegría del presente y la rabia nacida de la humillación y dolor del pasado Yo me preparaba a marchar con ilusión al África subsahariana. En ese momento desconocía el lado más oscuro de la colonización y no comprendí hasta más tarde todo lo que encerraban esas palabras.

Hace medio siglo se celebró la independencia con una inmensa alegría. Desde Camerún y Senegal a Madagascar, los tantanes de fiesta anunciaron y celebraron la buena nueva: “¡Se terminó la colonización! ¡Por fin somos libres! Una enorme explosión de alegría que pude vivir en Alto Volta, hoy Burkina Faso. En diecisiete países se bailó y se cantó al ritmo del “Indépendence, Cha-Cha” Fue tiempo para la alegría y la fiesta, arropadas por nuevas banderas y expresadas en himnos nacionales recién estrenados. Fue tiempo para soñar con un porvenir liso y radiante de un África libre y unida.

Los sueños se desvanecieron pronto. La euforia que reinaba en aquellos años 60 del siglo XX, por sentirse libres y dueños de su destino, fue de corta duración. Ya, en 1962, René Dumont publicó el libro: “L´Afrique noir est mal partie” Los bellos sueños en color se convirtieron pronto en pesadillas de guerras y luchas por el poder. La esperanza de independencia se vio frustrada por nuevas formas de colonización instauradas por los pactos que los dirigentes firmaron con las metrópolis. A lo largo de estos años muchos se sintieron engañados y traicionados. Los asesinatos del congoleño Lumumba, en Kananga y Sylvanus Olimpo, padre de la independencia de Togpo, anunciaron otras traiciones. El alineamiento en uno u otro bando de la guerra fría mantuvo la influencia de las potencias occidentales, cuyos intereses pasaron antes que los intereses nacionales. Se instauraron partidos únicos. La corrupción acampó por sus respetos. Hubo golpes de Estado a repetición, guerras con millones de muertos y refugiados, nuevas formas de explotación, revoluciones, milicias represivas y toda clase de violencias perpetradas por grupos armados nacionales y extranjeros que todavía continúan en África Central…

Muchos se preguntaron y se siguen preguntando: ¿para qué ha servido la independencia? En estas fechas, no pocos se preguntan si hay algo que celebrar, cuando quedaron sin cumplir tantas promesas y murieron tantos sueños. En periódicos de varios países del continente hemos podido leer críticas sobre la oportunidad de celebraciones en las que se dilapidarían grandes sumas de dinero en festejos, cuando podrían invertirse en la creación de infraestructuras que servirían mejor al interés colectivo.

Decir que todo fue negativo en estos cincuenta años, sería caer en un afropesimismo trasnochado y sería injusto. Hay que reconocer que todo no ha sido negativo. Hemos visto ir apareciendo aquí y allá reconciliaciones entre pueblos y reconciliaciones nacionales. Elecciones democráticas y vueltas al mutilpartidismo. Afirmación de la sociedad civil. Reconocimiento de derechos de las mujeres y códigos de familia más justos…Crecimiento económico.

El reconocimiento de que todo no fue negativo en esta época, no impide que haya críticas pertinentes, como las que se hacen en “Le Pays” (BF): “Poco se ha hecho para que los pueblos africanos cojan en mano su destino, sobre todo en el espacio francófono” “Los “soles de las independencias” han brillado, iluminado, pero hasta hora se ha rechazado con obstinación de abrir bien los ojos sacar las lecciones necesarias para construir, en la paz y la armonía, la decena de naciones francófonas”. Con esta pertinente alusión a la obra literaria, “Les soleils des indépendances” que Ahmadou Kourouma, escribió en 1968, para criticar a los regímenes políticos nacidos de la descolonización, Sawadogo, Ilustra muy bien, lo efímeros que fueron los sueños e ilusiones que acompañaron las independencias. Termina su artículo haciéndose eco de las críticas a las celebraciones: “Muchos piensan con razón, que la mayor parte de los jefes de Estado, que rivalizan para ver quién reúne más invitados de marca en estas festividades, celebran en realidad su propio poder…” Con otros periodistas africanos, cree que: “Ante los fracasos del pasado y los desafíos del presente, al alba del los próximos cincuenta años, es hora de reflexión y de autocrítica más que de fiesta”. (1).

Si, 2010 es tiempo para la reflexión y la autocrítica, también para el balance que en algunos casos puede ser más que negativo, catastrófico. Pero si se mira al África, de la que hablan poco los medios, también hay cosas que celebrar y esperar un cambio.

Los jóvenes y las mujeres son las dos grandes fuerzas para el cambio.
En estos últimos años se han visto iniciativas interesantes de jóvenes bien formados para que las cosas cambien. Representando a más de 40 países subsaharianos, más de cien líderes jóvenes de la sociedad civil y del sector privado, se reunieron, invitados por Obama, del 3 al 5 de agosto en Washington. Esperemos que la reflexión sobre los desafíos futuros y el papel que pueden jugar los jóvenes para buscar soluciones regionales innovadoras, que den frutos de buen gobierno y crecimiento económico en los cinco próximos años.
“El mundo necesita un África fuerte, autó
noma y próspera. El mundo necesita vuestro talento y vuestra creatividad. Tenemos necesidad de jóvenes africanos que se levanten y hagan cambiar las cosas en sus propios países y por el mundo” Estas fueron las palabras de reconocimiento y ánimo que les dirigió el joven presidente (2).

Este año 2010 también las mujeres africanas se han vuelto a poner en marcha de nuevo. “Unidas contra la violencia y la pobreza”, es el tema de la tercera Marcha Mundial de las mujeres que se celebrará de marzo a octubre. “Por la tercera vez millones de mujeres con los zapatos usados por la historia, marcharán para afirmar su voluntad de cambiar el mundo para que cambie la vida de las mujeres y cambiar la vida de las mujeres para que cambie el mundo” (3)

Durante estos cincuenta años a pesar de los obstáculos y resistencias encontradas, las mujeres de África han luchado contra costumbres ancestrales injustas, han conquistando derechos fundamentales, poder económico y político. En condiciones extremas han sabido ponerse de pié, dar y conservar vida, mantener la esperanza. De ellas se ha escrito que son “los pies con los que África camina” y seguirán caminando. Por eso se les ha propuesto para el Premio Nóbel de la Paz de 2011.

“El mundo necesita un África fuerte, autónoma y próspera”, es también el mensaje que quiere transmitir el grandioso monumento al Renacimiento de África, inaugurado en abril en Senegal y que tan criticado fue por muchos medios occidentales ¿Por qué haber gastado tanto dinero en una estatua cuando más de la mitad de los senegaleses viven por debajo del umbral de la pobreza? La respuesta no tardó en llegar “África tiene también el derecho de ver las cosas con grandeza, cuando se construyó la Torre Eiffel, muchos franceses no tenían suficientemente para comer”. Podríamos decir lo mismo de Catedrales, y Palacios y otros muchos monumentos de los que los occidentales estamos orgullosos.

El monumento al Renacimiento de África es realmente bello: Un hombre de bronce de cincuenta metros de alto, con una mujer cogida por la cintura, levanta a un niño y los arrastra hacia el cielo. Por su potente simbología, nos dice que, los africanos quieren, por una parte, asumir su historia recordando hechos como la esclavitud y el colonialismo. Y por otra, reafirmar la voluntad de construir un nuevo destino de libertad y dignidad. De este monumento se ha escrito que es un mensaje fuerte que África dirige al resto del mundo “África que sale de de las entrañas de la tierra dejando atrás el oscurantismo, para ir hacia la luz”.”. El monumento “muestra un África emergente, fuerte de su potencial humano y de una economía que crece a pesar de su pobreza endémica”.” Es el sentido del Renacimiento de África que las generaciones actuales tienen la responsabilidad de traducir en actos concretos (4)

Este aniversario es sin duda tiempo para la reflexión pero, también lo es para la celebración y el recuerdo de los que lucharon por la independencia. También hay razones para celebrar la esperanza en el cambio que África necesita y que ya se anuncia gracias al potencial de su juventud y a la fuerza de sus mujeres.

(1) Relwendé Auguste Sawadogo en «Le Pays» del 16 Août 2010”.

(2) http://www.america.gov/fr/)

(3) http://www.mmff2010-fr

(4) Rousseau-Joël Foute, JA del 5 Abril 2010

Autor

  • Nació en Chirivel (Almería). Estudió Magisterio en Almería, Licenciaturas de Pedagogía y de Filosofía, en la Complutense de Madrid.

    Llegó por primera vez a Africa en 1958 (a Argelia): después estuvo en Ruanda, Guinea Ecuatorial y desde el 1975 en Burkina Faso.

    En África trabajó como profesora en el Instituto Catequético Lumen Vitae de Butare, Profesora de enseñanza secundaria de español y filosofía; Universidad Popular (filosofia). También ha colaborado con Asociaciones de mujeres y con niños de la calle en Burkina Faso.

    Está en España desde 2004, actualmente, en Logroño. Colabora con la revista de los misioneros de África "Africana", Los Comités de Solidaridad con África Negra y con Rioja Acoge.

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