Mediación argelina en la crisis maliense

30/01/2014 | Opinión

¿Se estaría deteriorando el proceso de paz en Mali?

A la luz del aumento del intercambio de emisarios en la subregión malí, hay lugar para temer tal cosa, ciertamente, es un paso atrás. Desde luego, no se puede condenar los encuentros de Argel, que también son intentos de resolver, a su manera, los problemas que perduran a lo largo del tiempo. Sin embargo, hay algo por lo que preocuparse, más aún cuando, por lo ocurrido en el pasado, unos acuerdos que habían sido negociados en la capital argelina, quedaron varados en las arenas del gran Sahara. En Ouagadougou, (Burkina Faso) se creía haber hecho lo más difícil: inducir a los malíenses, al tiempo, hermanos y enemigos, a entrar en razón y a comprometerse a no llegar más a las manos, en interés, claro está, de los pueblos afectados.

Al aceptar dar cobijo y protección a supuestos integrantes del MLNA(1) , Burkina Faso quizás se ha expuesto al peligro.

Hoy, Argel, que toma en serio su papel de potencia regional, que parece decidida a implicarse en la resolución de esta crisis, está a punto de arrebatar el protagonismo a Ouagadougou, relegada a un segundo plano, según apuntan todos los indicios. ¿Acaso con ello, Argel buscaría aprovechar a fondo la corriente de opinión malí, en la que subyace que las autoridades burkinesas mantienen una estrecha relación con los movimientos rebeldes del Norte de Mali? ¿Acaso el gobierno burkinés había sopesado bien el riesgo de ser tachado de simpatizante de su causa, y por tanto, de renunciar a una parte de la clase política de Bamako al aceptar abrir las puertas a los grupos rebeldes?

A este respecto, la mediación burkinesa ha podido resentirse considerablemente. ¡Ello no impide, que deba reconocérsele el haber conseguido, en repetidas ocasiones, apagar incendios en el Sahel, tras haberse granjeado la confianza de los grupos de rebeldes tuareg!

Al aceptar dar refugio y protección a supuestos integrantes del MLNA, Burkina Faso quizás se ha expuesto al peligro. Desde hace mucho tiempo, el país es acusado por algunos de ser sospechoso de falta de neutralidad. Una presunta inclinación que, sin embargo, no impedirá a los protagonistas malíes llegar a un acuerdo. Hoy, la repentina transferencia de competencias a Argel, dota de argumentos tanto a aquéllos que denigran el acuerdo como a los que propiciaron. Las relaciones entre Bamako y Ouagadougou no son fluidas, se complacen en murmurar. Como si nada serio se hubiera podido lograr desde las primeras hostilidades entre beligerantes malíes. Así pues, Argel que siempre estuvo al acecho, contará con una baza inmejorable para aprovechar la oportunidad de atraerse a Mali a su órbita de influencia. ¿Estaría tentada de apartar de forma artera a Burkina Faso del proceso de mediación?

Es difícil soslayar los esfuerzos desplegados por Burkina Faso y su jefe de Estado para ayudar a los hermanos y sin embargo enemigos malíenses a orientarse y recuperarse económicamente, a discutir desde el respeto mutuo hasta alcanzar compromisos honorables. Dicho esto, cualquiera que sea el valor de un acuerdo ¿Acaso su fuerza no reside en la voluntad y determinación de sus compromisarios? ¿Acaso su aplicación no depende sobre todo de sus protagonistas?, Sobre este punto, es obligado reconocer que gracias al Acuerdo de Ouagadougou pudo volver la calma, se pudo llevar a cabo la transición y se organizaron las elecciones a fin de permitir al régimen actual hacerse con el poder. ¡Si Bamako se aparatara de golpe de sus propios compromisos, sería como renegar de su firma!
¿Acaso un giro en su política no incitaría a los grupos tuaregs a cambiar de posición y a abjurar de sus compromisos? Los que han estado pendientes de todo el proceso de mediación hasta aquel momento, ¿sabrán entender el motivo de un eventual viraje?. Sería necesario no dar la impresión de que la situación se está volviendo desventajosa para ellos. Lo contrario, entonces, sería como dar marcha atrás en el proceso. Ahora bien, a pesar de todo, hubo logros que merecen ser tomados en consideración para las negociaciones venideras. Teniendo en cuenta estas evidencias, Bamako, no tiene ningún interés en ignorarlas.

Es necesario evitar reforzar la sensación de que Bamako ya no está, realmente, en la misma onda que Ouagadougou.

El régimen de IBK (2) , que debe su llegada al poder al Acuerdo de Ouagadougou, necesita sosiego para funcionar bien y la energía de todos los malíes para reconstruir el país. Incluso, estando el Acuerdo mal trabado, para los que siguen siendo escépticos o críticos en relación a la resolución de esta crisis, la aplicación del mismo, habrá permitido al menos, insuflar esperanza al pueblo malí. Los daños serían irreparables si se diera la impresión de querer poner en tela de juicio lo que se obtuvo en Ouagadougou. Hay que evitar reforzar la sensación de que Bamako no está realmente en la onda con Ouagadougou. El riesgo de verse progresivamente aislado, efectivamente, sería grande. Los pueblos de la subregión malí están indisolublemente unidos por un mismo destino.

Argel debería integrar más los logros resultantes de esfuerzos precedentes y dejar de creer en un eventual alineamiento con la causa de los rebeldes por parte de Ouagadougou. Sin duda, algunas comunidades meridionales argelinas tienen influencia sobre poblaciones del norte de Mali. Lo único que falta es que Mali constituya una república laica en las fronteras internacionalmente reconocidas.

¿Qué suerte correrá finalmente el Acuerdo de Ouagadougou? Argel está interesado en mostrarse muy claro al respecto. En lo que le concierne, Mali saldría ganando con el Acuerdo de Ouagadougou en la medida en que se aplique en toda su totalidad. Si las cosas se estancan, como se teme que ocurra, hay que actuar rápido para revisar los puntos del Acuerdo cuya aplicación ha quedado suspendida. Esto debe hacerse en concierto con el mediador Blaise Compaoré, que fue oficialmente designado por los Estados occidentales de África, para tal propósito.

Con este panorama, la comunidad internacional debería más andarse con pies de plomo. Hay que activar rápidamente, emprender, llegado el caso, la mediación entre Ouagadougou y Argel, a fin de atenuar todo tipo de suspicacias. Mali debe avanzar hacia la reconciliación y la consolidación de los logros conseguidos con el Acuerdo. Para hacer esto, cada uno de los actores debe asumir su papel, dar la cara y no optar por la táctica del avestruz. Después de haber participado en diferentes encuentros con los jefes de Estado Mayor, Argel, que también registró fracasos en el pasado, está bien colocado para entender que el Acuerdo de Ougadougou constituye un logro que no debe ignorarse. Así que las dos capitales deberían hablar más, a fin de encontrar un compromiso que salve la situación. Bajo esta óptica, la comunidad internacional debería implicarse más para salir rápidamente de lo que, cada vez más, parece una auténtica leonera.

El Acuerdo de Ouagadougou no debe caer en el olvido.

Le Pays

(1) Acrónimo del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad, integrado por rebeldes tuaregs que en 2012, declararon de forma unilateral la independencia del territorio malí. Su capital es Gao.

(2) Ibrahim Boubacar Keïta, actual presidente y ex primer ministro de Mali.

Traducción de Antonio Vázquez

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