-Quiero Burkina- le dije a un amigo hablando por Facebook. –Y yo sushi- me respondió él. Cuando pocos días después le dije que me había comprado el billete de avión para este domingo, 16 de noviembre, a Burkina Faso y que ya tenía el visado comprendí aquella respuesta -Creía que no hablabas en serio-, me dijo. Pero sí, iba en serio.
Me voy a Burkina Faso a intentar trabajar de lo que me gusta: periodismo freelance (porque lo de corresponsal parece ser que está pasando a la Historia…) en África. Burkina Faso es un país de la zona occidental del continente. Antiguo Alto-Volta, hasta que en 1984 el presidente Thomas Sankara le cambió el nombre por estas dos palabras que quieren decir Tierra de los hombres íntegros. Hace frontera con Malí, Níger, Benín, Togo, Ghana y Costa de Marfil. Según el Programa de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo. Ocupa 274 200 km2. Algo así como un poco más de la mitad de España. Su capital es Uagadugú. Se habla francés porque fue colonia de Francia hasta 1960 cuando consiguió la “independencia”… Y datos que pueden resultar de vuestro interés, sobre todo de familiares y amigos preocupados (debido a la desinformación que hay sobre este continente): Allí no hay ébola, de momento. Boko Haram no rapta en Burkina Faso. Tendré cuidado.
“¡Te vas con los negros!” Quizás esta debería haber sido la frase para titular esta entrada. Mi abuela la lleva repitiendo desde que volví de Senegal. En forma de pregunta, a mi madre, cuando yo no puedo oírla. Preocupada. En forma de exclamación cuando mi respuesta no fue sólo afirmativa, como ya lo era en un principio, sino que además le dije que me iba en una semana. De una manera laxa cuando se da cuenta que no puede evitarlo. Aunque ella no está del todo convencida me compró un chorizo y un salchichón, como de costumbre. (Aunque por ella me compraría kilos y kilos, pero no hay espacio en la maleta…) Siempre me dice que es importante porque igual me da hambre en el avión o en el aeropuerto. Y siempre me recuerda que no me olvide de comprar pan y guardarlo bien en la maleta de mano para hacerme un buen bocadillo en caso de necesidad. Detalles de mi abuela.
Tenía claro que quería volver al continente pero lo que no sabía era dónde. “Cuando llegue el momento lo sabrás”, me dijo hace tiempo un buen amigo. Estuve tanteando algunos países pero, en principio, los gastos que suponen sobrepasan mi mediocre presupuesto. Se lo comenté a un compañero de profesión que ya se gana la vida, como puede, de freelance. ¿Hacia dónde? Me interesa Burkina, quiero conocer ese país, aunque digan que no tiene monumentos que no hay nada. Aunque en España cuando diga el nombre, BUR-KI-NA—FA-SO, me miren raro y me pidan que repita o pregunten ¿Burkina qué? ¿Eso qué es? O bien, ¿dónde está eso? La repuesta de mi compañero de profesión fue: “Haz lo que quieras”. Y a sabiendas de lo absurdo de ir a un sitio que parece que no es más que un espacio blanco en el mapa, me voy. Sencillamente porque es lo que quiero. Porque aunque me equivoque sé que es por allí por donde quiero empezar.
A la pregunta, “¿y cuándo vuelves?”, mi respuesta: No tengo ni idea…
Original en: Cuentos para Julia