Me llamo Farida Fadou Nasser y soy una refugiada centroafricana

28/07/2020 | Opinión

«Me llamo Farida Fadou Nasser y soy una refugiada centroafricana.

Voy al Instituto pero, desde que apareció la COVID, no vamos a clase, simplemente estamos en casa confinados. Me siento mal porque lo que está en juego es nuestro futuro. No podemos estudiar, ni siquiera hablamos con nuestros profesores.

Mi vida antes era ir a la escuela, jugar con amigos o salir a pasear por el barrio. Ahora no se puede, estamos en casa sin hacer nada. Echo mucho de menos mis clases».

Así vive Farida el confinamiento. Hace unos días tuvimos la oportunidad de hablar con ella por videoconferencia. Nos contó cómo se vive la emergencia sanitaria en una situación ya de por sí compleja como es ser refugiada en otro país.

Escuchando a Farida, viendo sus gestos y expresiones, podríamos estar hablando con cualquier adolescente del mundo. Duda y mira hacia arriba antes de contestar, como si buscase las palabras más adecuadas. Termina muchas de sus frases con la coletilla «esto y lo otro» y no puede evitar que se le escape una sonrisa cuando habla de algunos temas como el de los chicos.

Pero un segundo después cambia la cara y el tono y se pone muy seria para explicar que muchas de sus amigas, sin acceso a la educación y provenientes de familias sin estudios, se ven abocadas a situaciones como matrimonios forzosos y embarazos tempranos.

Educación y matrimonio temprano

entreculturas_ext-twitter.jpg«Me preocupa que mientras dura la pandemia muchas niñas se verán obligadas a contraer matrimonio” dice Farida con expresión grave. Una realidad que está aumentando desde el comienzo de la pandemia. Además, muchas niñas, sin la protección de la escuela no tendrán las herramientas necesarias, la información necesaria para evitar un embarazo adolescente.

Farida y su hermana han vivido insultos y amenazas solo por querer continuar con su educación. Pero ella lo tiene claro, quiere estudiar, quiere ser doctora y ayudar a sus padres y a las personas sin recursos económicos. En Entreculturas seguimos trabajando para que Farida, y muchas otra niñas como ella, puedan reanudar sus
clases e incorporarse a los programas de educación a distancia que, junto al Servicio Jesuita a Refugiados estamos desarrollando en Chad. Porque la educación es un derecho para ellas y es la clave para que puedan tener un futuro con oportunidades.

Ayúdanos a apoyarlas impulsando más proyectos educativos en los países y regiones con menos recursos

El cierre de las escuelas provocado por la covid-19 amenaza con hacer retroceder los avances logrados en el acceso a la educación de más de 7 millones de niños y niñas refugiados.

La escuela es su refugio: les protege frente a la violencia, les permite acceder a la alimentación, es un espacio donde pueden ser niños. Y ahora ven cómo ese lugar seguro vuelve a alejarse.

Trabajamos para que la escuela les siga protegiendo. Para que, aunque estén cerradas, les siga acompañando en sus casas a través de la educación a distancia, siga ofreciéndoles una comida diaria con el reparto de alimentos que hacemos llegar a las familias y siga defendiéndolos de la violencia con el seguimiento casos telefónicamente.

Con tu ayuda harás posible que la educación siga siendo su lugar seguro.

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[Fundación Sur]


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  • La pobreza, la desigualdad y la degradación ambiental son desafíos globales que requieren de una ciudadanía global comprometida y capaz de afrontarlos. Estamos convencidos de que esa ciudadanía es la que nace de poder acceder a una educación de calidad. Y ese es nuestro propósito, defender el derecho a una educación de calidad para todos y todas.

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