En este país de África occidental acontece lo contrario de nuestros usos y costumbres. La norma del canon de la belleza femenina es que las muchachas casaderas deben estar no sólo gordas, sino obesas. Una joven rellenita, pero normal, no encuentra marido. Por eso, las familias fuerzan a engordar a sus hijas, como si fueran animales de engorde.
En Francia para producir el famoso “foie gras” de oca, se las obliga a engullir maíz hasta atiborrarse. Les ponen un embudo en el pico y les meten a presión el alimento, de este modo el hígado se torna graso en exceso. A esta operación la llaman en francés “le gavage des oies”, como el recebo de las ocas.
El caso de Buchara
Los Misioneros de África, tanto padres como hermanas, trabajamos en Mauritania, país mayoritariamente musulmán. El único obispo católico del país es un padre blanco alemán, que anteriormente estaba en Malí. Formando equipo con él están otros dos misioneros, uno de ellos español, el P. Jesús Martínez Presa, navarrico. Resumo a continuación la historia que me contó este verano, cuando vino de vacaciones.
“La tía de la niña Buchara era una profesional del recebo, se ganaba la vida transformando a esas niñas normales en adolescentes obesas. Con su sobrina comenzó a los 9 años. El tratamiento duró 3 años: La base era leche de camella y cuscús. Y ¡vaya dosis! Diez litros de leche diarios: 3 por la mañana, 4 al mediodía y otros 3 por la noche. El cuscús, sea completo con verduras, carne y salsa o sólo empapado en la leche de camella correspondiente.
La desgraciada Buchara le contaba al padre Jesús:”Mi tía y mi madre me obligaban a beberme toda la leche. Yo sentía nauseas y vomitaba. Era peor, porque me obligaban a comer de nuevo. Si me resistía, me pellizcaban y golpeaban. A una hermana mía mayor y más rebelde, le apretaban los tobillos entre dos tablillas sujetas con cuerdas. Es una tortura que no deja huellas, pero que produce unos dolores espantosos. De manera que te ves obligada a engullir cualquier cosa. Ellas me repetían que lo hacían por cariño, porque querían que los jóvenes nos encontraran hermosas y de este modo encontraríamos un buen marido. Yo lo creía, pues me lo decían mi madre y mi tía. Mi sufrimiento era tanto, que no conseguía arrastrarme para ir a la escuela. Empecé a peder la salud.”
Ahora Buchara tiene 18 años y es madre de dos hijos. Cuando mi colega me mostró su foto aparentaba tener el doble de su edad. La casaron a los 12 años, tuvo su primera hija a los 13. No sabía el significado de la palabra matrimonio.
Para ella lo decidieron todo sus padres, como sucede en la mayoría de las familias mauritanas. La novia es “concedida”
Otras historias parecidas
El padre Jesús me siguió contando otros casos de su conocimiento:
Leila, de 23 años, que comenzaron a cebarla a los 7 y que a los 12 casaron con un hombre, que no conocía, mucho mayor que ella. Ahora sufre de reumatismos y casi no se tiene en pie. Está internada en el hospital sometida a una dieta de adelgazamiento muy severa. Fue su tía quien la atiborraba de comida, sobre todo por la noche, porque el metabolismo es más lento y se engorda más rápidamente.
Otro caso es el de Kelaié, de 29 años. En la foto que me muestra parece una matrona de por lo menos 60… Ela misma le decía: “Cuando veo a mis amigas de infancia, que escaparon al recebo y engorde, me avergüenzo. Ellas están jóvenes y bellas. Yo parezco ser su madre.”
Utilización de fármacos para el engorde del ganado y de las aves
Buchara, Leila y Kelaié no son las más desgraciadas. Hoy a leche de camella escasea y es cara, lo mismo que el auténtico cuscús de sémola de trigo sarraceno. Las cebadoras han encontrado la solución: Consultaron a los veterinarios y ahora engordan a las chicas mezclando en la comida las hormonas utilizadas en el recebo de los pollos, becerros y terneros.
La sra. Aminetu Mint Moctar, fundadora de la Asociación “MUJERES CABEZAS DE FAMILIA”, entre cuyos objetivos se cuenta la lucha contra el engorde forzado de las muchachas. No sólo el tradicional, sino también el recebo moderno a base de medicamentos veterinarios. Nos comenta: “Yo quise que mi asociación se llamara “Asociación para defensa de los derechos de la mujer”, pero el Gobierno no autorizó ese nombre. Me respondieron que los derechos de las mujeres ya estaban protegidos por el Estado y definidos por el Islam. Por eso le di la vuelta al obstáculo, inventando ese nombre de mujeres cabezas de familia, como son las viudas y las madres solteras.”
Retrato de Aminetu
Esta mujer es un personaje fuera de lo común en Mauritania. A los 13 años, estudiaba con sus hermanos y al salir del colegio hacía voluntariado clandestino a favor del partido maoísta mauritano. Eran los años de la guerra del Vietnam. Aminetu saluda dando la mano, como los hombres. A quien se extraña, le dice con una sonrisa:”En Mauritania la costumbre lo prohíbe a las mujeres, pero yo soy una mujer moderna.” Para conducir su coche se quita las sandalias, pues con los pies descalzos, dice ser más confortable. Pero cuando aborda el tema de los medicamentos veterinarios, su rostro se altera y afirma: “Esos medicamentos se venden sin receta en los puestos de los mercados con temperaturas de + de 40º. El Ministerio de la Sanidad mohece nada para acabar con ese tráfico realizado a la luz del día. Las niñas y adolescentes sufren del hígado, del corazón, de los huesos, desarrollan la diabetes, el reuma, sufren de crisis nerviosas…Cuando están embarazadas sufren abortos espontáneos…Bastantes se tornan locas…Otras acaban cortándose las venas para suicidarse.” Aminetu calcula que por lo menos el 30% de las chicas de Nuakchott, la capital, son víctimas del engorde forzado.
Conclusión que nuestras lectoras tanto madres como hijas, agradezcan a Dios no haber nacido en Mauritania. Apoyemos la lucha de Aminetu…