Matrimonios colectivos en Argelia para poder casarse a pesar de la pobreza

11/01/2017 | Crónicas y reportajes

En el desierto de Argelia, treinta mujeres jóvenes de familias pobres, con el cuerpo envuelto en telas y la cara oculta, se prestan, en el interior una “tienda de campaña”, al ritual de maquillaje para un evento que nunca hubieran creído posible: su matrimonio, celebrado en conjunto.

Al día siguiente, éstas son las 30 futuras esposas que celebran su boda en una ceremonia en la que están separadas de los hombres. Han acudido unos 200 invitados, todos ellos vestidos con un “burnous”* por encima de una “gandoura”** y un pantalón. En la cabeza un turbante y sobre las piernas dobladas, una espada que la gente de la región aún exhibe como muestra de su patrimonio.

La escena tiene lugar en la localidad de Aïn-Salah, una ciudad situada en el sur de Argelia a 1.500 kilómetros de Argel, afectada por la pobreza a pesar de los yacimientos de gas que se extienden por toda la región.
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Sin la ayuda de una asociación de caridad, «SOS-3e âge El-Ihsane», estas mujeres y hombres, huérfanos de padre y/o madre, probablemente nunca habrían conocido la vida conyugal.

«La iniciativa de financiar y ayudar a los jóvenes es muy buena», dice entusiasmado uno de los contrayentes. «Cuando oí hablar de esta organización que ayuda a los necesitados [para que se puedan casar], quise participar inmediatamente. Agradezco a todos los que trabajan en ella lo que han hecho por nosotros».

«En estas zonas del interior del país, las personas son pobres y necesitan ayuda», aseguró el presidente de la asociación, Souad Chicki. Una asociación local es la que lleva a cabo la selección de los afortunados, después de haber confirmado que realmente necesitan ayuda.

Respetar las costumbres

Después de la ceremonia colectiva, las jóvenes, acompañadas del padre, de un hermano o de un tío, se desplazan al hogar del cónyuge que vive con su familia, ya que no puede pagar una vivienda para él solo.

Delante de las mujeres que les dan la bienvenida en la cámara nupcial, mantienen los rostros tapados con el velo «por temor a que su belleza les sea robada», según una vieja creencia que sigue viva. Mostrar la cara es un privilegio reservado para el marido cuando la pareja se encuentra en la más estricta intimidad. «Es una costumbre heredada de nuestros antepasados que seguimos aplicando», declara la maquilladora Hadja Aya, que no sabe su edad, ya que se equivocaron en el momento de su nacimiento. «Tengo 53 años… o tal vez 100», dice sonriendo.

Más de dos años de sueldo

Estas 30 parejas se han casado por lo civil, como se suele hacer en este conservador país.

Si no tienen los medios para financiar por sí solos la ceremonia con su correspondiente celebración es debido a que el coste es un elemento disuasorio para personas con ingresos muy limitados: un evento tal, incluso el más modesto, tiene un coste mínimo de 1,2 millones de dinares (8.000 euros), pagados al 50% por ambos cónyuges, lo que representa más de dos años de salario mínimo mensual (150 euros), a menudo ahorrado a costa de muchos sacrificios.
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En 2015, sólo se celebraron 369.074 matrimonios en Argelia, contra los 386.422 en 2014, una disminución del 4,5% en un país de más de 40 millones de personas donde la población está creciendo, cada año, en más de un millón de personas.

La ceremonia de la boda es de suma importancia en Argelia, con raras excepciones, esto es lo que permite a los cónyuges comenzar su vida juntos.

Esta es la razón por la que las ceremonias colectivas se están multiplicando en los últimos años en el país, financiadas por organizaciones benéficas. Los matrimonios colectivos «son un indicador de solidaridad social», asegura la socióloga Fatma Oussedik.

Hogar

En Aïn Salah, los treinta maridos son conductores, trabajadores agrícolas o guardias. Sus futuras esposas no trabajan. Las parejas tendrán que vivir con sus parientes, ya que no pueden alquilar una vivienda.

De regalo lo que reciben son aparatos para el hogar, ropa de cama, vajilla y ropa. En el ajuar de las novias, también hay zapatos y cosméticos.

En la tienda donde están reunidas las mujeres para la ceremonia, destaca el olor a incienso, la maquilladora coge un frasco que contiene un polvo perfumado y lo diluye en agua, para pintar las caras de las novias. Les ponen los anillos regalo de los maridos y les tatúan las manos con henna, como manda la tradición.

Los futuros esposos, también se prestan a su ritual: el afeitado, la henna y los ojos con kohl. Permanecen en silencio, con la alegría contenida por la modestia.

*Túnica con capucha

**Vestimenta amplia y sin mangas típica del norte de África

slateafrique.com

Fundación Sur

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