Estas últimas semanas hemos visto la presencia de muchas mujeres en las manifestaciones multitudinarias que reclamaban libertad y democracia en distintos países árabes. Viéndolas gritar con tanta pasión y determinación, no he podido dejar de hacerme unas preguntas. ¿Después de participar en la revolución, participarán estas mujeres en el poder? ¿Pasará lo que pasó hace medio siglo con las mujeres de Argelia?
Es bien conocido el papel que jugaron las mujeres argelinas junto a sus padres, maridos y hermanos en la guerra de la independencia hace medio siglo, y como después de haber sido protagonistas en la lucha de liberación pasaron a ser “desaparecidas”, sin visibilidad en la escena política.
A finales de 1955 los hombres se “echaron al monte y las mujeres no sólo tuvieron que asumir el papel de padre, participaron en la guerra de liberación, alimentando a los combatientes en la retaguardia.
Como las famosas tres Djamilas, heroínas de la guerra de liberación del poder colonial francés, muchas argelinas anónimas participaron en operaciones de guerrilla y en las regiones urbanas se convirtieron en agentes eficaces de enlace. Expusieron sus vidas y luchando codo a codo con los hombres.
No hace mucho recordaba Fátima Saidani, que las mujeres militaban en igualdad de condiciones que los hombres. Combatieron en las montañas y hubo mujeres en la organización civil del Frente de Liberación Nacional y en la guerrilla urbana.
¿Qué pasó al final de la guerra? Muchas mujeres se vieron frustradas en sus aspiraciones de poder compartir derechos y poder con los hombres con los que habían compartido sueños, peligros, cárcel y torturas. Quedaron fuera de la escena política. Volvieron al que se consideraba su lugar natural, el recinto del hogar bajo tutela del varón. No importa la edad que éste tuviese. Es cierto que desde el punto de vista jurídico la constitución argelina reconoce la igualdad de derechos de hombres y mujeres, pero la brecha entre textos y realidad no es pequeña.
Estos días hemos visto a numerosas mujeres alzando pancartas y banderas en calles y plazas de países árabes. Sus voces se han unido a las de los hombres, con ellos, han luchado codo a codo para que el poder acaparado por los dictadores pase al pueblo. ¿Lo conseguirán? ¿Estarán las mujeres al lado de los hombres a la hora de tomar decisiones políticas? ¿Los aires de democracia que soplan con fuerza podrán barrer el peso de costumbres que relegan a las mujeres al ámbito del hogar?
Según estudios hechos por las Naciones Unidas, a finales de 2010, la representación parlamentaria de las mujeres en los países árabes, es la más baja del mundo: Un 12,5%, frente a un 21,9% en Europa.
Nihad Abul Qomsanr, abogada y presidenta del Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer, al constatar la presencia de una sola mujer en el grupo de 27 expertos, que tenían que discutir, el camino a seguir hacia la transición democrática después de la caída de Mubarak:, decía: “Hombres y mujeres hemos luchado codo con codo para acabar con el régimen de Mubarak, pero ya hemos empezado a ver que cuando llega el momento de la toma de decisiones políticas son ellos los que deciden por nosotras».
La historia nos confirma que ni las revoluciones ni la democracia, por muy necesarias que sean, bastan para la conquista real de derechos para las mujeres, más allá de los códigos escritos. Hacen falta cambios sociales y el cambio de mentalidades que sean una barrera eficaz a la fuerza de costumbres o a la influencia de corrientes religiosas retrógradas.
En el día internacional de la mujer 2011, deseemos una vez más que estos cambios sociales y de mentalidades sean posibles