MÁS ALLÁ DE LA AYUDA, DE LAS FRONTERAS Y DE TODA ESCLAVITUD.

27/04/2015 | Editorial

Mañana 28 de abril es el día mundial de la seguridad y la salud en el trabajo.

Si todas las personas en África y en los otros Continentes gozaran de un trabajo digno, no necesitarían tantas ayudas, ni se verían obligados a salir de sus familias y de su tierra para arriesgar su vida buscando una vida más humana, ni tampoco tendríamos tantos millones de niños-as que viven como esclavos.

Promover un trabajo digno para todos los ciudadanos-as, es el mejor camino para superar las más graves esclavitudes sociales que sufren especialmente los pueblos africanos y otros.

Deseo resaltar tres tipos de esclavitudes relacionadas con la falta de un trabajo digno y con la necesidad de ir: más allá de las ayudas, más allá de las fronteras y más allá de la esclavitud de los niños-as.

Más allá de las ayudas.

Se comprende que en situaciones de urgencias o catástrofes naturales, como el terremoto en Nepal o el volcán activo de Chile o emigrantes en situación de naufragio, etc. se necesita ayuda humanitaria urgente para salvar vidas por todos los medios disponibles. En situaciones de emergencia, la ayuda humanitaria es indispensable.

Muchas iglesias, ONG y gobiernos prestan su generosa ayuda en casos de necesidad. Y todos nos alegramos de semejante generosidad y solidaridad.

Es evidente que los mayores sufrimientos de los hombres y mujeres de hoy están causados por políticas egoístas y violentas, y por un sistema económico injusto que empobrece a la inmensa mayoría de la humanidad.

Necesitamos ir más allá de la ayuda humanitaria para sanear la raíz de las esclavitudes humanas y sociales. Necesitamos políticas más humanas y coherentes, junto con una economía más justa, para promover un desarrollo humano y sostenible.

Muchos gobiernos y multinacionales otorgan ayudas con generosidad y resonancia pública, sin llegar a promover condiciones dignas de un trabajo sostenible, respetando siempre los derecho humanos, una participación transparente en los beneficios y el bien común.

Más allá de las fronteras.

Este compromiso por un trabajo digno y por el bien común, en compasión y justicia, debe preocuparse, no solo por nuestro propio país, sino por todos los pueblos del globo. De hecho es imposible que un país, comunidad autónoma o tribu pueda vivir dignamente en aislamiento. “Más que nunca, no necesitamos todos”. (N. Mandela)

Es imperativo reconocer la necesidad de pensar, trabajar y colaborar “más allá de nuestras fronteras”.

La forma de pensar y trabajar entre demasiados políticos y líderes sociales, se manifiesta extremadamente limitada, corta y provincial. Se nota por ejemplo en demasiados líderes un pobre conocimiento de lenguas extranjeras y de cultura global.

Es imposible vivir dignamente en Europa, si otros pueblos y continentes permanecen empobrecidos y continúan sufriendo la violencia que con frecuencia causamos nosotros, a través de nuestras políticas y multinacionales.

La trágica realidad que viven miles de inmigrantes africanos en nuestras costas nos muestra bien claramente las terribles consecuencias de las guerras, empobrecimiento y falta de trabajo que estamos causando con nuestro acaparamiento de tierras y explotación de recursos, en los países africanos.

Más allá del trabajo forzado de los menores.

Unos nueve millones de niños-as viven esclavizados, según, “Save the Children”.

Esta lacra de la esclavitud de menores se manifiesta en los: 5.7 millones de niños-as que son obligados a trabajos abusivos, en los 2 millones que son explotados sexualmente, en el millón de menores traficados, en los más de 300.000 de niños soldados, etc.

A estos menores, abandonados y empobrecidos, los grupos extremistas como Boko Haram, Estado islámico o Kony, etc. les ofrecen dinero y les dan un cierto estatus y objetivo para su vida.

Organismos y ONG internacionales y organizaciones misioneras han denunciado que unos 400 millones de niños viven en trabajos de alto riesgo y condiciones inhumanas, muchos de ellos trabajando en la elaboración de productos que se comercializan en Europa y el resto de Occidente.

Esta esclavitud infantil entra a formar parte de nuestra vida de cada día. Puede ser que los plátanos que comemos y el café que degustamos estén empapados del sudor de muchos niños y niñas latinoamericanos o africanos, trabajando en condiciones inhumanas.

Es necesario desenmascarar a gobiernos, mafias y multinacionales que esclavizan y trafican con los miembros más vulnerables de la sociedad.

Si les asegurásemos una educación autentica: académica y de valores, estaríamos capacitando a todos los niños-as y menores para contribuir en la construcción de un mundo más humano.

Es hora de ir “más allá de la ayuda, más allá de nuestras fronteras y más allá de toda esclavitud
” de menores o cualquier ser humano.

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