Manos Unidas reclama igualdad de oportunidades para las mujeres en el acceso a la educación

6/09/2016 | Opinión

• En el mundo hay 758 millones de personas que no saben leer ni escribir una frase simple.

• El analfabetismo es sinónimo de pobreza y rechazo.

• Más de 500 millones de mujeres sufren soledad, aislamiento y marginación por no saber leer ni escribir

• En 2015, Manos Unidas aprobó 219 proyectos de carácter educativo por un importe superior a los 11,6 millones de euros

En un mundo que evoluciona de manera imparable hay, según la UNESCO, 758 millones de adultos mayores de 15 años, que no saben leer ni escribir una frase simple. Esto supone que más de 750 millones de personas están condenadas a la exclusión y a la pobreza por carecer de los conocimientos básicos que les permitan comprender el devenir del mundo que los rodea o carecen de conocimientos para reclamar sus derechos o afianzar sus libertades como individuos. Las dos terceras partes de estas personas, 505 millones, son mujeres.

Las personas de entre 25 y 64 años, que generalmente componen la fuerza laboral de un país, son también las que presentan las cifras más altas de analfabetismo, 509 millones. Esta carencia de conocimientos esenciales va pareja a la vulnerabilidad en todos los campos: enfermedad, explotación laboral y violación de los derechos humanos. Además, la probabilidad de que no encuentren trabajo o los engañen con los salarios es mucho más alta. El analfabetismo es, en definitiva, sinónimo de pobreza y rechazo.

Para Manos Unidas la educación es un derecho humano esencial para el desarrollo sin el que no sería posible cumplir ninguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS). De hecho, la alfabetización forma parte del ODS 4, que tiene como objetivo “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, para todos”.

“La posibilidad de leer o de comprender los documentos escritos, está directamente relacionada con la erradicación de la pobreza y con el desarrollo de los pueblos y sociedades”, asegura Fidele Podga, coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas. Por ello, en 2015, la ONG aprobó 219 proyectos de carácter educativo por un importe superior a los 11,6 millones de euros. Estas iniciativas beneficiaron de manera directa a cerca de 112.000 personas. Además de hacer hincapié en la educación escolar, muchos de estos proyectos tuvieron como destinatarias fundamentales a las mujeres, que sufren con mayor virulencia las consecuencias del analfabetismo.

Mujer y analfabeta: un tándem para la exclusión

manos_unidas_marruecos.jpgEl 8 de septiembre, Día de la Alfabetización, Manos Unidas denuncia que en el mundo hay más de 500 millones de mujeres analfabetas; más de 500 millones de mujeres que sufren soledad, aislamiento y marginación por no saber leer ni escribir; más de 500 millones de mujeres que pueden ser engañadas por no comprender lo que leen o por no tener nociones básicas de números. El acceso a los derechos básicos, al respaldo legal y a los avances científicos y tecnológicos, es mucho más difícil para las más de 500 millones de mujeres analfabetas.

“Cuando se dota a la mujer de autonomía y de posibilidades de desarrollo, esto revierte en sí misma, en su familia y en su comunidad”, asegura Podga. “Para lograr el empoderamiento de las mujeres y la superación de las desigualdades estructurales a través del poder de movilización de la comunidad, es necesario que tanto mujeres como hombres participen en igualdad de condiciones en la identificación, diseño y ejecución de sus propios proyectos sociales y vitales. Esa participación depende de la auténtica comprensión de la realidad, para la que resulta fundamental poder leer y escribir”, señala el coordinador de Estudios y documentación de Manos Unidas, quien recuerda que Manos Unidas “busca siempre la sostenibilidad de los proyectos y un mayor impacto en sus intervenciones”.

Contribuimos a que las mujeres encuentren su lugar en Marruecos

“A lo largo de los años, en los viajes que hacemos para visitar los proyectos que apoya Manos Unidas, hemos ido conociendo a mujeres que se empeñan en cambiar su dura realidad y que, con mucho esfuerzo, se alfabetizan sentadas en las mismas sillas del aula de primaria de sus hijos, en el suelo de una mezquita o en los pupitres del aula del Hospital Español en Tetuán, donde asistimos como invitadas a una de las clases y aprendemos junto a ellas el alifato. De esas clases y esos esfuerzos han surgido grupos de mujeres como las lindalva en Alcazarquivir que ya saben leer y escribir y, gracias a ello, se han unido para formar una asociación desde la que venden las prendas que ellas mismas confeccionan y que les quitan de las manos en cuanto salen a la venta. Mujeres, como las akouben que venden en el zoco los “mendiles” que fabrican en los telares tradicionales; mujeres de la Perla de la Costa que confeccionan vestidos, faldas y pantalones y que quieren continuar su formación, mujeres que tienen su propia cuenta bancaria y comparten con sus maridos las decisiones importantes de su familia, mujeres que están aprendiendo un oficio”, relata Ana Lucas, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en Marruecos.

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#DiaAlfabetizacion en Marruecos: “Ellas”

Las encontramos en Marruecos, en un periplo que nos lleva a recorrer gran parte del país del norte de África y que comienza y termina en Tánger, tras pasar por Larache, Alcazarquivir, Tetuán y Chefchauen. ELLAS son las protagonistas de nuestro recorrido, en las ciudades grandes y pequeñas, en los pueblos cercanos a la carretera y en los más alejados, situados en lo alto de la cordillera del Rif donde incluso el 4×4 tiene dificultad para llegar. Jóvenes, ancianas, madres, abuelas; mujeres con una realidad común que aparentemente no cambia: el analfabetismo. No leen ni escriben y viven mediatizadas por una carencia que les impide progresar en una sociedad que no ve necesario que avancen.

Estamos con ellas, compartimos con ellas, pero, aun en el mismo lugar, ¡qué difícil resulta trasladarse a su mundo, a su día a día, a su aislamiento! Nos preguntamos por el porqué de su situación, de su abandono, de la complacencia de los otros que permiten que su madre, esposa, hermana o hija vivan privadas de su derecho a saber, a conocer, a estudiar… Sin duda, existen una razones sociopolíticas, culturales y religiosas infranqueables que desde nuestra mirada occidental nos chocan y no entendemos.

Mientras, ellas nos acogen, nos miran, nos sonríen, nos hablan y, aunque no entendamos sus palabras, nos transmiten sus deseos, que también se repiten, machaconamente, sin importar donde estemos. Todas quieren un lugar donde reunirse, donde charlar con su amiga, con su vecina, con su hija o con su madre. Todas quieren un sitio en el que hablar de su objetivo común, de su ilusión, de su trabajo… En definitiva, todas reivindican lo mismo: un espacio. Su espacio.

Y en cada etapa de nuestro viaje, se afianza la certeza de que, gracias a nuestra gente de allí, a Sor Carmen, a Laila, a Sor Trini, a Mohamed, a Hafida, a Nadia, a Sor Conchi, a Jossef…. que se acercan a ellas, que las conocen, que las acompañan, que saben qué quieren y que trabajan sin descanso para conseguir hacer realidad sus aspiraciones de vivir mejor, para que sus deseos se vean cumplidos. Junto a estas personas y, sobre todo, gracias a estas mujeres, Manos Unidas está preconizando una serie de cambios que, aunque a nivel del país no se perciban, han hecho posible que exista otra vida para ELLAS.

A lo largo de los años, en los viajes que hacemos para visitar los proyectos que apoya Manos Unidas, hemos ido conociendo a mujeres que se empeñan en cambiar su dura realidad y que, con mucho esfuerzo, se alfabetizan, sentadas en las mismas sillas del aula de primaria de sus hijos o en el suelo en la mezquita o en los pupitres del aula del Hospital Español en Tetuán, donde asistimos como invitadas a una de las clases y aprendemos junto a ellas el alifato. De esas clases y esos esfuerzos han surgido grupos de mujeres como las lindalva en Alcazarquivir que ya saben leer y escribir y, gracias a ello, se han unido para formar una asociación desde la que venden las prendas que ellas mismas confeccionan y que les quitan de las manos en cuanto salen a la venta. Mujeres, como las akouben que venden en el zoco los mendiles que fabrican en los telares tradicionales; mujeres de la Perla de la Costa que confeccionan vestidos, faldas y pantalones y que quieren continuar su formación, mujeres que tienen su propia cuenta bancaria y comparten con sus maridos las decisiones importantes de su familia, mujeres que están aprendiendo un oficio…

Regresamos esperanzadas, sabedoras de que es posible cambiar la realidad, porque esas ELLAS que conocemos a cada paso en nuestro viaje, también son mujeres emprendedoras, alegres y comprometidas que aprovechan el apoyo recibido, aunque hayan tenido que esperar años.

Por todo esto, por vuestro esfuerzo y empeño, desde Manos Unidas os damos hoy, en el Día Internacional de la Alfabetización, las gracias: gracias por sentiros orgullosas y triunfadoras y, sobre todo, por sentiros siempre mujeres.

Ana Lucas

* Ana Lucas es Coordinadora de proyectos en el Norte de África

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