Manos Unidas nos pide que nos unamos a la guerra contra el hambre

3/02/2009 | Crónicas y reportajes

El día 2 de febrero, Manos Unidas presentó su campaña nº 50, “Combatir el hambre, proyecto de todos”, celebrando a su vez el 50 aniversario desde que, en 1955, la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, UMOFC, hiciese pública la primera campaña contra el hambre, publicando un manifiesto, que aún hoy sigue vigente, en el que afirmaban “Declaramos la guerra al hambre”. Este manifiesto fue el germen de la primera campaña de Manos Unidas, en 1960.

En ese histórico año, las mujeres también propusieron celebrar el día del ayuno voluntario, en señal de solidaridad con todas aquellas personas en el mundo que sufren el hambre día a día. Día solidario que se sigue celebrando anualmente desde entonces. Este año, el día del ayuno voluntario será el próximo viernes, 6 de febrero de 2009.

Según lamenta Begoña de Burgos, presidenta de Manos Unidas, hoy la situación del hambre en el mundo ha empeorado. Tomando como base las estadísticas manejadas en la reciente cumbre de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), celebrada en Madrid, el número de personas que pasan hambre ha aumentado en los últimos años, y ahora es de casi 1.000 millones. Algo inadmisible. La presidente de Manos Unidas reafirma la aseveración que hace 50 años hicieron las mujeres que le declararon la guerra al hambre: “La mayor dificultad para acabar con el hambre en el mundo es creer que no se puede lograr”.

Con esta campaña, Manos Unidas centrará sus esfuerzos a lo largo de este año que acabamos de comenzar, en el primero de los objetivos del milenio, “erradicar la pobreza extrema y el hambre”, algo que, a pesar de las promesas e ilusiones que logró levantar en su día, cada vez está más lejos de realizarse.

A pesar de que el 2008 ha sido un año nefasto en el que la cifra de empobrecidos y hambrientos ha aumentado, mientras que los ojos de todo el mundo están puestos en la crisis financiera global, hay personas y organizaciones que no cesan en su lucha por los más vulnerables. Una de ellas es Manos Unidas y todas las personas que colaboran en la implantación y desarrollo de sus proyectos.

Después de que la presidenta adelantase los resultados económicos provisionales del año 2008, en Manos Unidas, intervinieron en la presentación dos invitadas de excepción. María Giovanna Ruggieri, representante de la UMOFC, en la FAO, y Nieves Crespo, religiosa salesiana, que trabaja y vive en Etiopía, desde el año 2002.

Maria Giovanna Ruggieri, además de ser profesora de inglés, está muy comprometida con asuntos medioambientales, actividades con inmigrantes y proyectos de carácter solidario. La representante de la UMOFC en la FAO, Roma, también es vicepresidenta de la organización femenina en Europa y nos explica que todavía hoy se comprometen, con valentía y competencia, para que la voz de las mujeres se a escuchada tanto en la iglesia como en la comunidad civil.

Las prioridades de la UMOFC para el periodo 2006 / 2010, son combatir la pobreza tanto material como la pobreza moral en el mundo. Además manifiesta, ahora como representante de la FAO, que la Agencia de las Naciones Unidas considera que la disminución del número de personas hambrientas en el mundo produciría una ventaja económica de 120.000 millones de dólares al año, ya que los millones de personas liberadas de la cadena del hambre empezarían a tener una vida más larga y productiva. Y ésta sería sólo una de las ventajas tanto económicas como sociales a nivel mundial.

Etiopía: un caso práctico

Por último habló la religiosa salesiana Nieves Crespo, licenciada en matemáticas, que vive y trabaja desde 2002 en Zway, Etiopía. El testimonio de Nieves, humilde y personal, fue a la vez descorazonador y esperanzador.

Comenzó dando cifras -la parte descorazonadora- sobre el país en el que vive: Etiopía es el tercer país más poblado de África, después de Nigeria y Egipto, con más de 76 millones y medio de habitantes. La esperanza de vida es de 49 años. Casi el 60 % de la población es analfabeta. El número de hijos de media por cada mujer es de más de 5, una de las tasas más altas del mundo. A finales del año pasado, la ONU hizo público que en tan sólo los tres últimos meses de 2008, el número de hambrientos en Etiopía había pasado de 4,6 millones a 6,4 millones de personas. Probablemente, en un mes que llevamos de 2009, esta cifra se haya incrementado.

Además de esta dramática situación de los más desfavorecidos, el gobierno de este país del cuerno de África, se dedica a poner más trabas que puentes, y acaba de aprobar una nueva ley sobre las agencias humanitarias, que según los activistas de derechos humanos, criminalizará el trabajo de las ONG. La ley, Proclamación sobre Organizaciones y Sociedades de Caridad, aprobada por el régimen de Meles Zenawi, y que tiene previsto entrar en vigor a principios de este año, dice que cualquier Organización No Gubernamental que reciba más del 10 % de su financiación del exterior, se considerará extranjera.

Las ONG extranjeras “no tendrán permitido involucrarse en actividades relacionadas con la democracia y los derechos humanos, resolución de conflictos ni justicia criminal”. Esta definición de los ámbitos prohibidos es para muchos tan amplia como el gobierno necesite en cada momento para acabar con los disidentes y críticos. Esto se suma a la ya restrictiva regulación para las organizaciones humanitarias, que necesitan complicados permisos de las administraciones locales, regionales o/y nacionales para desarrollar su labor.

Nieves Crespo, de 40 años, nos cuenta que en Etiopía, la iglesia cristiana es considerada una ONG, así que esta ley les tiene totalmente en vilo. “Estamos en vilo, esperando a ver qué pasa. Lo mejor es ser prudente siempre”.

Esperanza en los nietos de los niños de hoy

Pero este panorama no era su discurso. El relato de Nieves –y esta es la parte esperanzadora- va describiendo qué trabajos lleva a cabo su “misión” en Zway, y las historias de la gente con la que vive y trabaja. “Yo sólo quiero dar voz a la gente con la que convivo cada día. La mayoría de ellos morirá sin haber cumplido los 40 años y sin saber que las grandes instituciones mundiales hablan de ellos”.

La escuela de Zway tiene 571 niños y niñas, además de otras 121 niñas en la escuela de alfabetización, para niñas antes excluidas de la educación, que tras 3 años en esta fase, se incorporan a 5º de primaria. Otros 1.412 alumnos en las escuelas de primaria y secundaria, en total más de 2.100. A todos ellos se les asegura un plato de comida diaria, para muchos de ellos el único alimento que ingieren al día.

Además tienen en funcionamiento una Escuela Técnica Superior de Magisterio, Moda e Informática. Con 230 alumnos, que tras tres años de estudios consiguen un puesto de trabajo cuya remuneración les permitirá, no sólo a ellos, sino a toda su familia “soñar con un futuro diferente”.

También tienen un programa de nutrición y dispensario. En el programa de nutrición, alrededor de 100 niños luchan por su vida, habiendo llegado allí por debajo del 70 % de su peso.

En torno a todos estos proyectos, Nieves nos relata las historias de su gente, cuyas fotos se ha traído en la maleta, para enseñárselas a todo el mundo, y nos proyecta en la sede de la asociación de la prensa de Madrid. Nos habla de Fatuma, que enterró a dos de sus hijos antes de poder acudir con el tercero al dispensario; de Alima; de Hanna, que puede que alguien recuerde en Madrid porque vino a operarse al Ramón y Cajal de Madrid, de una malformación de corazón, y que volvió a su pueblo el pasado día 8 de enero, totalmente recuperada después de 9 meses.

Nieves comenta que aunque su trabajo sea como una gota de agua en el océano, es un trabajo excepcional e impresionante “porque son vidas concretas que salvamos a personas concretas, porque hacemos posible que puedan soñar con un futuro diferente ellos y sus familias”, y añade “Yo siempre digo que tengo la esperanza puesta en los nietos de los niños que hoy estamos apoyando”. Y así, cada vez serán más, es un trabajo tangible y positivo, aunque no deje de tener sus malos momentos, como la muerte de niños por los que ya no se ha podido hacer nada.

Es increíblemente positivo porque, además, nos transmite un mensaje a los acomodados europeos, que apartamos la vista de nuestros ombligos por un momento para escuchar a alguien que afirma con una gran sonrisa que lo más importante de su vida es dar voz a los pobres, permitir a los desheredados atreverse a soñar con un futuro diferente y nos muestra orgullosa sus fotos, viven ahí, en Etiopía, y son seres humanos con los mismos derechos que nosotros.

El gobierno de Etiopía destina la mayor parte de su presupuesto a armamento. Tiene el ejército más poderoso del continente. Tal vez por su buen ojo, al aliarse con Estados Unidos en la llamada “guerra contra el terror”, es uno de los mayores receptores de ayuda internacional, al desarrollo, de emergencia… de todas las modalidades existentes tanto de Estados Unidos como de Reino Unidos y el resto de Europa. ¡Incluso de Brad Pitt y Angelina Jolie han donado a Etiopía 2 millones de dólares hace 15 días!

Son millones y millones que el gobierno controla y “distribuye”, y ahora, con la nueva ley, mucho más cómodamente, ya que nadie puede recibir financiación externa si quiere trabajar allí. Todo ese dinero hace posible que Etiopía tenga un ejército que ha podido permitirse invadir un país vecino (Somalia) durante dos años, sin desatender sus quehaceres diarios de las tensiones que mantiene con todos sus vecinos, los sudaneses, los yibutianos y sobre todos los eritreos.

Eso, a la mujer que viene a contar sus avatares diarios con la vida y la muerte y los sueños de futuro y la esperanza de personas de carne y hueso, que viven con ella en Zway, le preocupa, “¡claro!, pero tenemos que ser muy prudentes, ¡si no nos echan!”. Esta lucha, humilde y cotidiana, es la que acabará ganándole la guerra al hambre si todos, como propone Manos Unidas, nos alistamos en sus filas, de una vez por todas.

Fundación Sur

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