La ética, como la filosofía o la religión, no están de moda.
Sin embargo, pensar críticamente, con valores y principios humanos y universales, es necesario para ser, relacionarnos y actuar de forma humana y responsable. Un mundo sin ética, no será humano.
Hablamos aquí de una ética de mínimos, basada en los valores, derechos y deberes humanos universales. Lo hacemos sabiendo que esta ética de valores humanos puede ser completada por los valores espirituales.
Hans Küng hace un análisis profundo que va desde la modernidad a la postmodernidad. Esto le lleva a concluir que hay un problema más serio: la «crisis de orientación moral», que se ha extendido por todo el mundo. Todo ello refuerza aún más el llamamiento a una «ética mundial», una reflexión sobre el talante ético que debe regir nuestros proyectos y acciones. “Un ethos global para todos los ámbitos de la vida”.
Un «ejercicio responsable» de la economía, política, ciencia, derecho, pedagogía, etc., que apueste por la dignidad del ser humano. Se busca que todos seamos capaces de asumir un consenso mínimo que ya existe el seno de las religiones, que puede ser el fundamento de una ética mundial: «Un consenso básico mínimo relativo a valores vinculantes, criterios inalterables y actitudes morales fundamentales”, afirma Hans Kung.
“Existen cuatro obligaciones o recomendaciones inalterables, que se encuentran en las tradiciones éticas de la humanidad, a las cuales no podemos renunciar. Hemos de asumirlas y ponerlas en práctica. Ahora el esfuerzo está en saber captarlas y traducirlas en los distintos ámbitos sociales:
• Compromiso a favor de una cultura de la no violencia y respeto a toda vida: «No matarás. Respeta toda vida.»
• Compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo: «No robarás. Actúa justamente.»
• Compromiso a favor de una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz: «No mentirás. Habla y actúa verazmente.»
• Compromiso a favor de una cultura de la colaboración y la igualdad de derechos y por la hermandad entre el varón y la mujer: «No te prostituirás ni prostituirás a otro. Respetaos y amaos los unos a los otros.»
Tanto la economía como la política deben respetar una “ética global”l que permita encauzar todos los mercados, recursos y servicios para que todos los seres humanos puedan vivir con dignidad.
Según H. Kung, dos principios básicos subyacen a todos los valores y normas éticas: la humanidad y la reciprocidad.
El Manifiesto por una ética económica global recuerda a todas las partes interesadas en negocios globales sus responsabilidades individuales en orden a humanizar el funcionamiento de la economía global: la Globalización necesita una ética global.
Este Manifiesto por una ética económica global, fue proclamado en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el 6 de octubre de 2009.
A continuación: El Texto íntegro del Manifiesto:
MANIFIESTO POR UNA ÉTICA ECONÓMICA GLOBAL
Proclamado en la sede las Naciones Unidas en Nueva York, ciudad global, el 6 de octubre de 2009
Preámbulo
Para que la globalización de la economía conduzca a la prosperidad universal y a una sociedad sostenible, todos aquellos que participan en ella, o se ven afectados por las distintas actividades económicas, dependen de un intercambio, iluminado en valores y en la cooperación mutua. La necesidad de esta orientación ética es una de las lecciones fundamentales de la actual crisis mundial de los mercados y productos financieros.
Además, el intercambio y la cooperación comercial solo alcanzarán metas para hacer la sociedad sostenible cuando las actividades de la gente en busca de satisfacer sus intereses privados legítimos y alcanzar la prosperidad se realicen teniendo un marco ético global de referencia y que este goce de la más amplia aceptación. Un acuerdo en normas globalmente aceptadas en las acciones y decisiones económicas, que es necesario, revela que “la ética de los negocios” todavía está en su primera infancia.
Para una ética económica global es necesaria una visión fundamental común, de lo que es legítimo, justo, fundamentado en principios y valores morales, que desde tiempos inmemoriales han sido compartidos por todas las culturas y apoyados por la experiencia práctica común.
Cada uno de nosotros –en nuestros diversos roles como empresarios, inversionistas, acreedores, trabajadores, consumidores, y miembros de diversos grupos de interés en todos los países– compartimos una responsabilidad común y esencial, junto con nuestras instituciones políticas y organizaciones internacionales, de reconocer y aplicar esta ética económica global.
Por estas razones, los signatarios expresan su acuerdo en el siguiente manifiesto.
Manifiesto por una ética económica global
En este manifiesto se recuerdan los principios y valores fundamentales enunciados en la declaración “Hacia una ética mundial” publicada por el Parlamento de las Religiones del Mundo en Chicago en 1993. Los principios de este manifiesto pueden ser apoyados por todos los hombres y mujeres con convicciones éticas, independiente de si son inspirados por cosmovisiones religiosas o no lo son. Los signatarios se comprometen, en sus decisiones económicas cotidianas, acciones y comportamiento general, a ser guiados por la letra y el espíritu de este manifiesto. El Manifiesto por una ética económica global reconoce seriamente la vigencia de las reglas del merca- do y de la competencia y se propone que estas reglas respeten una base ética sólida al servicio del bienestar de todos. Nada menos que la experiencia de la crisis actual que afecta a la esfera económica del conjunto subraya la necesidad de esos principios éticos internacionalmente aceptados y los estándares morales conforme a los cuales todos nosotros sentimos la necesidad de vivir en nuestras prácticas de negocios cotidianas.
I. Principio de humanidad
Marco ético de referencia: las diferencias entre las tradiciones culturales no deben ser un obstáculo para involucrase en una activa cooperación para apreciar, defender y velar por el cumplimiento de los derechos humanos. Cada ser humano posee una dignidad inalienable e intocable –sin distingos de edad, sexo, raza, color de la piel, capacidad física o mental, lengua, religión, visión política, u origen nacional o social–. Cada uno, el individuo así como el Estado, por lo tanto se obliga a honrar esta dignidad y protegerla. Los seres humanos deben siempre ser los sujetos de derecho, deben ser los fines y no meramente los medios del desarrollo y nunca ser los objetos de comercialización e instrumentos en los procesos industriales en beneficio solo de las utilidades de la economía, la política, los medios de comunicación, los institutos de investigación o las corporaciones empresariales.
El principio fundamental de una deseable ética económica global es el beneficio de la Humanidad: el ser humano debe ser el criterio ético para
toda la acción económica: se concreta en las pautas siguientes para hacer negocios de manera que se cree riqueza y se oriente a vivir los valores para alcanzar el bien común.
Artículo 1
La meta ética de la acción económica sostenible, así como su requisito previo social, es la creación de un marco fundamental para la sostenibilidad de la sociedad, en orden a satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos de modo que puedan vivir con dignidad. Por esa razón, en todas las decisiones económicas el precepto supremo debe ser que tales acciones sirven siempre a la formación y al desarrollo de todos los recursos humanos y capacidades individuales que sean necesarios para un desarrollo verdaderamente humano y ético del individuo y para vivir juntos feliz- mente.
Artículo 2
La humanidad prospera solamente en una cultura del respeto por el individuo. La dignidad y la autoestima de todos los seres humanos son inviolables –sean directivos superiores, compañeros de trabajo, socios de negocio, clientes, u otras personas interesadas–. Los seres humanos nunca podrían ser afectados gravemente por malos tratos en las formas individuales de conducta o sometidos a condiciones deshonrosas al negociar o trabajar. La explotación y el abuso de situaciones de dependencia, así como la discriminación y arbitrariedad con las personas son irreconciliables con el principio de humanidad.
Artículo 3
Promover el bien y evitar el mal es un deber de todos los seres humanos. Así este principio debe aplicarse como criterio moral a todas las decisiones y líneas de conducta económicas. Es legítimo perseguir intereses individua- les y empresariales, pero la búsqueda deliberada de la ventaja personal en detrimento de los socios –con medios no éticos– es irreconciliable con la
que busca la sostenibilidad de la sociedad y el logro de los beneficios mutuos para ser compartidos.
Artículo 4
Lo que uno no desea para sí mismo, no debe hacerlo a otros. Esta es la regla de oro de la reciprocidad, que durante millones de años se ha reconocido en todos los códigos y mandatos de las religiones junto con actitudes o virtudes morales (justicia, veracidad, espíritu cívico, generosidad) son los pilares básicos de una ética económica global. La imparcialidad en la competencia y la cooperación para la ayuda y mutuo beneficio son principios fundamentales de una economía global en una sociedad que busca hacer- se sostenible y vivir conforme a esa regla de oro.
II. Valores básicos para la actividad económica global
Los valores (no violencia, respeto por la vida, justicia, solidaridad, veracidad, acogida, estima y ayuda mutua) son básicos para hacer negocios y las empresas globales desarrollan aún más el principio fundamental de humanidad y hacen las sugerencias concretas para las decisiones, las acciones y los comportamientos generales en la esfera práctica de la vida económica.
Valores básicos: no-violencia y respeto por vida
Marco ético de referencia: ser auténtico ser humano en el espíritu de nuestras grandes tradiciones religiosas y éticas significa que en público así como en la vida privada debemos ser ejemplo para otros y estar prestos a ayudar. Cada persona, cada raza, cada religión debe demostrar tolerancia y respeto –aprecio de hecho– por los otros. Las minorías –sean raciales, étnicas, o religiosas– requieren la protección y el apoyo de la mayoría.
Artículo 5
Todos los seres humanos tienen el deber de respetar el derecho a la vida y a su desarrollo. El respeto por vida humana es un bien sagrado, inviolable.
Así, cada forma de violencia o de fuerza en la búsqueda de metas económicas debe ser rechazada. El trabajo esclavo, el trabajo obligatorio, el trabajo del niño, el castigo corporal y otras violaciones de reconocidas normativas laborales internacionales deben ser suprimidos. Con prioridad extrema, todos los agentes económicos deben garantizar la protección de los derechos humanos en sus propias organizaciones. Al mismo tiempo, deben esforzarse, dentro de su esfera de influencia, en evitar el no hacer nada que pueda contribuir a las violaciones de derechos humanos por parte de sus socios de negocio o de otras personas implicadas. De ninguna manera ellos mismos podrían pretender beneficios de tales violaciones. El deterioro de la salud de la gente en condiciones de trabajo adversas debe detenerse. La seguridad ocupacional y la seguridad de los productos aplicando tecnologías de avanzada en su producción son derechos fundamentales en una cultura de no-violencia y respeto por la vida.
Artículo 6
El cuidado esencial del medioambiente, de la naturaleza, por parte de todos los participantes en la vida económica, es una norma de valor supremo para la actividad económica. La pérdida de recursos naturales y la contaminación del ambiente se deben reducir al mínimo por procedimientos y recursos conservacionistas y protectores de la vida por tecnologías protectoras del medioambiente. La energía limpia sostenible con fuentes de energía renovables, en la medida de lo posible, el agua limpia, y el aire limpio, son condiciones elementales para la vida. Cada ser humano en este planeta debe tener acceso a ellos.
Valores básicos: justicia y solidaridad
Marco ético de referencia: para ser auténticos seres humanos –en el espíritu de las grandes tradiciones religiosas y éticas– estamos llamados a no utilizar en forma abusiva el poder económico y político para obtener ninguna dominación. Tal energía debe ser utilizada creativamente en el servicio de todos los seres humanos. El interés propio y la competencia han de servir al desarrollo de la capacidad productiva y al bienestar de cada uno de los implicados en la actividad económica. Por lo tanto, el respeto mutuo, la coordinación razonable de intereses, y la voluntad de conciliar y de demostrar consideración al prójimo, deben prevalecer.
Artículo 7
La justicia, la regla de oro y el respeto de la ley constituyen supuestos recíprocos. La responsabilidad, la rectitud, la transparencia y la imparcialidad son los valores fundamentales de la vida económica, que se deben caracterizar siempre por la verdad y la integridad observante de la ley. Todos los partícipes de la actividad económica se obligan a ser sujetos de derecho y observar las reglas que prevalecen en el derecho nacional e inter- nacional, que es el derecho de gentes. Donde existe déficit en la calidad o la aplicación de normas legales se debe superar por la conciencia de cada uno del autodominio y la autorregulación; bajo ninguna circunstancia pue- de una persona tomar ventaja en la toma de decisiones solo para su propio beneficio, olvidando el bien común.
Artículo 8
La búsqueda de beneficios es el supuesto básico para la competitividad. Es el supuesto para la supervivencia de las empresas, de los negocios y para los contratos sociales y culturales. Ha de buscarse ese beneficio en forma ética. La corrupción inhibe el bienestar público, dañando a la economía y a la gente, porque conduce sistemáticamente a una asignación incorrecta en el mercado y a un derroche de recursos. La supresión y la abolición de prácticas corruptas y deshonestas, tales como el soborno, los acuerdos de colusión, piratería de las patentes y el espionaje industrial exigen compromisos preventivos por parte de los que son titulares del deber en todas las actividades económicas.
Artículo 9
En todos los sistemas sociales y económicos que tengan como objetivo crear igualdad de oportunidades, justicia distributiva y solidaridad, una meta importante es superar el hambre y la ignorancia. La pobreza y la des- igualdad han de ser resueltas en el mundo. El esfuerzo personal y con el prójimo, la subsidiariedad y la solidaridad, el compromiso privado y público, son dos lados de una misma moneda: se concretan en inversiones e iniciativas económicas privadas y públicas, para crear las instituciones que sirven para educar a todos los segmentos de la población y para erigir un sistema de seguridad social. La meta básica de tales esfuerzos es un desarrollo ético, humano, verdadero, dirigido a la promoción de todas las capacidades y recursos humanos que permitan a hombres y mujeres llevar su vida con autonomía y dignidad.
Valores básicos: honradez y tolerancia
Marco ético de referencia: ser auténtico ser humano en el espíritu de nuestras grandes tradiciones religiosas y éticas significa que no debemos confundir la libertad con arbitrariedad o el pluralismo con indiferencia a la verdad. Debemos cultivar integridad y verdad en todas nuestras relaciones en vez de falta de honradez, incoherencia y oportunismo.
Artículo 10
La verdad, la honradez y la fiabilidad son valores esenciales para las rela- ciones económicas sostenibles que promueven el bienestar humano gene- ral. Son requisitos previos para crear confianza entre los seres humanos y para promover la competencia económica justa. Por otra parte, es también imperativa, para proteger los derechos humanos básicos de la intimidad, del secreto personal y profesional.
Artículo 11
La diversidad de convicciones culturales y políticas, así como las capa- cidades diversas de individuos y de organizaciones, representa una fuente potencial de la prosperidad global. La cooperación para la ayuda mutua presupone la aceptación de valores y normas comunes y la disposición de cada uno para aprender y tolerar respetuosamente al prójimo. La discriminación de seres humanos, por su sexo, raza, nacionalidad o creencia no puede reconciliarse con los principios de la ética económica global. Las acciones que no respetan o que violan los derechos de otros seres huma- nos no deben ser toleradas.
Valores básicos: estima mutua y asociación
Marco ético de referencia: ser un auténtico ser humano en el mundo de nuestros grandes medios religiosos y éticos tradicionales significa que necesitamos respeto y entendimiento mutuos, en vez de dominación y degradación patriarcal, las cuales son expresiones de la violencia y engendran violencia. Cada individuo tiene dignidad intrínseca y derechos inalienables, y cada uno también es ineludiblemente responsable de sus actos.
Artículo 12
La estima mutua y la asociación entre los que están implicados en la actividad económica –que incluye la colaboración entre hombres y mujeres– es el requisito previo y el resultado de la cooperación económica. Tal estima y cooperación mutuas son la base del respeto, la imparcialidad y la sinceridad hacia sus socios, sean los ejecutivos de una firma, empleados, clientes, proveedores o accionistas. La estima, la confianza y la asociación forman la base imprescindible para afrontar y resolver situaciones en las cuales las consecuencias negativas de acciones económicas, imprevisibles o no intencionales plantean dilemas para todos, dilemas que se pueden y deben resolver a través del esfuerzo mutuo.
Artículo 13
Los asociados encuentran, a través de su expresión empresarial, la capacidad de participar en la vida económica, tanto en las decisiones eco- nómicas como en las fases de crecimiento económico. Cómo tal participación pueda ser llevada a cabo depende de los diversos factores culturales y estructuras reguladoras que prevalecen en diversas áreas económicas. Sin embargo, el derecho de unir fuerzas para perseguir responsablemente
intereses personales y de grupo, con la acción colectiva, exige de las partes reconocer un estándar ético mínimo que debe ser respetado.
Conclusión
Todos los agentes económicos deben respetar las reglas internacional- mente aceptadas de conducta en la vida económica; deben defenderlas y aplicar un marco ético de referencia en su esfera de influencia, así como trabajar por su consecución. La protección de los derechos y las responsabilidades humanas es fundamental según lo proclamado por las Naciones Unidas en 1948 y otras declaraciones, que señalan pautas globales acogidas por instituciones transnacionales de amplio reconocimiento público. Algunos ejemplos son el Acuerdo Global de las Naciones Unidas, la declaración de principios y los derechos de la Organización Internacional del Trabajo, la declaración de Río sobre el medioambiente y el desarrollo sostenible, y la convención de la ONU contra la corrupción, por señalar las más relevantes. Todas ellas coinciden con las pautas señaladas en este Manifiesto por una ética económica global.