Malí – Telón de fondo y mayor causa de la crisis del país, por Antonio Molina

4/06/2012 | Bitácora africana

INTRODUCCIÓN

Uno de los problemas más graves de buena parte del continente africano y del resto del mundo es la corrupción, que entorpece el desarrollo económico y es causa de que el pueblo no ame a la clase política. Abundan los altos funcionarios que aceptan o exigen dinero a las empresas extranjeras, que pretenden desarrollar sus actividades en África. Cuando son descubiertos, lo suelen arreglar todo a base de sobornos y chantajes. La corrupción está en el sistema, siendo asumida y soportada por la mayoría, incluidos los propios perjudicados, como si fuera una enfermedad endémica o un mal necesario.

Para muchos africanos sometidos a abusos por parte de un determinado miembro de la autoridad, la solución no está en denunciarlo a la justicia para acabar con la corrupción, sino en pagar, como si de una mafia se tratara. A menos que se tenga un amigo o familiar que esté por encima del extorsionador.

LA CLASE POLÍTICA DEL MALÍ

Raro es el país en el que los ciudadanos confían en los políticos, pero en Malí, la llamada clase política: el conjunto de funcionarios y candidatos a cargos públicos, diputados, gobernadores provinciales y alcaldes, tienen muy mala fama. “Cuando el río suena, agua lleva”.
El presentador de un programa radiofónico de debate abierto en una emisora de Bamako manifiesta, que muchos oyentes telefonean al estudio para definir a los políticos como gente en el poder, que sólo piensan en ellos mismos y en sus intereses. Por eso muchos ciudadanos dicen que no quieren más políticos.
Este sentimiento popular explica el fuerte apoyo local que tiene la JUNTA MILITAR en su intento de excluir a los políticos en masa del gobierno de transición de Malí. Se rumorea que el capitán Sanogo posee un “dossier” sobre cada crimen cometido por los políticos, desde principios de los años 90 y que por el bien de todos los malienses está intentando prescindir de esos políticos.

OPINIÓN DE LOS PERIODISTAS E INTELECTUALES

Cuando se leen las críticas de los periodistas y se escuchan las opiniones de los analistas de la situación maliense sobre el sistema democrático de su país durante la última década, este es el argumento que viene más frecuentemente en la prensa y en los comentarios de las radios libres: El presidente expulsado, Amadu Tumani Turé (ATT) era una marioneta de los intereses del exterior – especialmente de Francia -, a él nunca le importó la riqueza de Malí. “Él y su clan han pervertido los mecanismos democráticos del país en beneficio privado. La democracia ha sido un verdadero banquete de ladrones, hasta tal punto que el pueblo ha llegado a sentir nostalgia de la dictadura.”(Issa N’Diaye)

El querer volver a los años de la dictadura, tan rechazada en su momento por el pueblo, se comprende dada la decepción generalizada entre los malienses de a pie con el gobierno último. Existe un refrán bámbara, citado numerosas veces que dice: “El pescado empieza a pudrirse desde la cabeza.” Es muy fácil acusar a los avariciosos políticos de la totalidad de los problemas del país.
Directa o indirectamente se acusa a sus respaldos extranjeros, pues no hay corruptos sin corruptores. Pero hablar de este modo es mentir o engañarse.

TODO EL MUNDO DESOBEDECE A LAS LEYES

Saltarse la ley a la torera, no es un privilegio de los políticos y funcionarios. Todo el mundo lo hace, desde los comerciantes que sobornan a los agentes de aduanas, para que les den un respiro con los aranceles de importación, hasta los conductores que no se preocupan de pasar las revisiones de sus vehículos y hasta conducen sin tener el carnet y los vendedores ambulantes, que ocupan con sus tenderetes las vías públicas de Bamako ilegalmente, sin pagar las tasas municipales. La tentación de aprovecharse en beneficio propio de los bienes públicos no proviene sólo de la avaricia individual, sino que es producida por las presiones sociales, que son extremadamente difíciles de resistir en este ambiente, donde aquel que triunfa tiene mucha gente a su alrededor, que espera su turno para enriquecerse. Piensan: Ahora nos toca a nosotros enriquecernos.

Issa N’Daye explica:”Conozco a personas que han sido ministros y que pretendían hacer un trabajo serio y honesto, pero encontraron enorme oposición, porque no permitían a la gente de su entorno hacer sus pequeños “negocios” a costa del bien común, robando a derecha e izquierda.”

Todos hacen eso. Yo mismo cuando estuve por aquellas tierras, no sólo en Malí, sino también en Costa de Marfil, Burkina Faso, Togo, Benín y alrededores, hacía igual cuando la policía me daba el ALTO en la carretera. Era más rápido darle el carnet con un billete de 1000 Frs. Cfa. (+ o –1,50 €), sin discutir, que ponerse bravo y que el gendarme empezara a revisar todo el coche hasta encontrar alguna cosa deficiente merecedora de una multa. Única fórmula eficaz para librase de esos parásitos depredadores es pedirles su nº de identificación para denunciarlos ante sus superiores, pero la pérdida de tiempo que suponen esas gestiones, hacen que pragmáticamente se termine pagando.

Es como un peaje molesto, pero soportable. Es difícil cambiar esta mentalidad generalizada de un día para otro, si el ejemplo no viene de la clase política.

EN DETRIMENTO DEL TURISMO

Para los viajeros extranjeros, existen varios puntos negros ya clásicos, en los que algún funcionario corrupto intentará sacarle dinero si tiene ocasión. En las aduanaste obligan a enseñarles el dinero que llevas. Si en la declaración de divisas que has hecho has redondeado una cantidad o te has equivocado en unos francos, se querrán quedar con esa diferencia. En Kayes, cerca de la estación del ferrocarril hay una comisaría, que controla el tráfico por carretera y uno de sus trucos es decir a los automovilistas, que el seguro internacional contratado en Senegal no es válido en Malí, lo cual es mentira.

Los empleados del ferrocarril de Dakar a Bamako, en la estación fronteriza de Kayes, pretenden cobrar por llevar un coche en tren desde allí hasta Bamako el triple de la tarifa oficial con la mayor cara dura del mundo.

CONCLUSIÓN

La clase política es considerada como esos conjuntos de buitres carroñeros que abundan cerca de todos los mercados africanos. Están al acecho de cualquier resto. La diferencia es que los políticos no se contentan con los restos, sino que van al carnicero y le piden que les de gratis sus mejores filetes.

Lo más arduo de este reto es liberar a los nuevos políticos de las obligaciones recíprocas, que los conectan con su clientela local, que es la que da los votos. Es una conversión necesaria de la relación existente entre las élites de Malí y los ciudadanos de a pie, que deberían contentarse con los beneficios recibidos de la gestión honesta de políticos administradores del bien común. Veremos…
Lo de los Tuareg e islamistas del norte es otra cuestión.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

Más artículos de Molina Molina, Antonio José