Malaui: Mutharika, alimentos y las nueve vidas del gato

14/09/2011 | Crónicas y reportajes

Por qué mantener a los pobres bien alimentados siempre funciona

Subiendo las escaleras en una reciente cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba, el presidente de Malaui de 77 años, Bingu wa Mutharika, parecía un hombre de control supremo, caminando con paso erguido y firme, mientras que un alarmante número de sus ancianos colegas presidenciales casi se derrumbaban por el esfuerzo.

Y por qué no, cuando el presidente, que años antes se había burlado de Betton Woods, hasta quedarse casi en solitario, (aunque con una buena dosis de subsidios) convirtió un país mendigo en el futuro exportador de alimentos.

Este logro atrajo aplausos con razón, pero después de que un grupo de activistas con sede en Estados Unidos, le retirase el mes pasado de forma vergonzosa un premio concedido por su liderazgo en seguridad alimentaria, los focos sobre él han sido casi implacables.

El Proyecto Hambre citaba el mal historial del señor Mutharika en cuestión de derechos humanos por su decisión. Curiosamente, esto sólo salió a la luz después de que la manifestación antigubernamental del 20 de julio se tornase violenta, mientras que las críticas por su historial han sido constantes durante años.

Hace dos años, mientras interactué en un trabajo con periodistas de Malaui en Lusaka [capital de Zambia], los demás periodistas no podíamos comprender por qué no cesaron de dar la misma respuesta en tono de burla a nuestras cuestiones sobre el presidente: “Malaui tiene un montón de alimentos, no tenemos otros problemas”.

Con esto, había una referencia indirecta a que al tener a los pobres –que conforman la mayoría de los votantes- contentos y con el estómago lleno, todas las demás críticas de centros tipo-snob son agua para patos.

Pero tras las inesperadamente fuertes quejas de sus ciudadanos, los focos sobre él han centrado la atención durante más tiempo y ha sido un poco incómodo.

La única sorpresa es que la gente se sorprenda, ya que las cosas que han sucedido en los dos últimos meses se mantienen en la línea de una larga lista de excentricidades de un hombre nacido como Brightson Webster Ryson Thom, en 1934, antes de africanizar su nombre.

El año pasado, cambió la bandera del país por capricho, antes, en abril de este mismo año, expulsó al enviado británico tras un cable diplomático poco favorecedor. Esta decisión, hecha recíproca por Londres, le costaría la invitación a la boda del príncipe William y Kate Middleton. (Incidentalmente, su segunda boda en 2010 con una ex ministra, fue financiada con el dinero de los contribuyentes).

Ha estado dirigiendo los 22 ministerios de su gobierno solo desde que ordenó a todos sus ministros hacer las maletas el 19 de agosto, y cuando anunció su nuevo consejo de ministros la semana pasada, omitió en la lista a su vicepresidenta, Joyce Banda, que desde entonces ha formado su propio partido, mientras todavía ocupaba el cargo.

Y en consonancia con esta trama, recientemente apoyó a su hermano para que fuera el próximo candidato presidencial de su partido.

Pero un operador político astuto como Mutharika, que ha navegado por aguas difíciles, principalmente manteniendo a los campesinos contentos y bien alimentados, muy probablemente sobrevivirá al final de su segundo mandato, en 2014. Todavía retiene un enorme apoyo en las zonas rurales del país, mientras las excelentes cosechas se suceden año tras año.

Sin embargo, plausiblemente puede olvidarse de ni siquiera pensar en jugar con la ley para presentarse a otro mandato, algo que de todos modos ya ha intentado.

Pero parece que su ungido sucesor, el hermano pequeño Peter Mutharika, va a sufrir un grave desgaste, cuando lo que parecía una carrera segura hacia la presidencia empieza a complicarse.

LEE MWITI

Africa Review, Kenia, 13 de septiembre de 2011.

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