Madres garífunas viven “nueva esclavitud” del ICE (Inmigración y Control de Aduanas ) en los Estados Unidos

7/07/2015 | Crónicas y reportajes

Unos 250,000 garífunas de Honduras, Nicaragua, Guatemala y Belice residen en la ciudad de Nueva York

Una ola de inmigración de Honduras a Nueva York de madres y niños garífunas -descendientes de africanos, caribes y nativos arahuacos-, que inició la primavera del año pasado y continúa, unió a activistas y líderes religiosos de El Bronx en una movilización comunitaria para liberar a las mujeres de los grilletes electrónicos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

El limbo migratorio y la estricta vigilancia de la agencia federal que encaran estas madres garífuna es un aspecto desconocido de la reciente migración centroamericana, según activistas.

“Es un fenómeno único. Nunca vimos algo parecido en los últimos 30 años”, dijo Pablo Gómez, fundador del Desfile Hondureño y Centroamericano de El Bronx.

Mirtha Colón, directora de Casa Yurumein, expresó que hasta ahora hay unas 1,000 madres recién llegadas a la ciudad de Nueva York. Otros destinos son Texas, Nueva Orleans y Boston, pero con menos afluencia.

La Iglesia Evangélica Española de El Bronx sirve de santuario para 85 de estas mujeres garífuna que llevaron en sus tobillos -hasta por cuatro meses- los dispositivos GPS del ICE, diseñados para monitorear la ubicación del portador en tiempo real. Luego de que líderes religiosos y comunitarios presionaran por condiciones más humanas para esas mujeres, la agencia federal liberó a las inmigrantes de los grilletes electrónicos, pero no del escrutinio.

Melanie Jerónimo (30), quien cruzó la frontera con su hija menor, está obligada a responder religiosamente las llamadas mensuales del ICE como parte de la vigilancia por medio de un sistema de reconocimiento de voz.

“Me advirtieron que si no respondo a la llamada telefónica por tres meses seguidos, me volverán a poner el grillete”, sostuvo. “No quiero de nuevo esa pesadilla. Es horrible soportar que la gente me vea como a una delincuente. Piensa que hice algo muy malo y vergonzoso”.

Colón comentó que la mayoría de recién llegadas están sometidas al monitoreo del ICE las 24 horas, los 7 días de la semana.

“La vigilancia por el celular les produce una devastación emocional similar al grillete”, sentenció. “El estrés crece al estar en un limbo migratorio. No saben si serán deportadas o no”.

El ICE dijo a El Diario que en el estado de Nueva York, desde el 26 de marzo de este año, 183 personas usan el grillete electrónico y 1,412 se reportaron por teléfono para el reconocimiento de voz. En total, 1,595 están bajo las Alternativas de Detención (ATD).

La agencia no reveló cuántas de estas personas tienen un récord criminal grave y cuántas están en proceso de deportación. Tampoco emitió comentarios acerca de la situación de las madres garífuna.

Lesbia Martínez (35), dijo que su próxima cita en la corte de inmigración será hasta 2019, pero desconoce cuál es su estatus migratorio actual.

“Muchas no tenemos trabajo por la situación y es una presión bien grande conseguir dinero para pagar el teléfono”, se lamentó. “Si no contestamos, es seguro que los agentes vendrán a la casa”.

Pablo Gómez advirtió que otras iglesias del área están asistiendo a grupos de entre 60 y 80 madres en condiciones similares.

El grillete que Ingrid Flowers (33) llevó por cuatro meses le provocó una infección severa en el tobillo y calambres en la pierna.

“Vine huyendo de Honduras porque las pandillas me quemaron mi casa”, dijo llorando. “Las madres nos traemos a los niños porque el narco los recluta a la fuerza”.

De las cadenas al monitoreo electrónico

La violencia del narcotráfico y la indolencia de los gobiernos centroamericanos empujaron la inmigración de madres y niños garífuna, pero el monitoreo electrónico de autoridades migratorias simboliza una nueva esclavitud para este pueblo exiliado de su patria hace 218 años.

El 12 de abril se conmemora el Día de Sobrevivencia Garífuna luego de que el pueblo fuera exiliado por los colonizadores británicos de su isla Yurumein -actualmente San Vicente- a Roatán, Honduras.

Activistas advirtieron que la sobrevivencia de su comunidad no es un capítulo sepultado en la historia.

“Antes eran las cadenas de hierro, ahora son los grilletes de ICE los que esclavizan a mi pueblo”, dijo Pablo Blanco, un joven músico y activista cuyo abuelo garífuna llegó a Nueva York en la década de 1950. “La opresión y el destierro siguen tan vivos como el clamor de justicia”.

Las mujeres de las aldeas garífunas también emigraron desplazadas por la crisis territorial a raíz de las “ciudades modelo” o Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDE), una ley que facilita a inversionistas extranjeros la apropiación y explotación de bienes naturales.

“Es el nuevo exilio en nombre del desarrollo turístico”, dijo Gómez.

El activista comentó que los coyotes se aprovecharon de la usurpación de las tierras y de la violencia para enganchar a las mujeres en una travesía incierta.

“Llenan autobuses en los departamentos hondureños con la promesa de un viaje de 15 días por $3,000, pero muchas terminan en cruzadas de meses y pagando hasta $10,000”, comentó Gómez.

Numerosas llamadas y correos electrónicos en busca de comentarios del Consulado de Honduras en Nueva York y la Embajada de Honduras en Washington no fueron respondidos.

Alternativa “más humana”

Los dispositivos GPS y el sistema de reconocimiento de voz son parte del Intensive Supervision Appearance Program (ISAP), que opera la compañía privada Behavioral Interventions (BI) bajo un contrato exclusivo con ICE.

En 2009, la agencia federal otorgó un contrato por cinco años BI, una filial del Grupo Geo, la segunda mayor corporación de cárceles privadas del país con 32% del mercado. El contrato se renovó en noviembre pasado por otros cinco años y el Congreso asignó $90 millones para su funcionamiento.

El ICE justifica al ISAP como un alternativa de la encarcelación más humana y menos costosa destacando en un informe, facilitado a El Diario, que 1.8 millones de inmigrantes están en proceso de deportación en el país, pero el presupuesto de la agencia sólo financia 34,000 camas de detención.

Yuliza Guity (33), una madre garífuna recién llegada a Nueva York con dos menores contó que, antes de permitirle el ingreso al país, las autoridades fronterizas le hicieron firmar su participación voluntaria en el ISAP.

“No sabía qué papeles eran esos, ni que decían. La sorpresa vino en mi primera cita con inmigración. Ahí me pusieron el grillete”, recordó. “Tenía que conectar el aparato a una corriente eléctrica por dos horas dos veces al día. Me esclavizó. No podía trabajar y ser independiente”.

El contratista cobra a ICE $0.17 al día por participante para la vigilancia telefónica y $4.41 para el monitoreo GPS. El servicio de supervisión por ambas clases de supervisión electrónica cuesta un promedio de $8.37 al día por participante.

El reporte de ICE revela el crecimiento de la vigilancia electrónica en el país en los últimos años. En 2010, el registro fue de 8,591 personas sometidas al ISAP en comparación con las 17,524 en 2012.

El Bronx, nación garífuna

Activistas estiman que unos 250,000 garífunas de Honduras, Nicaragua, Guatemala y Belice residen en la ciudad de Nueva York. El 50% de la población está concentrada en el sur de El Bronx y el resto en Brooklyn y Harlem.

Este artículo de @Zaira_Reporter fue publicado originalmente por http://www.laopinion.com Lo reprofucimos por su interés y para denunciar la situación de estas madres garifunas, afrodescendientes

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