Maanda Ngoitiko y la lucha de las mujeres masáis , por Chema Caballero

6/06/2016 | Bitácora africana

Maanda Nogoitiko es una defensora de los derechos de las mujeres, del derecho al pastoreo y del derecho a la tierra en Tanzania. Está amenazada de muerte, sobre todo por oponerse a los proyectos turísticos y concesiones que privan a las comunidades masáis de sus tierra ancestrales y ponen en peligro la educación y las oportunidades económicas de las mujeres y las niñas. Lidera el Consejo de mujeres ganaderas (the Pastoral Women’s Council), que ella misma fundó y que en la actualidad agrupa a unas 6.000 mujeres. En 2013, los servicios de seguridad del gobierno tanzano le dijeron a Maanda que si no cesaba en su lucha, “se la llevarían y nunca jamas volvería a ser vista”. Al día siguiente, ella volvió a presentarse en su puesto de trabajo y, hasta ahora, continúa movilizando a las mujeres para reclamar el derecho a la tierra y la seguridad alimentaria a pesar de las amenazas físicas y el acoso judicial que sufre. En abril de 2016, ha vuelto a ser llamada por las autoridades para ser interrogada, una vez más.

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Maanda nació en una familia de pastores seminómadas masáis y creció trasladándose, según las necesidades del ganado, en la región de Ngorongoro, en el norte de Tanzania. Hoy es madre de 15 hijos e hijas y recorre el mundo luchando por los derechos de las mujeres ganaderas masáis.

En marzo de 2013, el gobierno tanzano anunció que unos 10.000 kilómetros cuadrados de tierra, utilizados durante generaciones por los masáis para pastorear sus ganados, iban a ser convertidos en una reserva privada de caza, lo cual supondría la expulsión de alrededor de 30.000 pastores de la zona de Loliondo, cerca del Parque nacional del Serengeti. La compañía Otello Business Corporation (OBC), propiedad de la familia real de Dubai, sería la encargada de explotarla.

El gobierno tanzano, presentó el proyecto como un corredor que protegería la migración de los animales salvajes, pero los masáis alegaron que su medio de vida, basado en la cría del ganado, se destruirían.

Maanda organizó a las mujeres para protestar. Esta fue la primera victoria, que en una sociedad dominada por los hombres fueran las mujeres las que liderasen la lucha. En una entrevista, la activista declaró que “las mujeres abrieron el camino. La sociedad masái es conocida por estar dominada por los hombres, pero las mujeres estamos empezando a hacer valer nuestros derechos y asumiendo un mayor protagonismo en temas relacionados con el derecho a la tierra”.

La protesta de las mujeres masáis empezó a tener eco y consiguió apoyo de algunos miembros importantes del partido en el gobierno, el Chama Cha Mapinduzi (CCM). Esto favoreció que una delegación de líderes masáis, con algunas de las mujeres, viajara hasta la capital del país, Dodoma, para exponer su problema al primer ministro, Mizengo Pinda. Este viaje fue financiado por las mujeres. Cada una donó 7.000 shillings tanzanos (unos 4 euros), casi un cuarto de los ingresos de una mujer en un mes.

El político dijo estar de acuerdo con las reclamaciones de los masáis y que vería cómo ayudarles, pero su gobierno, y los que han venido tras él, han seguido adelante con el plan de convertir esas tierras en una reserva privada de caza.

Desde entonces, la evicción de familias enteras y la violencia contra los masáis residentes en la zona se ha vuelto recurrente y Maanda, como organizadora de la resistencia, está amenazada de muerte.

El Consejo de mujeres ganaderas fue el organismo a través el cual estás mujeres se organizaron. Esta institución nació para ayudar a las mujeres ganaderas a ser autosuficientes, a través de programas de microcréditos o luchando para que la propiedad de la tierra se transmita a las viudas una vez que el marido muere. Y sobre todo, para fomentar la educación, especialmente de las niñas.

Con respecto a este último punto, el Consejo patrocina los estudios de las chicas y construyen internados en los que se alojan mientras dura el curso escolar para evitar las largas caminatas de vuelta a casa tras la escuela. Pero su tarea más difícil es la de cambiar la percepción de su pueblo sobre la necesidad de educar a las mujeres masáis.

Maanda cuenta que para ella, educarse significaba poder escapar de su familia. Reconoce que tuvo suerte porque su padre le permitió ir a la escuela durante algunos años, pero cuando cumplió los doce, decidió que era hora de que dejara la escuela y se casarse.

«Yo era sólo una inocente niña de 12 años”, cuenta la activista, “pero algo dentro de mí quería algo más. Sin educación me habría casado a cambio de ganado. Me habría pasado todos los días de mi vida madrugando para ordeñar las vacas y caminando kilómetros para encontrar agua y leña para llevar de vuelta a casa. No habría tenido ninguna elección … así que me escapé y fui a la escuela secundaria”.

Gracias al apoyo de una organización pudo completar sus estudios y ganar una beca de la embajada de Irlanda para cursar en ese país Estudios relacionados con el desarrollo. Tras completarlos volvió al norte de Tanzania para trabajar para una organización de la comunidad masái. «Aunque me gustó mucho el trabajo y me encantó estar de vuelta en mi tierra, me di cuenta de que había una necesidad urgente de crear una organización dirigida y administrada por mujeres masáis, dedicada a luchar por sus derechos humanos y sus necesidades prácticas”, comenta.

“Haber estudiado me dio las herramientas para cuestionar la dominación masculina dentro de la cultura masái, y para luchar por la justicia para las mujeres masáis. Quería ayudar a las niñas que estaban en la misma situación que yo había estado una vez, desesperadas por estudiar, pero que no podían acceder a la educación”.

Así, en 1997, en una reunión con otras nueve mujeres, fundó el Consejo de mujeres ganaderas del que es directora y que lidera la lucha de estas mujeres.

El siguiente vídeo (en inglés) cuenta la historia y el trabajo de Maanda Ngoitiko. Es su presentación como finalista del Premio Front Line Defenders, galardón que se entrega anualmente a una defensora o defensor de los derechos humanos que, a través de us trabajo no violento y corriendo enormes riesgos personales, contribuye de manera excepcional a la protección y promoción de los derechos de sus comunidad.

Original en : Blogs de El País – África no es un país

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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