Tres personajes conocidos de los medios de comunicación en Argentina y sus dichos incendiarios de racismo cotidiano al que se está habituado, en apenas 72 horas la semana pasada. Muchos los rotulan de “polémicos”. El racismo es execrable, como sea.
Tal vez en la agenda mediática local no despertó mucha atención la participación oficial argentina en el marco del 91° período de sesiones del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD, por su sigla en inglés) de Naciones Unidas, sito en Ginebra (Suiza). Se atraviesa un período sensible, en un momento en que la xenofobia recrudece en todo el mundo y la Ley de Migraciones local es tema álgido de debate. Entre otras discusiones y tópicos tratados en la citada reunión de Ginebra, entre los días 20 y 26 de noviembre, se enfocaron el racismo y la discriminación hacia los afrodescendientes en Argentina, el 5% de la población, según estimaciones serias, del orden de 2 millones de habitantes, por un lado, o un 0,4% auto-reconocido en base al Censo Nacional de 2010.
El 8 de noviembre ha tenido lugar una edición más de la celebración (desde 2013, por mandato del Decreto Nº 26852) del “Día del/a afroargentino/a y de la Cultura Afro” como ocasión para recordar que la tercera raíz del país es afro y para concientizar sobre la necesidad de emprender mejoras para un sector invisibilizado dentro de la pauta de un relato hegemónico que siempre ha presentado a la Argentina (y continúa haciéndolo) como un país blanco y europeo, siendo irrespetuoso con muchas minorías.
Con el espíritu de luchar contra el racismo al colectivo afrodescendiente en la Argentina, en las sesiones indicadas participó, a sus 54 años, una referente del mismo y, en particular, de la comunidad caboverdeana, Miriam Victoria Gomes, oriunda de Dock Sud (partido de Avellaneda). Gomes, hija de inmigrantes del ex archipiélago portugués en primera generación y ex presidenta de la Asociación Mutual “Unión Caboverdeana” de Dock Sud, en 2012 fue distinguida como personalidad destacada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el ámbito de los Derechos Humanos, por su trayectoria de lucha contra el racismo. Es interesante notar que la diáspora caboverdeana es una de las tantas que ha poblado con su caudal inmigratorio la Argentina, aunque de esta diversidad cultural se hable muy poco o prácticamente nada.
Gomes, el miércoles 23 de noviembre, presentó en Ginebra un informe sobre racismo a los afrodescendientes argentinos, al que se sumaron las voces de muchos otros activistas líderes de organizaciones de la sociedad civil que abogan por la causa. El documento fue bien recibido por el Comité y sus miembros se interesaron por la cuestión expuesta del racismo hacia este grupo, del que ella viajó en representación.
Desde 2015 se asiste al inicio del Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024), proclamado por Resolución Nº 68/237 de la Asamblea General de Naciones Unidas, y cuyo tema es “Reconocimiento, justicia y desarrollo”. No menos de 150 millones de afrodescendientes pueblan América, los descendientes de esclavizados (y de otras camadas inmigratorias) desde, por lo menos, el siglo XVI. Esta iniciativa mundial promueve lograr la igualdad de oportunidades para este colectivo y el fin de la discriminación y el racismo, estipulando la labor estatal conforme a cumplir esos fines y otros más. También en 2005 en el país se lanzó el Plan Nacional contra la Discriminación (Decreto Nº 1086/2005), siguiendo los compromisos acordados tras la celebración de la Conferencia Mundial contra la Discriminación, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia en Durban (Sudáfrica), encuentro que posicionó con éxito el término “afrodescendiente” en la agenda mundial. Por caso, 2011 fue declarado por Naciones Unidas Año Internacional de los Afrodescendientes. Sin embargo, pese a esta copiosa legislación y varias declaraciones, la discriminación hacia este grupo no ha sido erradicada. Por el contrario, los afrodescendientes en Argentina la padecen a diario.
Una de las peores formas del racismo es la invisibilidad. La presunción que ser afro es condición de no argentinidad porque el sentido común (operación histórica exitosa mediante) instauró la idea que “en Argentina no hay negros”. Por lo tanto, siguiendo esa sentencia popular, se piensa que los afro han desaparecido y, en consecuencia, su existencia se relega a la época colonial, en los momentos en que el futuro país aun no era una nación. Precisamente esta última, al nacer, expulsó la identidad afro de su conformación. A ello se suman formas más sutiles de racismo, como denuncias que los afrodescendientes son los últimos en ser atendidos en hospitales públicos, entre otras. El denominado “microracismo” implica acciones como llamar “negro” (y no por su nombre) a una persona por su fenotipo, hecho que no solo sucede en Argentina. Para el racista argentino, en el apelativo despectivo “negro” muchas veces ingresa el significante de la sospecha, de quien no es como uno, aquel que representa un peligro potencial. No es solo una cuestión de fenotipo, sino una metáfora de la intolerancia generalizada y en ascenso que parece recorrer el mundo actual.
Miriam Gomes fue a Ginebra a plantear su denuncia contra todo lo apuntado antes. En su condición de mujer afrodescendiente, un tema más que sensible, puesto que los feminicidios aumentan y, a propósito, ha pasado el Día Mundial contra la Violencia hacia la Mujer el 25 de noviembre. Las mujeres afro conllevan la doble debilidad, de ser féminas, por un lado, y de ser negras, por el otro (a lo que se suma, en muchos casos, condiciones de marginalidad y/o pobreza). En una sociedad en muchos casos abiertamente patriarcal y machista, esa doble condición implica llevar una carga explosiva. En general, el objetivo de la caboverdeana, y de la causa que promueve, es despertar conciencia sobre que se puede ser afro y argentino, superar que dicha condición sea equiparada a un algo imposible.
Dejar de pensar una “Argentina negra” como un oxímoron y hacerla posible, sumando desde luego el respeto por los derechos de todos quienes la forman. Recordar que migrar es un derecho y con éste se construyó la Argentina, no solo desde Europa.