Los últimos refugiados de la RDC en Zambia temen volver a casa

19/05/2010 | Crónicas y reportajes

(Campo de refugiados de Mwange, Zambia). Diez años después de haber huido de la guerra en la República Democrática del Congo, Musungu Makoi dice que todavía le asaltan los recuerdos de masacres y se niega a abandonar su casa en un campo de refugiados en Zambia.

Cuatro de sus cinco hijos han nacido aquí, y este hombre de 51 años gana alrededor de 2 dólares al día, vendiendo caramelos y hojillas de afeitar en un destartalado puesto en medio de las casas hechas de tiendas de plástico o de ladrillo con techo de paja.

Casi 34.000 refugiados congoleños ya han vuelto a su país a los que podría pasar por paz, en el vasto país del África Central, la República Democrática del Congo. Cerca de 5.100 permanecen en el campo de refugiados de Mwange, donde se han construido casas, escuelas e iglesias.

Zambia y la Agencia del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, UNHCR, quieren cerrar el campo de Mwange, a unos 100 kilómetros del la frontera, en una remota esquina del noreste de Zambia, a finales de este año.

Pero la mayoría de los que quedan están como Makoi, traumatizados por la memoria de la guerra, temerosos del rechazo por parte de las familias que dejaron atrás, y preocupados por cómo van a empezar una nueva vida en un país del que casi todos huyeron hace una década.

“La guerra de las armas ha terminado en Congo, pero todavía hay guerra en Congo porque nuestros familiares no nos aceptarán”, explica Makoi.

“Y la gente debería saber que los recuerdos de la guerra todavía están recientes en nuestra memoria. Deberían dejarnos quedar en Zambia, porque nos hemos convertido en una parte de la comunidad de Zambia”, añade.


Millones de muertos y desplazados

Todas sus posesiones fueron destruidas durante la guerra que estalló en 1998, atrayendo a la RDC otros seis países con una serie de grupos rebeldes. Se calcula que 5.4 millones de personas murieron durante el conflicto y la crisis humanitaria resultante.

Millones de personas fueron desplazadas de sus hogares, con muchos de ellos buscando refugio en los países vecinos.

Pero después de las elecciones en 2006, la presión ha aumentado para que los refugiados vuelvan a su país.

Zambia quiere cerrar el campo, y dice que cualquiera que quiera quedarse tendrá que enfrentarse a las rigurosas leyes de inmigración.
“Vamos a cerrar estos campos, deben volver sencillamente porque ya hay paz en el Congo”, señala Ndiyoi Mutiti, secretario permanente en el ministerio de Asuntos Internos.

Zambia, uno de los países más pobres del mundo, tiene poco que ofrecer a los refugiados como incentivo para que se marchen. La Agencia UNHCR dará comida para tres meses cuando se vayan y los países donantes están financiando su transporte.

Algunas de las preocupaciones de los refugiados son las mismas que las de cualquier familia que tiene previsto trasladarse.

Beatrice Mutiti, madre de dos, dice que una de sus hijas está en su último año de educación secundaria, en una de las escuelas para los refugiados regida por profesores de Zambia. La madre teme que su hija no pueda graduarse en diciembre, si se van ahora.

Kongolo Kitenge llegó a Zambia hace más de una década como recién casado. Ahora tiene cinco niños que no conocen otra vida, mientras que él tiene un camión y tiene un ingreso fijo transportando mercancías por el norte de Zambia. “Cuando pienso en volver a mi país, me asalta el miedo”, dice, “Cuando vine aquí pensé que había encontrado un hogar y la paz, pero ahora quieren echarme”.

“Estoy seguro de que si llego al Congo, moriré o me volveré loco”, dice Kitenge con la ayuda de un intérprete.

OBERT SIMWANZA

(Mail & Guardian, de Suráfrica, 19-05-10)

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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