Túnez está en shock el martes, día 10 de abril, después de que la policía antidisturbios reprimiese brutalmente una manifestación de protesta prohibida en la capital, tras lo cual hasta el presidente Moncef Marzouki ha denunciado una “violencia inaceptable”.
Entre los comentarios más empleados se puede encontrar “lunes negro”, “comportamiento fascista”, “salvajismo”, para hablar de los acontecimientos más violentos desde la revolución del año pasado, que terminó con el derrocamiento del hombre fuerte de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali.
Al menos 15 civiles y 8 policías resultaron heridos tras la intervención de la policía antidisturbios, el lunes día 9 de abril en la que dispararon gas lacrimógeno y atacaron con sus porras a los manifestantes, en la principal avenida de Túnez capital. La manifestación congregó a cientos de personas a pesar de que la marcha estaba prohibida.
Fuera de la capital, docenas de manifestantes atacaron las oficinas del partido en el gobierno, el Ennahda, en la ciudad de Monastir, al este del país, pero no lograron entrar en el edificio, según declaró Nejib Mrad, un legislador del partido islamista moderado. “Atacaron las oficinas, saltaron al tejado y destrozaron las pancartas y banderas de Ennahda”, explicó.
Fuentes de seguridad afirman que seis personas han sido detenidas.
Mucha gente de la marcha del lunes en la capital de Túnez protestaba por la prohibición y contra Ennahda, que emergió como el partido más fuerte tras las elecciones del pasado mes de octubre, las primeras elecciones democráticas desde la primavera árabe, que derrocó a Ben Ali.
“Estamos conmocionados, lo que ha pasado es horrible, se ha llegado a un punto de no retorno”, asegura Sadoua Elleuch, de la red Doustourna, un grupo de la sociedad civil.
El líder de la red Doustourna, Jawar Ben Mvarek, fue maltratado cuando fue detenido para ser interrogado, durante la manifestación, mientras que miembros de la Asamblea Constituyente fueron empujados y otros periodistas hostigados.
Doble rasero de las autoridades
“Fue increíble ver a gente importante, a funcionarios ser tratados de este modo”, explica Elleuch.
El sindicato de periodistas pidió el día 9 a sus miembros que boicoteasen al ministro de Interior, Ali Larayedh, durante una semana, por la dura represión.
“Los oficiales de policía se comportaron de forma muy, muy brutal”, afirma la abogada Radhia Nasraoui, “tuve la impresión de que estábamos reviviendo la situación que existía con Ben Ali. Este gobierno no resuelve los problemas de los tunecinos, pero sabe como reprimir con brutalidad”.
Muchos manifestantes expresaron su indignación ante lo que consideraron un doble rasero de las autoridades, ya que no frenan la línea más dura de los musulmanes salafistas, pero reprimen con dureza a los manifestantes de izquierdas.
“Este grado de violencia es inaceptable”, declaró Marzouki en la televisión estatal, culpabilizando a ambas partes, tanto a los que intentaron manifestarse en la Avenida Habib Bourguiba, donde está prohibido manifestarse, como a los policías que actuaron con violencia.
El día 7 de abril, la policía disolvió por la fuerza una manifestación de protesta de miles de licenciados desempleados que intentaron marchar por la avenida, hiriendo a unos 20 de ellos, según los organizadores.
El sociólogo tunecino Salem Liabieh dice que debería permitirse celebrar manifestaciones otra vez en la avenida, el punto central de las manifestaciones que propiciaron la caída de Ben Ali, describiendo la prohibición como una “mala decisión”.
(News 24, 10-04-12)