(Fábula etíope publicada en francés por “Cahiers de la Societé Asiatique”, traducción castellana de María Puncel)
Un conductor de caravanas perdió en el camino un mulo, privado de un ojo, con todo su cargamento. Mientras lo estaba buscando se encontró con tres filósofos, pero no los reconoció como tales. Había llovido y empezaba a ser tarde.
-He perdido una bestia de carga –les dijo.
-¿Le faltaba el ojo izquierdo? –le preguntó el primer filósofo.
-Sí –respondió él.
-¿Llevaba una carga pesada? –preguntó el segundo filósofo.
-Sí –respondió él- la carga le pesaba sobre el lomo.
-¿Tenía una herida en el espinazo?- preguntó el tercer filósofo.
-Sí, tenía una herida en el lomo –respondió el caravanero. A cada pregunta había respondido: sí.
Ahora fue él quien preguntó:
-¿Dónde está mi mulo?
-No le hemos visto –le respondieron.
-¡Vosotros me lo habéis robado! –acusó el caravanero. Y los llevó ante el rey.
El rey dijo:
– A ver, exponedme vuestro caso.
El caravanero explicó:- ¡Oh!, rey, he interrogado a los tres y ellos me han respondido:-“Has perdido una bestia de éstas y éstas señas”
-Cierto, le hemos respondido así,-reconocieron los tres.
El rey, habiendo oído a los filósofos, uno por uno, escuchó decir al primero:
-He dicho que le faltaba un ojo porque el camino recorrido por el animal no marcha en línea recta, tan pronto tuerce a la derecha como se inclina a la izquierda; por eso he deducido que le faltaba un ojo.
El segundo filósofo dijo:-Yo he dicho que llevaba una carga pesada sobre el lomo porque su pezuña se hundía profundamente en el suelo.
El tercer filósofo expuso:- Yo he dicho que tenía una herida en el lomo porque he visto a los insectos arremolinarse sobre la sangre y el pus que brotaban de la inflamación producida por la carga.
-Pero ninguno de nosotros ha visto a la bestia- añadieron los tres.
Maravillado el rey de su sagacidad dijo:-Éstos deben quedarse a mi servicio-.Y ordenó que, como salario, se les sirviese una comida de dos panes, dos botellas de hidromiel y una ración de carne a cada uno.
Esta vez, los filósofos hablaron así:
El primero dijo:-El rey es un pobretón venido a más.
El segundo dijo:- La miel con la que hacen el hidromiel está rancia.
El tercero declaró:-La carne que nos han servido es la de un animal salvaje.
Al enterarse de esto el rey les hizo llamar preguntándose: “¿Quién ha podido informarles de que soy hijo de una esclava?”.
El primer filósofo dijo:-He dicho que eras un pobretón venido a más porque has dispuesto que nuestra ración fuera igual para los tres: dos botellas de hidromiel y una cantidad idéntica de carne para cada uno. Por eso he dicho que eras un pobretón venido a más.
El segundo filósofo dijo:- He dicho que la miel estaba rancia porque el hidromiel hecho con miel rancia y reseca es imbebible y está turbio.
El tercer filósofo habló así:-Yo he dicho que la carne era de un animal salvaje porque cuando proviene de un animal salvaje es como piedra en la boca y sabe mal.
El rey hizo llamar al encargado del hidromiel y le preguntó:-¿De dónde procedía la miel con que hiciste ese hidromiel?
El encargado del hidromiel respondió: -No era de la última cosecha de miel de esta temporada, sino de una reserva que me sobró de la cosecha anterior.
A continuación el rey mandó llamar al encargado de la carne y le preguntó:-La carne que has servido ayer a las personas que tenían derecho a comida de la cocina real, ¿de qué animal doméstico procedía?
El encargado de la carne contestó:-¡Oh rey! Como no tenía carne de ningún rebaño a mi disposición, eché mano de un lobo que habían matado los leñadores y la preparé como si fuera carne de una res.
En cuanto a la frase dicha por el filósofo que dijo:”Es un pobretón venido a más”, se trataba de una cosa que sólo el rey sabía (y esta era la razón por la cual no hacía falta pedir más explicaciones)
El rey se quedó maravillado de la sagacidad de los tres y les adjudicó cargos en la corte. Al filósofo que había dicho:-“Es carne de una bestia salvaje”; le hizo encargado de la carne.
Al que había dicho:-“La miel estaba rancia y reseca”; le hizo encargado del hidromiel y al tercer filósofo que había dicho:-”El rey es un pobretón venido a más”, le hizo superintendente general de su casa.