Los subsaharianos murieron con los guantes puestos, por Raquel Rodríguez Camejo

10/02/2014 | Bitácora africana

Control, indiferencia y violencia en el tratamiento de la inmigración africana en la frontera sur española

El dominio de los países desarrollados sobre los que están en desarrollo en el mundo globalizado en el que vivimos, está marcado por la superioridad económica. La riqueza material parece ser la “llave maestra” que abre todas las puertas, seleccionando en base al beneficio lo que debe pasar a través de ellas. El territorio que compone la Unión Europea (UE) tiene sus puertas internas abiertas para el paso de personas y capital, no siendo así para sus puertas externas que son frontera con los países llamados pobres, en desarrollo o subdesarrollados. Las puertas de las fronteras externas de la UE se abren para dar paso a la hora de la entrada de materias primas baratas, petróleo, diamantes o coltán, provenientes del continente africano, pero se cierran de manera violenta e inhumana a la entrada de las personas africanas. Sí, personas eso es lo que son. No son inmigrantes indocumentados, sin papeles, o irregulares como se acostumbra a denominarlos desde los medios de comunicación o autoridades gubernamentales encargadas de la seguridad.

La inmigración en el contexto actual aparece como un peligro para el mercado laboral existente, la identidad y la cultura de las sociedades europeas, siendo un problema a solucionar de forma individual y/o conjunta a través de los Estados y las políticas comunes de lucha contra la inmigración de la UE. El territorio español así como otros homólogos europeos, que en recientes décadas pasadas fueron emisores de emigrantes, pasaron debido a cambios socioeconómicos positivos a ser en pocos años receptores de inmigrantes. Este fenómeno relativamente reciente se caracterizó en los años de bonanza económica española, por aceptar la fuerza física de las personas – ya que era necesaria para aumentar la producción y riqueza del país – pero rechazar en cierta forma su legalidad para vivir en el territorio. Contrariamente a todo lo que se ha dicho y se ha escrito al respecto la Ley de Extranjería de España es rigurosa e inflexible, por lo que las personas en situación irregular lo tienen bastante difícil para conseguir regular su situación, máxime cuando se les exige un contrato de trabajo como condición para la misma. Pero este no es el tema al que nos abocaremos en esta ocasión, sino la forma desinteresada y apática con la que ha sido tratada por los grandes medios, por autoridades gubernamentales y por la ciudadanía en general, la muerte de 14 personas (o más) que perecieron el pasado jueves en el intento de cruzar la frontera que divide Marruecos de Ceuta. Los muertos solo han sido venerados por sus compatriotas. Un video elaborado por algunos de ellos muestra en imágenes póstumas el dolor y fracaso en la cara de quiénes murieron con los guantes puestos intentando cruzar el mar. Intentando cruzar la frontera y conseguir el sueño europeo, como alguna vez lo hicieron (aunque con menos riesgo) los españoles cuando se iban a “hacer la América.” Los cánticos, llantos y rezos de sus compañeros de viaje, que con sus propios brazos los arrastraron sin vida por la arena y les ofrecieron un sencillo y emotivo homenaje, nos da una pauta del destierro y desidia que sufren estas personas. No habrá autopsia esta vez. La causa de la muerte ha sido clara. Se ahogaron, son subsaharianos, cruzaron de forma ilegal, no vale la pena investigar. Pero ¿cuántos tienen que morir para salir en la portada con grandes titulares? La muerte es la misma para todos pero parece tener diferente enfoque depende de qué lugar sea el muerto. ¿Y si hubiese sido a la inversa el cruce de frontera y los muertos fueran españoles sería la misma reacción? Seguramente no.

La opinión pública estaría hablando en cada bar de la esquina del acontecimiento y las redes sociales detonarían lamentos, indignación y repudio. Pero los muertos son subsaharianos y son sólo 14 indocumentados que intentaban entrar en suelo español de forma ilegal, así que no hay mucho más de que hablar. Quizás si hubiesen muerto todos los que intentaron hacerlo – dicen que casi 300 – hubieran provocado más ruido y despertado la atención de alguno más. Hace unos meses atrás, en octubre del 2013, murieron más de 300 africanos en las costas de Lampedusa. Todos asistimos al espectáculo de horror que mostraron imágenes de personas intentando salvar su vida, mientras la gendarmería italiana no hacía nada por ayudarles. Las críticas de la población española y con razón fueron de desaprobación con lo ocurrido. No se entendía como podía suceder algo así. Pero ahora ha sucedido aquí, en la costa española y también ha habido muertos. Las muertes sucedieron frente a los ojos de la Guardia Civil que no solo no hizo nada para ayudar a los africanos que intentaban llegar a nado a la costa de Ceuta, sino que devolvió ilegalmente a Marruecos a aquellos que lo lograron.oridades que dijeron que ningún africano había pisado suelo español. Es vergonzoso lo que sucede en la frontera sur españo El video emitido por La Sexta noticias muestra la veracidad de los hechos frente al intento de ocultarlo de las autoridades que dijeron que ningún africano había pisado suelo español . Es vergonzoso lo que sucede en la frontera sur española y vergonzosa también la forma en que el Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz está tratando esta situación.

En noviembre del año pasado Fernández Díaz declaraba (publicado en El País) que la concertina (cuchillas usadas en las vallas fronterizas de Melilla) era un elemento “pasivo de disuasión no agresivo” en referencia a las cuchillas que mezcladas con los alambres se emplean en las vallas con el objetivo de impedir la entrada ilegal por la frontera. Las declaraciones fueron escuchadas desde la comisaría europea del Interior que puso en dudas su efectividad, anunciando que la medida solo provocaría que la gente llegara con más heridas. Un tirón de orejas para el Ministro español que dice que la concertina solo provoca a las personas «erosiones leves, superficiales, para poner las cosas en su justa medida». Vaya forma de poner las cosas en su lugar: Debería aplicarse el mismo método para tantos que estando en el gobierno no actúan en su “justa medida.” En esta ocasión el Ministro estaba en Polonia reunido con otras autoridades de la UE y EE: UU por temas de su interés, por lo que sus declaraciones fueron de desentendimiento frente a lo ocurrido. Veremos si a su regreso explica al detalle los hechos sucedidos a orillas del Tarajal en Ceuta.

Los testigos señalan y los videos emitidos en diferentes medios lo confirman. La Guardia Civil actúo lanzando balas de goma y gas lacrimógeno a las personas que venían nadando o en neumáticos flotantes intentando llegar a suelo español. También muestra la cadena humana que de forma inhumana era arreada cuál tropa de animales a la línea marítima que divide el suelo africano del suelo español. Las imágenes son difusas debido a la distancia de la que fueron grabadas, pero el objetivo del cuerpo de seguridad español se ve muy claro: entregar a los africanos a las autoridades marroquíes y así desentenderse del problema.

La prioridad del Estado español frente al tratamiento del fenómeno migratorio se fija esencialmente en el control de las fronteras y la prohibición de las entrada clandestina al territorio, lo que ha llevado a una enorme movilización diplomática y firma de acuerdos bilaterales con los países de origen y tránsito de inmigrantes, junto a la militarización de la frontera sur de Islas Canarias y el paso fronterizo de Ceuta y Melilla. Aunque el término frontera se refiere a la división territorial o marítima entre un país u otro, en el caso de la UE, se enmarca el concepto como frontera exterior al territorio común, siendo ésta objeto de vigilancia por parte de los Estados miembros que posean parte de la misma, como es el caso de España. Las políticas migratorias de los países que integran la UE, principalmente la de aquellos países que tienen un índice mayor de población migrante, se han vuelto más restrictivas, caracterizándose por la común lucha de la inmigración irregular. Para ello se ha hecho un gran despliegue en materia de seguridad, aprovechando el avance en las telecomunicaciones y los dispositivos electrónicos que ha facilitado en las últimas décadas el perfeccionamiento tecnológico. Además se han firmado convenios bilaterales con los países de origen de los migrantes, en su mayoría africanos, para que éstos colaboren como es el caso de Marruecos, con la región europea y disuadan a los potenciales migrantes de que viajen a Europa. La estrategia de la UE y España para combatir la inmigración ilegal de la frontera sur africana, está provocando que los gobiernos de origen y tránsito de los inmigrantes actúen conjuntamente en la lucha en base a firma de acuerdos en obediencia a los países receptores de inmigrantes. Las fronteras exteriores están cada vez más al Sur, la vigilancia ya no es a la llegada sino a la partida, y la encargada de ejercerla es el país de origen.

La inmigración irregular es vista como amenaza a la seguridad nacional de los países miembros de la UE y la población que la conforma. Esta amenaza se combate desde el aumento de medidas de seguridad en las fronteras, con altos presupuestos en medios técnicos y aumento de personal policial en las mismas, aunque la efectividad de las medidas en la reducción de la llegada de inmigrantes no es tan evidente. La UE es en términos de PIB casi diecinueve veces más rica que África Occidental, siendo la frontera terrestre de España y Marruecos dónde se encuentra la mayor brecha mundial entre riqueza y pobreza, superando la frontera de EE:UU y México. Si tan abismal diferencia se puede superar cruzando una valla, nadando o aún arriesgando la vida en un cayuco en el mar, desde el punto de vista humano los subsaharianos no renunciaran a intentar llegar a Europa, aunque la lógica de seguridad en las fronteras y el discurso europeo les diga lo contrario.

Concertina. Imagen extraída de la web European Security Fencing. Única empresa española dedicada a la fabricación de concertina.

Autor

  • Rodríguez Camejo, Raquel

    Periodista freelance. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UDELAR (Universidad de la República de Uruguay). Especialista en Información Internacional y Países del Sur por la UCM (Universidad Complutense de Madrid). Actualmente cursando Máster de Investigación sobre Globalización y Desarrollo de la Universidad del País Vasco y HEGOA (Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional). Curso de Nuevas Tendencias en la Comunicación (Universidad Pontificia de Salamanca). Cursos de Cooperación al Desarrollo (Universidad de La Rioja). Cursos de “Gestión de Voluntariado en ONG's” - MPDL (Movimiento por la Paz y el Desarme - Madrid). Blog personal:

    http://knowingafrica.blogspot.com.es/

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