Amenazas anónimas, acoso policial, funcionarios hostiles, la constante nube de autocensura, exclusión social y exilio forzado y, para colmo, un salario bajo. Este es el día a día de un periodista de investigación africano. En los últimos años, los reporteros africanos han desempeñado un papel clave destapando casos de corrupción, abusos contra los derechos humanos, la violencia de las bandas callejeras, delitos por drogas y contra la fauna y la flora silvestres, entre otros amargos sucesos. Sin embargo, tal y como expresa Anton Harber, este trabajo tiene un gran coste. «Hay un largo historial de represión, asesinato, acoso y encarcelamiento».
Muno Gedi, periodista de investigación en Mogadiscio, Somalia, trata temas como la mutilación genital femenina, la venta de ayuda alimentaria internacional en los campos de refugiados o el conflicto entre los clanes somalíes y los grupos militantes. Asegura que recibe amenazas con asiduidad, muchas de ellas anónimas. «Creo que el periodismo de investigación en el mundo siempre es arriesgado, especialmente en Somalia; es una profesión de riesgo». Reporteros Sin Fronteras afirma que Somalia es el país del África Subsahariana más mortífero para los periodistas: dos periodistas han sido asesinados este año en relación con su trabajo.
En Tanzania, el Comité para la Protección de Periodistas señala que el gobierno ha endurecido la legislación en los últimos tres años y ha acosado a periodistas y blogueros. El periodista Kelvin Matandiko insiste: “Ha supuesto un gran revés para los periodistas que tenían experiencia trabajando en zonas como Tanzania. El régimen político actual ha llegado con nuevos cambios. No sé por qué razón, pero creemos que pretenden aniquilar la industria mediática”. Dapo Olorunyomi, editor del Premium Times, piensa que la clave del buen periodismo de investigación reside en la integridad, y en su país, Nigeria, notoriamente corrupto, Olorunyomi asegura que ser íntegro, en ocasiones, conlleva sacar a la luz las amenazas que provienen del propio periodismo, como la aceptación de sobornos.
Harber añade que una de las amenazas más preocupantes para el periodismo se encuentra más allá de las fronteras de África. Los responsables políticos de países occidentales denuncian cada vez más la desinformación – las fake news – e insisten en la necesidad de encontrar una solución. Harber incide en la repercusión que esto tiene en África, donde las declaraciones de dirigentes como Donald Trump se usan como justificación para la censura: «No hay duda de que los dictadores o posibles dictadores aquí citan cosas que se dicen en lugares como Washington para apoyar el punto de vista de que hay que hacer algo con los medios de comunicación y la forma en que se comportan».
Fuente: All Africa
[Fundación Sur]
[Traducción y edición, Alejandra Purón Herreros de Tejada]
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