Los opositores políticos ruandeses merecían de verdad el premio Sajarov de 2012

19/10/2012 | Opinión

La no selección de tres prisioneros políticos ruandeses, la Sra. Victoire Ingabire y los Sres, Bernard Ntaganda y Déogratias Mushayidi para el premio Sajarov ha causado indudablemente una enorme decepción. Aun respetando la opción del Parlamento europeo, que es soberano en este asunto, subrayemos que su decisión para nada resta credibilidad y legitimidad al combate de estas tres personas ruandesas a favor de un Ruanda acorde con el viento democrático que recorre todo el continente africano y el Oriente Medio.

Creado en 1988 por el Parlamento europeo para honrar a las personas y organizaciones que militan en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión, este premio es un gesto de solidaridad democrática sin fronteras que no puede disociarse de los valores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Al presentar para este premio a los tres opositores ruandeses, los promotores de la candidatura querían expresar en primer lugar su admiración por la valentía y abnegación de estas personalidades que han afrontado el miedo y el peligro y se han atrevido a denunciar la represión de la que es víctima el pueblo ruandés. Efectivamente, ¿quién puede atreverse a negar la intolerancia y el cierre del espacio político ruandés?

En su último informe de mayo de 2012, Amnistía Internacional denunciaba “el uso sistemático de la tortura en Ruanda” por parte de los servicios de inteligencia militares, DMI. La Constitución ruandesa garantiza el derecho a la integridad de la persona y prohíbe formalmente el recurso a la tortura; AI evoca en su informe de octubre de 2012 “informaciones que afirman la existencia de desapariciones forzosas, actos de tortura y otras formas de malos tratos perpetrados contra personas en centros de detención militares”. Es contra estas flagrantes violaciones, perfectamente conocidas por la comunidad internacional, por lo que las tres personalidades se han rebelado, arriesgando sus vidas.

No hay duda alguna que el combate de los candidatos que se han mantenido merece un reconocimiento. También es cierto que la situación de los derechos humanos en sus países de origen es preocupante. Pero, ninguno de los 3 países cuyos candidatos han sido seleccionados ha sido objeto de dos aplastantes informes de la ONU a causa de las violaciones graves de los derechos humanos. En el informe titulado “Mapping report”, la ONU señala con el dedo al gobierno ruandés por actos cometidos en la RD Congo contra refugiados ruandeses y contra poblaciones congoleñas. Según este informe, estos actos podrían ser calificados de genocidio. En otro informe no menos abrumador, expertos de la ONU han acusado al gobierno ruandés de apoyar a los rebeldes amotinados del M23, sospechosos de cometer graves crímenes contra la humanidad en el este del Congo.

Ruanda ha sido criticado vivamente en la última asamblea general de la comisión de la ONU para derechos humanos por sus leyes liberticidas; leyes que han conducido a las tres personalidades ruandesas a la cárcel y les ha valido estar encerrados sin ninguna esperanza de que se haga justicia equitativa. El combate de estas tres personas es idéntico al de sus ilustres antepasados que están en la base de la Declaración de Derechos Humanos, en la que el premio Sajarov se inspira. Pensamos que la Unión Europea y su Parlamento, que comparten esos valores, deberían apoyarlas, ya que las libertades y derechos cívicos no tienen fronteras.

Aprovechamos este comunicado para expresar nuestro sincero agradecimiento a los diputados europeos que han apoyado esta candidatura. Les exhortamos a que sigan siendo solidarios con el pueblo ruandés en su combate por las libertades universalmente reconocidas. Es el único medio para probar que para lograr que se abra en Ruanda el espacio político hay una alternativa distinta de la violencia.