Los mercenarios en tiempos del neoliberalismo y la globalización VI (final)

31/05/2019 | Crónicas y reportajes

Hasan también invitó a la primera fila de la sala a dos expertos para que dialogaran con Prince: ex militares también reconvertidos en empresarios de seguridad y asesores: Tim Collins y Sean McFate.

Collins llegó a coronel en el Ejército Británico por sus buenos servicios en Irlanda del Norte y en Iraq. En su improvisado discurso para estimular a las tropas en la víspera del ataque contra Iraq el 19 de marzo de 2003, les habló de respeto hacia los prisioneros, los muertos, la dignidad de los enemigos, etc.

Dos meses después, el 23 de mayo de 2003 el diario The Guardian titulaba un artículo ‘Hero or villain” a partir de una información por crímenes de guerra del diario The Sun, curiosamente publicitado como “el diario que apoya a nuestros soldados”.

Un año después Collins ganó un juicio por difamación contra The Sunday Mirror y el Sunday Expres: “El coronel Collins fue absuelto por una investigación militar tras haber sido acusado por un reservista estadounidense de maltrato a prisioneros iraquíes. Posteriormente Collins fue ascendido y se le concedió la Orden del Imperio Británico.”

Once años después Collins aparece de nuevo en los medios (28 de abril de 2015), ya como jefe de una empresa privada de seguridad, “que está siendo investigado por un comité de vigilancia de Estados Unidos por fraude” de 135 millones de dólares.

En este lío, algo habitual en estos casos como ya se ha visto, hay que buscar otras voces, especialmente cuando no aparecen las de las víctimas: “El Reino Unido ha hecho todo lo posible para enterrar y socavar las acusaciones fundadas, ignorando las pruebas descubiertas por sus propias investigaciones. Es hora de que la Corte Penal Internacional muestre que los crímenes de guerra serán investigados, lo que incluye los cometidos por estados poderosos.”

(Wolfgang Kaleck, secretario general del Centro Europeo de Derechos Humanos y Constitucionales, en Berlín, es decir, el European Center for Constitutional and Human Rights – ECCHR)

Collins declaró durante su turno de palabra que “estas empresas ponen todo su esfuerzo en su trabajo, pero si las cosas salen mal el gobierno se quita de en medio y les da la espalda”.

Escuchando a expertos como Prince y los dos invitados citados, su actividad empresarial no parece un buen negocio en absoluto. Menos mal que siempre hay gente como los mercenarios sacrificándose por el bien de la humanidad.

Realmente dan lástima las empresas de seguridad. Los gobiernos no las defienden como se merecen, el público desconoce su buena labor o la malinterpreta y las víctimas ya no pueden hablar en su favor.

Cuando hablan ante otro público más selecto, por ejemplo los inversores, casualmente se acuerdan del dinero. Esto es lo que dice McFate, ex paracaidista en el Ejército de Estados Unidos, ex ejecutivo de DynCorp International (aviación, entrenamiento, seguridad, gestión de riesgos, etc.) novelista, especialista en política exterior, profesor en dos universidades de Estados Unidos y asesor en otra de Reino Unido:

“El negocio de la guerra ha pasado de ser un asunto millonario a otro milmillonario”

“De hecho, durante el año fiscal de 2017 el Pentágono pagó 320 mil millones de dólares por contratos federales”.

Sin embargo, más allá de las cifras de negocios de las grandes empresas multinacionales, que son astronómicas, McFate sabe de lo que habla y es sobre lo que interesa reflexionar:

“Cuando alguien contrata un ejército, entonces las enormes y riquísimas multinacionales pueden llegar a ser un nuevo tipo de superpotencia”.

“Peor, pueden empezar a alargar los conflictos para ampliar la ganancia, alimentando una guerra infinita. Un mundo con más mercenarios significa un mundo con más guerra, por esto la propuesta de Prince es tan peligrosa”.

Se está refiriendo a la guerra en Afganistán, la más larga de Estados Unidos, a la que Prince se ha ofrecido a poner fin mediante la intervención su empresa. Teniendo en cuenta el historial de este tipo de mercenarios reconvertidos en analistas, en realidad lo que hace McFate es advertir a los competidores en el sector de que el capo se está subiendo a la parra al acaparar el mayor pedazo del pastel.

En la era de las fusiones entre empresas ya gigantes, con la concentración de riqueza y poder cada vez en menos manos, los colegas de Prince se sienten incómodos ante la perspectiva de que Trump (u otro en otra guerra) acepte la oferta de aquél.

Su “sinceridad” no tiene nada de sorna, es sencillamente la queja por la posición dominante de Prince en el mercado de la muerte. Su comentario es solamente uno más de los que ensoberbecidos neoliberales y fascistas hacen gala en público en ocasiones, cada uno en su campo: militar, económico, político, social, etc.

Otro ejemplo es el de Warren Buffett, quien en una entrevista para el New York Times publicada el 26 de noviembre de 2006, se refirió a la lucha de clases así: “de acuerdo, hay guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que la hace y la estamos ganando”.

Buffett es el rey de los hedge fund, que son fondos de inversión libre, muy complejos, poco transparentes y habitualmente domiciliados en paraísos fiscales.

Destacan en ese grupo los conocidos como fondos buitre y los bajistas. Esta actividad no sólo no le quita el sueño, sino que además de contribuir a su fortuna de más de 70 mil millones de dólares, le anima a exponer al mundo entero que lo suyo con el dinero es cosa de suerte. En otra entrevista publicada el 3 de mayo de 2019, dijo sobre “la extraña economía que tenemos hoy”:
“No conozco ningún libro de economía escrito en los pasados dos mil años que se haya ocupado de la posibilidad de que esta situación (económica) que tenemos se mantenga y que todas las variables permanezcan más o menos iguales”.

Por su parte, el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Rafael Eitan, dijo en una declaración ante el Comité de Defensa y Asuntos Exteriores de la Knesset (parlamento de Israel):

“por cada incidente de jóvenes palestinos que tiren piedras en Cisjordania, construiremos diez nuevos asentamientos. Cuando hayamos colonizado la tierra, todo lo que los árabes podrán hacer al respecto será correr de un lado para otro como cucarachas envenenadas dentro de una botella.”

Eitan, alias Rafi y Raful, considerado un héroe en Israel, ha sido citado como criminal de guerra no juzgado por varias acciones militares:

“Si he de ser juzgado por lo que hice, entonces sería necesario juzgar también a la mitad del ejército israelí que, en similares circunstancias, hizo lo que hice yo”, dijo “el general de brigada israelí Aryeh Biro, quien admitió haber asesinado a cientos de egipcios que no ofrecieron resistencia.”

Biro se refiere en este episodio de la Guerra de Suez de 1956 al asesinato por parte de soldados del ejército israelí de 273 empleados egipcios de obras públicas (nótese que ni siquiera eran soldados, menos aún soldados combatientes) porque no había suficiente personal israelí para vigilarlos si los apresaban.

Si esto hace con peones camineros “el ejército más moral del mundo”, de acuerdo al mito sionista de la pureza de sus intenciones y actuaciones, ¡qué no harán los mercenarios con supuestos terroristas, extremistas, islamistas, comunistas, antisistema y cualquier otro ser humano que se les atragante!

Eitan pasó del ejército a la política nacional y de allí al sector privado de las armas y la seguridad, igual que buena parte de sus hermanos de armas. Su vida es de las de ‘película de acción basada en hechos reales’. Asesoró a los servicios de inteligencia militar de la primera ministra británica Margaret Thatcher y colaboró también con los de Estados Unidos.

Si le contrataron en este sector por su máxima: “cuando hay guerra contra el terrorismo, te conduces sin principios, simplemente luchas”, tuvieron que despedirle también por ésta: además de espiar a ambos países aliados y valedores de Israel y otros entuertos sonados, sus agentes terminaban presos o desaparecidos y sus enemigos muertos.

Jonathan Pollard, su agente más famoso, quien al parecer, con 16 años manifestó en un campamento sionista querer ser espía, fue condenado por espionaje a cadena perpetua en Estados Unidos en 1987. Sin embargo salió de la cárcel tras cumplir 30 años debido en primer lugar a que el gobierno de Israel tuvo que reconocer que era un agente de este país; luego a la enorme campaña internacional a favor de su liberación que contó con el apoyo de congresistas, senadores y otras autoridades de Estados Unidos, de centenares de sionistas y sus simpatizantes, rabinos, diputados israelíes, presidentes como Reagan, Netanyahu, Peres y un largo etcétera que incluye a personalidades extranjeras.

La lista de firmantes no tiene desperdicio, es el no va más de la élite política, económica, social y religiosa del planeta: www.jonathanpollard.org/calls.htm

Esto muestra que la mafia formada por las empresas de seguridad y los gobiernos trabaja unida y permanece unida a pesar de algún que otro encontronazo y que tiene mucho que ganar con el crimen, la delincuencia y desde luego el engaño a sus compatriotas y la traición a sus países.

Otro ejemplo es el de Henry Kissinger, secretario de Estado de Estados Unidos con el presidente Richard Nixon. Refiriéndose en junio a las elecciones presidenciales en Chile de septiembre de 1970, que dieron el triunfo a Salvador Allende, dijo:

“No veo por qué tenemos esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo»…

Esto sucedió “durante una de las sesiones del Comité 40, una organización considerada de alto nivel entre la institucionalidad estadounidense para atender los problemas relacionados con el avance del comunismo en el mundo.”

Dicho y hecho: durante meses Kissinger usó la CIA y el dinero del Tesoro para sobornar e instruir a algunos chilenos hasta conseguir sus objetivos, opuestos a la decisión de la mayoría de los votantes. De estas actividades se desprenden varias lecciones que se repiten una y otra vez en este tipo de guerras no declaradas, entre éstas:

La labor de los agentes:

“La CIA financió secretamente a sindicatos y organizaciones gremiales durante más de 18 meses antes del golpe de Estado para que hiciesen huelga.”

“Al final del periodo de Allende la CIA tenía agentes e informantes en cada partido político importante que estaba en la coalición de Unidad Popular de Allende.”

Las mentiras del gobierno de Estados Unidos:

“Las actividades clandestinas, dijo el Sr. Kissinger, no estaban dirigidas a subvertir el gobierno” de Salvador Allende.

Los resultados de lo anterior:

“una huelga nacional de transporte que duró 26 días en el otoño de 1972 y que trastocó gravemente la economía de Chile”.

El patriotismo de los colaboracionistas:

“un funcionario añadió que era ‘terriblemente difícil’ mantener control sobre los agentes locales, en particular cuando se trataba de grandes cantidades de dinero.”

La lógica y necesaria, pero no siempre suficiente, excepción:

“Un fallo preocupante durante la última etapa del poder de Allende fue la incapacidad de la CIA de infiltrarse en el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), el principal grupo revolucionario ajeno a la coalición de Allende.”

Todas estas citas no son de un revolucionario, ni siquiera de un izquierdista. Todas están extraídas del mismo artículo del New York Times firmado por el conocido periodista Seymour M. Hersh el 20 de septiembre de 1974. Los entrecomillados no son de éste sino de las fuentes consultadas por él.

En definitiva: a buen entendedor, pocas palabras bastan.

En el caso de la guerra contra Iraq, Afganistán y otros países recientemente atacados, los presidentes que contrataron con la empresa de Prince fueron los mismos que cometieron los más graves crímenes contra el derecho internacional humanitario: de agresión, contra la humanidad y de guerra.

Ya se ha visto que tras cometer –o colaborar en- estos crímenes siguen siendo presidentes de gobierno u ocupan otros altos cargos en el sector público o empresarial, lo que les permite planear y participar en nuevos crímenes.

Además, complementariamente realizan otra actividad que les seduce especialmente. A primera vista se diría que es poco dañina, pero lo es y también requiere sevicia y cinismo:

impartir conferencias por todo el mundo (lo que se conoce como ‘hacer el circuito’)

a cómplices y tontos útiles (otros políticos, militares e intelectuales orgánicos)

sobre sus campañas de política exterior (masacres de seres humanos inocentes e incapaces de defenderse antes la potencia de fuego que les ataca)

de forma que suenan como propuestas de negocio a los primeros (comerciantes de armas, empresarios diversos y políticos)

e intervenciones humanitarias a los segundos (académicos, analistas, periodistas y asimilables).

Es un detalle menor pero muy perverso que en las conferencias –a veces- admiten tal o cual error:

“No había armas. Ahora yo también lo sé. Tengo el problema de no haber sido tan listo de saberlo antes.” (2007)

“Puede estar usted seguro y pueden estar seguras todas las personas que nos ven que les estoy diciendo la verdad. El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva”. (2003)

“La tarifa habitual de una conferencia del ex presidente George W. Bush, republicano, está entre 100.000 y 150.000 dólares”, aunque otras fuentes la suben 175.000.

“David Sherzer, un portavoz del ex presidente Bush, dijo que desde que Bush dejó la presidencia ha dado cerca de 140 conferencias en Estados Unidos y fuera (la misma fuente ofrece una cifra más abultada, entre 2009 y 2015 unas 200). Estos discursos le han proporcionado 15 millones de dólares en un camino dorado que despejó anteriormente su predecesor Bill Clinton.” (Demócrata, 65 millones entre 2001 y 2009)

Tony Blair es la estrella más brillante del circuito. En el año 2015 el diario británico The Independent tituló un artículo sobre sus ingresos posteriores al ejercicio de su cargo:

“¿330.000 libras por un discurso de veinte minutos en un acto sobre el hambre en el mundo? Tony Blair es una inspiración para todos nosotros”.

“Desde que dejó Downing Street (en el número 10 de esta calle está la residencia y la oficina del primer ministro británico) ha tenido que negar informes acerca de la fortuna de 100 millones de libras que ha amasado personalmente y ha insistido en que la cifra es más cercana a 20 millones, cantidad bastante más modesta.”

www.independent.co.uk/voices/commen…
Del ex presidente José María Aznar se publicó en Economía Digital en 2016 que “Los ingresos del ex presidente español en 2014 provenían de varios palos: asesoraba a media docena de multinacionales, de las que cobró 200.000 euros; impartió conferencias a 40.000 euros cada una y retenía el sueldo de los ex presidentes.”
www.economiadigital.es/politica-y-s…

Curiosamente la Radio Televisión Española es más puntillosa: menciona, además del sueldo vitalicio del Estado de 60.000 euros al año, ingresos como profesor en universidades e ingresos por la venta de sus libros, un salario 220.000 dólares en 2010 como consejero del grupo mediático de Rupert Murdoch.

Calderilla para el magnate internacional, “que tuvo que pagar 500 millones de dólares en acuerdos judiciales en 2015 a las víctimas de sus escuchas telefónicas ilegales y otros 341 millones en concepto de compensación voluntaria, un sistema propuesto para evitar nuevos juicios.”

Hasta aquí se ha mostrado por encima el negocio de las empresas de seguridad, conocidas internacionalmente como ‘Private Military and Security Companies (PMSCs)’.

Como la cosa se alarga, pues el asunto da para mucho, me he concentrado en las actuaciones de un protagonista muy conocido porque permiten poner de manifiesto lo que realmente importa: la colusión entre criminales y delincuentes de variada estofa en provecho propio y en perjuicio de todo lo demás.

Cuando empecé a escribir esta serie sobre la entrevista de Hasan a Prince, tenía pensado dedicar un espacio al presente empresarial de Prince: un nuevo negocio en China y otro a su nueva oferta al gobierno de Trump.

Esto para poner en paralelo el avance –por no decir triunfo- del capitalismo salvaje (globalización o neoliberalismo, como quiera llamarse) y de las PMSCs.

De forma muy resumida lo primero se trata de una reorientación del negocio hacia Asia con el fin de ampliar su cuota de mercado (lamento usar este lenguaje tan tonto). Mediante su nueva empresa, Frontier Services Group, ha firmado –entre otros- un contrato con un gran conglomerado empresarial chino.

Entre sus planes cercanos está el de instalar un campo de entrenamiento en la ciudad china de Tumxuk, en la Región Autónoma Uigur Xinjiang. En esta región viven los Uigurs, una población minoritaria musulmana. (New York Times, 1 de febrero de 2019)

El titular con el que el diario presenta esta noticia es maravilloso:

“La nueva compañía del fundador de Blackwater consigue un trato en China. Él dice que no tenía ni idea.”

“Blackwater Founder’s New Company Strikes a Deal in China. He Says He Had No Idea.”

De forma aún más resumida lo segundo es otro plan –ya mencionado en la entrega anterior- que Prince ha propuesto a Trump para que su ejército privado ayude a la oposición al presidente Maduro a dar un golpe de Estado en Venezuela para acabar con su gobierno.

Aljazeera dedica otro de sus reportajes sobre Prince a esta propuesta en su edición del día 30 de abril: “Blackwater founder’s plan for mercenaries in Venezuela: Report”

Creo que con esto se confirma mi sospecha sobre el aviso de McFate respecto del peligro de acumulación de dinero por parte las empresas de seguridad que presenté en el capítulo anterior.

En cuanto a los machacas, o sea, los mercenarios de tropa, que son los que con sus propias manos y armas secuestran, torturan, ejecutan, etc., basta con decir que son los obreros de este sector con labores, sueldo y prestigio diferentes que los de sus jefes. No se ha hablado apenas de ellos, pero hay muchas páginas en Internet que lo hacen.

Ya se conoce quién, cómo, con qué medios, desde dónde, contra quién y el porqué, quizás queda pendiente lo más importante: de qué manera este crimen nos afecta a todos, a los derechos humanos y a la paz internacional; también qué se puede hacer al respecto.

Sin embargo aquí finalizo la serie sobre mercenarios. Lo hago porque no podré terminar nunca este trabajo, Prince no me da tregua. Tarda menos tiempo en firmar contratos por todo el mundo de lo que yo tardo en leer las noticias que aparecen sobre aquellos. Prince no ha llegado aún a su nivel de incompetencia, yo sí.

Me despido con una noticia buena y una mala.

La buena es que al menos hay una página electrónica de la ONU que se ocupa de los mercenarios. Es el órgano informativo de un pequeño grupo de expertos localizado dentro de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. No cabe esperar mucho más, pero al menos quedará un testimonio aparte del de Prince para el porvenir.

Se trata del “Grupo de Trabajo sobre el empleo de mercenarios como medio para violar los derechos humanos e impedir el ejercicio del derecho de los pueblos a la autodeterminación”, establecido en julio de 2005.

La mala es todo lo demás. Resumo la información que proporciona:

“las actividades de los soldados extranjeros aumentan”.

“los mercenarios participan en actos violentos de forma coordinada en situaciones en las que no hay conflicto armado.”

“mercenarios y soldados extranjeros cometen violaciones de derechos humanos y constituyen una amenaza a los derechos humanos en sus actuaciones.”

Entre los países citados están: “Comores, Costa de Marfil, Bélgica, Túnez, Ucrania, República Central Africana”.

“En cuanto a las compañías militares privadas y de seguridad, el Grupo de Trabajo ha constatado de forma fehaciente en su estudio global sobre la legislación nacional que la regulación es inconsistente y que aún existen numerosos vacíos.”

También llama la atención sobre el hecho de que las propias compañías no publican claramente –más bien lo contrario- información sobre sus actividades. El Grupo muestra además su preocupación por el uso que aquellas hacen de la última tecnología disponible porque puede usarse como arma.

“El grupo declara que es patente en términos generales que los mercenarios son reclutados a través de incentivos financieros, por tanto se convierten en una herramienta de los ricos, los poderosos y los que tienen relaciones estrechas con los Estados.”

También destaca que “una definición muy restrictiva o la ausencia de un marco legal completo, tiene como consecuencia que haya pocas probabilidades de llevar a los responsables de violaciones de derechos humanos ante los tribunales.”

Refiriéndose en concreto a Comores, se menciona el caso de un mercenario implicado en varios golpes de Estado en este país durante décadas que nunca fue juzgado. Cuando finalmente lo fue en Francia, la condena a cinco años de prisión fue suspendida (negritas mías).

Aunque no menciona el nombre ni otro dato de identificación, es claro que se refiere a Bob Denard, apodo de Gilbert Bourgeaud, natural de Francia.

velloso_libro_cuando_congo.jpgHace un par de años, en mi libro “Cuando Franco se fue a la guerra del Congo” (Madrid, La Caída, 2017) escribí sobre su relación con mercenarios españoles en el siglo XX:

El grupo de mercenarios españoles formó el ‘segundo choc’, o segunda fuerza de choque, del comando número 6 de Bob Denard, en teoría una unidad tamaño batallón, 90 mercenarios más 400 soldados congoleños. Dependía de la quinta brigada del Ejército Nacional Congoleño. Martínez de Velasco fue nombrado Jefe de la Unidad con el Grado de Mayor.

Denard luchó en beneficio propio y de los intereses de Francia en África en Argelia, Congo, Zimbawe, Angola, Gabón y Comores. Como recuerda Afrikara, “no es un hombre cualquiera, sino Gilbert Bourgeaud –llamado Bob Denard-, semilla del infierno, criminal oficioso del estado francés en África, adonde llegó hace medio siglo a verter la sangre inocente de negros, árabes y asiáticos.

(…) siempre actuó por el interés de una Francia convencida de que debía mantener su presencia en África a cualquier precio que tuvieran que pagar los africanos. Él lo recordó siempre y durante toda su ‘carrera’ mantuvo relaciones más o menos directas con los servicios secretos franceses”.

Muerto en 2007, no hay que olvidar que “por todos esos delitos, crímenes y matanzas para los que se agarró a la justicia francesa en vez de a la de los países en los que cometió los crímenes, Bourgeaud, el mercenario de la Francáfrica, no pagó más que molestias de prórrogas y penas menores suavizadas al final de su vida por la incapacidad. Después de medio siglo de guerra por la colonización, contra las independencias africanas y por el apartheid, desestabilizando países enteros, Bob Denard ha muerto sin rendir cuentas a los africanos por sus crímenes y sin que se haya señalado claramente la culpabilidad de Francia y su obligación de reparar sus acciones criminales”.

Se ve que Prince no ha inventado nada, solamente lo ha perfeccionado.

Por si alguien cree que lo ha visto todo, aún tiene que seguir leyendo:

El Grupo se ha puesto al habla con la Asociación de Proveedores Privados de Servicios de Seguridad para tratar de su Código Internacional de Conducta. La conclusión –literal- del Grupo sobre las conversaciones despiden rayos de cortesía e ingenuidad cegadoras:

“Ha habido una diferencia clara entre el punto de vista del Grupo y el de la industria de seguridad y militar privadas, ya que éste prefiere limitar los esfuerzos de regulación a instrumentos no vinculantes.”

La misma conclusión sin dobleces:

La reunión del Grupo con la mafia militar y de seguridad deja clara la incapacidad absoluta de la Organización de las Naciones Unidas para cumplir el primer objetivo que declara en su propia Carta:

“Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional”.

También pone de manifiesto que la mafia no reconoce serlo sino que exige ser considerada una empresa multinacional mixta (estatal-privada) más, la cual no piensa ni en broma en cumplir la ley internacional y deja bien claro que no es preciso que la ONU ande molestando como hace un niño tocapelotas.

El siglo que nos ha tocado vivir es ciertamente de “tiempos interesantes.” Tanto es así que el Grupo tira la casa por la ventana -a sabiendas de que no puede hacer nada más- y no se deja nada en el tintero:

“el grupo de trabajo ha notado falta de transparencia en cuanto al uso de compañías de seguridad privada por parte de las Naciones Unidas (mis negritas), con escasa información –o ninguna- sobre el número y nombre de las compañías contratadas o detalles relativos a servicios sin armas. En segundo lugar concluye que a pesar del principio de “último recurso” establecido por el Secretario General y la Asamblea General, no hubo reglas claras acerca de cómo demostrar que todas las opciones habían sido agotadas”.

Esta declaración final merece pasar a la portada del libro Guinness World Records y la actuación de la ONU a encabezar la lista -desde ahora- de los ocho pecados capitales.

Sigue la inclusión de la cita original que aparece en la página 22 del documento del Grupo para los descreídos recalcitrantes: https://www.ohchr.org/Documents/Issues/Mercenaries/WG/MercenarismandPrivateMilitarySecurityCompanies.pdf

“the Working Group noticed a lack of transparency regarding the use of private security companies by the United Nations, with little to no information on the number or name of the companies being contracted or details regarding unarmed services. Secondly, it was concluded that despite the principle of “last resort”, established by the Secretary General and the General Assembly, there was no clear guidance on how to demonstrate that all the other options have been exhausted”.

Agustín Velloso

Fuente: Grupo Tortuga

[Fundación Sur]


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