Esta ha sido una semana triste para la libertad de prensa en Uganda. Uno de los principales rotativos del país (Daily Monitor), y dos emisoras de radio (KFM y Dembe FM) pertenecientes al mismo grupo editorial fueron literalmente ocupadas por fuerzas policiales el pasado 20 de Mayo y continúan hasta la fecha cerrados. Las manzanas adyacentes a las oficinas e imprentas de la editorial permanecen selladas y efectivos antidisturbios fuertemente armados guardan el lugar. Lo peor es que todo esto ha ocurrido sin una orden formal de cierre.
El Daily Monitor – uno de los periódicos que se han significado por su crítica al régimen del Presidente Museveni – era en muchos temas unas de las pocas fuentes de información acerca de lo que se estaba cociendo entre las bambalinas gubernamentales. Más de una vez ha hecho interesantes informes acerca de acuerdos secretos, falta de transparencia y otras tretas de miembros del gobierno que sólo han podido ser conocidas gracias a la labor de investigación de este periódico. La gota que ha colmado el vaso ha sido la publicación de una carta de un general del ejército llamado David Sejusa – el cual no es un mindundi de tres al cuarto sino que ha sido coordinador del departamento de inteligencia –, el cual reveló públicamente planes del presidente para dejar a su hijo – que es Brigadier General del ejército y comandante de las fuerzas de élite – como sucesor. En su misiva, como aviso a navegantes, el general anunciaba que había planes de quitar o eliminar por la fuerza a quien se opusiera a las intenciones del presidente.
Como reacción a esta noticia y ante el temor suscitado por el rumor de que el periódico había recibido una segunda carta, las fuerzas del orden ocuparon el lugar, rompieron parte de la imprenta y se pusieron a confiscar y a registrar tanto los archivos electrónicos como los físicos. Ni siquiera una orden judicial que exigía la retirada inmediata de estos efectivos causó efecto alguno y continúa el cerco policial cinco días después.
Pues bien, reaccionando así la verdad es que el ejecutivo da la impresión de que en realidad algo tiene que haber de verdad en esas acusaciones. Si los planes de poner en el sillón presidencial al Museveni junior (una acción bautizada como “Muhoozi project”) eran un puro rumor, tendrían que haber dejado que la cosa perdiera fuerza de por sí, pero al atacar tan vehementemente a los medios de comunicación – que no hacen otra cosa sino su deber de informar – pues están confirmando aquello de que “aquí hay tomate”… y que posiblemente no sea un globo sonda. Para empezar, el hijo del presidente – después de estudiar en exclusivas academias militares en el Reino Unido, Egipto, Suráfrica y los Estados Unidos – ha llegado al rango de Brigadier General con 39 años en una meteórica carrera castrense de 12 años mientras que los oficiales normales tardan como mínimo el doble de tiempo en recorrer el mismo escalafón.
Lo peor es que en este país, cuyo presidente presume de libertad y de estabilidad económica, ahora están matando al mensajero y están queriendo poner un bozal a una parte tan crucial de la sociedad civil como son los medios de comunicación. Algunos observadores dicen que todo esto no es otra cosa que una maniobra del presidente – que con los años se ha vuelto mucho más impredecible – para comprobar cuál sería la aceptación teórica de la candidatura de su vástago. El mismo estadista que en 1986 decía de manera taxativa “el principal problema de África es los dirigentes que se perpetúan en el poder” ahora no sólo no ha dejado el trono, sino que parece querer dejar todo atado y bien atado para que su legado se perpetúe en su dinastía. Con estos revolucionarios monarcas republicanos, que Dios coga a los ugandeses confesados.
Original en : En Clave de África