Los Mau Mau de Kenia presentan en Londres la demanda contra el gobierno británico

23/06/2009 | Crónicas y reportajes

Un hombre mayor con un bastón camina con dificultad mientras que es ayudado por un guía. “Mzee, ¿ha sido usted ciego desde la infancia?”, le pregunto curioso. “No”, me responde M’njau Ndei, “Me sacaron los ojos por ser partidario de los Mau Mau.

Y Patrick wa Njogu, un general Mau Mau que solo tiene una pierna porque los soldados británicos le arrancaron de un disparo la otra, cuenta que cuando fue arrestado, “me arrastraron por todo el campo por la pierna que me quedaba”.

Jane Muthoni Mara, cuando tenía 15 años, fue utilizada para llevar comida a los luchadores por la libertad. Su hermano pertenecía a los Mau Mau y cuando ella se negó a divulgar información sobre su paradero, fue torturada. “el hombre blanco llenó una botella con agua caliente y la metió en mis partes privadas empujando con el pié. Yo gritaba y gritaba”, recuerda.

Estilo de tortura

Y eso no fue todo. Ella y otra mujer fueron obligadas a sentarse en el suelo con las piernas bien abiertas en frente de hombres blancos mientras que los guardas africanos, con botas militares, marcharon por encima de ellas. Después de ser liberada, Jane nunca volvió a ver a su hermano y tiene visiones de tortura cada vez que su marido se le acerca.

Los apaleamientos y azotamientos eran algo común y una rutina constante en los campos, ya que los detenidos allí eran obligados a hacer trabajos forzados. Extrayendo piedras bajo el sol abrasador, llevando cubos en la cabeza llenos de piedras o desbordantes de orina y heces, o eran empujados a la fuerza a abrevaderos de ganado llenos de pesticida, todo impuesto con patadas y golpes de porras y culatas de rifles.

Los golpes dejaron a M’Mucheke Kioru impotente. Otros morían. Pero esto no fue suficiente para acabar con el movimiento Mau Mau.
Enfrentado a un mayor desafío, el oficial colonial británico, Terence Gavaghan ideo la “técnica de disolución” en la que los principales detenidos eran expuestos a violentas descargas eléctricas. Esto fue aprobado oficialmente por el gobierno colonial, en Londres, e implementado por primera vez en los campos de Mwea, Kenia, en 1957.

Después se expandió a los campos de Athi River, Aguthi, Mweru y Hola, para “imponer disciplina y preservar el orden”. Los “hard core”, [los integrantes del nucleo del movimiento Mau Mau] no significaba que fueran los peores asesinos, sino los más desafiantes.

Agua fría

Wambugu wa Nyingi relata cómo Gavaghan ordenaba a los internos que caminasen sobre grava, de rodillas, con sus manos extendidas hacia arriba, durante largas distancias. A los nuevos detenidos se les colgaba boca abajo por los pies y se les golpeaba mientras que les echaban agua fría encima.

Algunos de los detenidos comenzaban a hacer el “gemido Mau Mau”, un ggrito que era símbolo del desafío, y que sería secundado por el resto del campo. El líder que lo comenzaba era bajado al suelo, y con un pie en su fgarganta, se le llenaba la boca de barro hasta que se callaba, cayendo inconsciente. Muchos que sobrevivieron a las palizas, murieron por diarreas y tifus. Otros se volvieron locos.

Kariuki Mungai, cuenta que los gritos de los detenidos mientras les daban palizas recordaba a un asilo de locos. Fuera de los campos, grandes cantidades de africanos eran retenidos en manadas en “poblados protegidos”, donde se cometían de manera desenfrenada violaciones, abusos sexuales, ahorcamientos y asesinatos.

Nombres como Gavaghan y Whitehouse, y los apodos de Jua Kali (sol abrasador), Goliat, Gatomato, Kihuga (hombre grande) y Mapiga, (el que pega), son tan temidos como aborrecidos. La emergencia de estado por los combatientes por la libertad, fue seguramente un infierno en la tierra.

Las voces de preocupación británicas no eran escuchadas por nadie. La laborista Barbara Castle, se quejó sobre los encubrimientos y se la mantuvo informada por el comisario de policía de Kenia, Duncan McPherson. Este policía explicó que las condiciones de los campos eran muchísimo peor que nada que él hubiera experimentado antes, como prisionero de guerra durante cuatro años y medio, con los japoneses.
Un juez de Kenia, Arthur Cram, los comparó con los “campos de concentración nazis”.

Bertrand Russell, Michel Foot y Tony Benn fueron algunas de las voces de protesta. John Nottingham, que todavía vive en Nairobi, fue enviado de joven funcionario para sustituir a Gavaghan.

“Lo que usted está haciendo está mal”, escribió a su jefe, añadiendo, “No puedo aceptar este puesto”.

Cuando en marzo de 1959, murieron 11 detenidos en el campo de Hola, el magistrado que investigaba el caso, W.H. Goudie, culpó de las muertes a la, oficialmente sancionada, brutalidad empleada contra ellos.
Así que ¿qué ocurre ahora? El día 22 de junio, la Comisión de Derechos humanos de Kenia y la Asociación de veteranos de guerra de los Mau Mau demandan, en Londres, al gobierno británico por abusos de los derechos humanos y torturas. Se espera que el gobierno británico presente una serie de argumentos legales para paralizar el caso, negar su responsabilidad o rechazar las acusaciones. El caso podría enredarse y durar años.

Se han contratado los servicios de uno de los mejores equipos legales, Leigh Day & Co Solicitors. La firma, previamente, ha representado a los Maasai en un litigio por las víctimas de una bomba y para mujeres keniatas que acusaban a soldados británicos de haberlas violado.
Los wazee [los ancianos del pueblo] ya están en Londres para dar a conocer su sufrimiento al público británico. ¿Y qué van a pedir? Una disculpa al menos, y alguna forma de reparación para permitirles vivir sus últimos años con algo de dignidad, confort y seguridad.

Increíblemente inmoral

No puede haber argumentos que no sean que el tratamiento recibido por estos hombres y mujeres, que pedían el derecho concedido por Dios de ser libres, fuera altamente inmoral. Y ¿no sería una inmoralidad mayor negar a estos veteranos su derecho al reconocimiento y a una vida mejor?

Los luchadores por la libertad Mau Mau ahora están en los 80 y 90 años, muchos de ellos enfermos. Kenia debe su independencia a estos valientes patriotas a los que se debería hacer justicia.

(Daily Nation, Kenia, 22-06-09)

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