La Declaración Ministerial Anticorrupción ni siquiera cumple con los compromisos previos.
Transparencia Internacional está decepcionada de que la Declaración Ministerial Anticorrupción del G20 descuide el papel y la responsabilidad críticos del G20 en la organización de esfuerzos contra la corrupción transfronteriza. Esto ocurre a pesar del devastador impacto de los ilícitos flujos financieros en el desarrollo sostenible y la reducción de la desigualdad –las prioridades del G20 de este año– que ellos mismos habían reconocido previamente.
La adopción de la declaración sigue los esfuerzos de los copresidentes brasileño y francés del grupo de trabajo anticorrupción del G20 este año para interactuar con una amplia gama de partes interesadas, incluida la sociedad civil. Transparencia Internacional había contribuido al proceso, transmitiendo nuestras posiciones políticas sobre cómo el G20 puede contribuir mejor a la lucha contra la corrupción al tiempo que promueve el desarrollo sostenible y apoya los esfuerzos para reducir las desigualdades.
A pesar del trabajo preparatorio previo, la declaración no logra obtener consenso ni ofrece la vía para avanzar en las medidas anticorrupción más críticas. Sin ellas, cualquier nuevo esfuerzo para promover el desarrollo sostenible y reducir las desigualdades se verá afectado, incluido el impuesto a la riqueza propuesto por la presidencia brasileña del G20 para los muy ricos.
El texto de la declaración no reconoce que los propios países del G20 perpetúan la corrupción y flujos financieros ilícitos. Los funcionarios sólo mencionaron cuestiones sobre las que ya habían emitido detallados compromisos como el secreto financiero. Otras áreas clave en las que anteriormente se habían comprometido a trabajar están completamente ausentes de la declaración, incluida la necesidad de impedir que los proveedores profesionales de servicios faciliten la corrupción. Esta cuestión ha sido claramente eliminada de la agenda del G20, a pesar de la abrumadora evidencia de que las lagunas en la regulación y supervisión de esos guardianes, incluso en muchos de los países del G20, conducen a la salida de fondos de países de ingresos bajos y medios.
Maíra Martini, experta en flujos de dinero corruptos y directora interina de Políticas y Promoción de Transparencia Internacional, afirmó:
“Si el G20 no es capaz ni siquiera de mantener un consenso sobre compromisos anticorrupción previamente bien establecidos, ¿podemos confiar en que se ocupará de cuestiones tan importantes como el desarrollo sostenible y la desigualdad? La agenda del G20 está impulsada por líderes y es hora de que se den cuenta de que no puede haber desarrollo sostenible sin una acción coordinada y eficaz contra la corrupción. El G20 tiene una última oportunidad este año para demostrar que se toma en serio la tarea de abordar este enorme desafío, y esperamos que la Cumbre de Líderes en Río rescate la agenda anticorrupción del G20”.
Fuente: Transparency International
[Traduccióm, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]