Los líderes africanos deben atender a los jóvenes desempleados o renunciar

25/01/2011 | Opinión

La revolución del pueblo en Túnez ha sido acogida como la «Revolución WikiLeaks», e incluso como la Revolución Twitter. La alusión a WikiLeaks provino de revelaciones hechas por el embajador norteamericano Robert F. Godec referentes al ex presidente tunecino Zine El Abidine Ben Ali y a sus compinches, demostrando que eran corruptos y ricos más allá de cualquier medida. La revelación, de acuerdo con este pensamiento, dejó en evidencia al emperador al desnudo.

A Ben Ali le gustaba ponerse a sí mismo por las nubes hablando sobre eliminar la corrupción, sin embargo, era muy corrupto. Mientras tanto, algunos informes atribuyen a las redes sociales como Twitter y Facebook la unión de los descontentos jóvenes tunecinos para salir a las calles. Túnez cuenta con un alto porcentaje de usuarios de computadoras y, sobre todo los que utilizan la red social Facebook, la cual se ha convertido en un lugar popular de reunión en línea para los jóvenes.

En un último intento para salvar su domino de 23 años en Túnez, el presidente Zine El Abidine Ben Ali respondió prometiendo “libertad total para los medios de comunicación e todos los canales, no cerrar los sitios de Internet y rechazar cualquier forma de supervisión de la misma”. Sin embargo, todo esto fue en vano.

Ali huyó de su vida mimada en el palacio presidencial para iniciar una nueva en condición de refugiado, perseguido por su propio pueblo que ya no consideraba su legitimidad para el poder. ¿Qué pasó?

Cuando todo esté despejado, cuando los muertos hayan sido enterrados y el orden sea restaurado, la raíz del descontento en Túnez no será muy diferente de los problemas en cualquier otro país del norte de África y, de hecho, en el resto del África subsahariana, donde el desempleo es profundamente experimentado por los jóvenes.

En efecto, el descontento entre los jóvenes tunecinos educados, y sin embargo desempleados, debería hacer abrir bien los ojos en otras partes de África. Con el 55% de la población compuesta por jóvenes menores de 25 años, la mayoría de los tunecinos desempleados son jóvenes que hacen todo lo posible por buscar trabajo.

La recesión mundial que se impuso hace más de un año sólo ha empeorado las cosas en la industria de servicios que depende en gran medida de las exportaciones a la Unión Europea. Con la disminución de las exportaciones de bienes, muchos jóvenes tunecinos quedaron atrapados en esta carrera de locos donde no hay suficientes empleos para todos.

En diciembre, un graduado universitario de 26 años de edad, llamado Mohammed Bouazizi, un vendedor de frutas en las calles de Sidi Bouzid, literalmente, se convirtió en un pararrayos cuando se prendió fuego después que la policía cerrase su puesto de verduras y frutas.

Durante la noche, su pírrica autoinmolación se convirtió en la cara de frustración para muchos jóvenes sin empleo, y su muerte se convirtió en un punto de encuentro para muchos disturbios posteriores. Basados en numerosas imágenes de televisión de la sublevación, jóvenes de cierta edad, probablemente entre 18-35, eran la primera línea del frente de choque, tirando piedras a la policía armada y el ejército.

Mientras tanto, lo más probable era que este grupo de edad fuera el blanco de las respuestas mortales del personal armado. Detrás de este grupo iban todos los demás, las mujeres, los hombres mayores, e incluso niños. Una vez que los manifestantes alcanzaron cierto punto crítico, era imposible para las autoridades contener la situación. Finalmente, con la mayoría de las opciones agotadas, el Presidente Ben Ali jugó su última carta al renunciar y huir al exilio en Arabia Saudita.

No obstante, aun cuando muchos lo celebraban, el descontento se ha mantenido en gran medida, y los jóvenes continúan manifestando a favor de más reformas. La pregunta que todos se hacen es si el poder de la gente de Túnez puede ocurrir en otras partes de África y Oriente Medio, donde los gobernantes autocráticos ejercen un enorme poder. Potencialmente, lo que pueda pasar es impredecible, ya que algunos de estos países siguen haciendo frente al aumento del desempleo entre los jóvenes capacitados.

En Egipto, por ejemplo, donde el desempleo oficialmente se sitúa en torno al 9,5%, la mayor parte de las víctimas son jóvenes egipcios que se han graduado con las expectativas de buenos empleos, pero están persiguiendo algo que no existe. El desempleo entre los jóvenes ha alcanzado un 23%.

En Argelia, aunque el desempleo general bajó al 10%, los más afectados son los jóvenes entre las edades de 16 a 24, hasta un 24% de ellos no tiene trabajo. Otras naciones en situaciones similares incluyen Libia, Marruecos y Mauritania. Si bien, existen diferencias en la evolución cultural, política e histórica, hay países del África subsahariana en situación similar con un caché enorme de jóvenes desempleados descontentos deambulando por las calles, listos para explotar.

La realidad es que no hay una solución rápida para la economía, para que los jóvenes puedan comenzar a vivir con esperanza de empleo. Sin embargo, el gobierno de cada momento puede empezar mostrando transparencia en la forma de hacer las cosas, en cómo el dinero se invierte en la economía, dando actualizaciones regulares a las masas sobre las medidas adoptadas para crear puestos de trabajo. Es necesario inyectar miles de millones de dólares en proyectos de trabajo, y que los jóvenes participen directamente a través de centros de reclutamiento en los proyectos de trabajo, que sin embargo son temporales.

Lo más importante, los líderes ya no pueden saquear el tesoro nacional, mientras que las masas se exasperan, y no esperar consecuencias. Ese fue el problema al que el Presidente Ben Ali se enfrentó. Al final, mientras que las redes sociales como Twitter y Facebook aceleraron los acontecimientos, como lo hicieron en Túnez durante la pasada semana, el verdadero polvorín era el enorme número de jóvenes que se sentían excluidos. Ellos son la verdadera preocupación que los líderes africanos deben abordar de inmediato, o enfrentar la posibilidad de salidas caóticas.

Dr Opiyo Oloya

(Publicado en New Vision, Uganda, el 19 de enero de 2011.

Traducido por Allison Bohórquez, para Fundación Sur.

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